El ferrocarril, un gran aliado para alcanzar cero emisiones netas
Hoy nadie pone en duda que el cambio climático es una realidad. Ni que está relacionado con el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Lo evidencian, por ejemplo, la frecuencia de severos fenómenos meteorológicos, el aumento del nivel del mar e incluso la cada vez más habitual transmisión de patógenos de animales a humanos, como ha sucedido con el SARS-CoV-2.
Son situaciones lo suficientemente graves como para que nos replanteemos nuestra relación con el planeta. Porque está en nuestra mano desempeñar un papel más activo en su protección. Como ciudadanos, pero también como miembros de las organizaciones para las que trabajamos. Solo así conseguiremos que nuestro compromiso sea completo.
Las medidas que debemos tomar han de ir más allá de reducir las emisiones de carbono. Han de centrarse en llegar al objetivo cero emisiones netas en 2050, uno de los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin duda, el uso del ferrocarril para trasporte de pasajeros y de mercancías se ha convertido en un potente aliado para alcanzar este reto.
Este 2021 en el que ya estamos inmersos va a ser un magnífico año para demostrarlo, porque se celebra el Año Europeo del Ferrocarril, cuyo objetivo es impulsar este medio de transporte como lo que es: sostenible, innovador, interconectado e intermodal, seguro y asequible; en línea con los objetivos marcados en el Pacto Verde Europeo, hoja de ruta para dotar a la UE de una economía sostenible.
Pero, a pesar de ser uno de los medios de transporte más limpios, ha llegado el momento de que el ferrocarril afronte el reto de alcanzar cero emisiones netas. Para conseguirlo, los ferrocarriles deberán asumir parte del tráfico que se produce por carretera y por avión, aumentando de forma significativa el número de pasajeros y mercancías que transporte. Porque cualquier cambio de medio de transporte hacia el tren supone per se una reducción en las emisiones.
Esto es así porque el parque automovilístico todavía tiene una baja cuota de uso de energías renovables, al contrario que el tren, que se ve favorecido por la tendencia de la red eléctrica a incorporar cada vez más energías renovables y limpias, como la propulsión por baterías o hidrógeno; y evitando el uso de aquellas que se originan con recursos fósiles.
Que el ferrocarril asuma el tráfico adicional que se genere dependerá de su capacidad, su atractivo y su integración con otros medios de transporte. En ese sentido, la multimodalidad ofrece mayor agilidad al pasajero, lo que aumenta su atractivo y, con él, la posibilidad de ser elegido como medio de transporte habitual, favoreciendo, de paso, un transporte más limpio.
La posibilidad de llegar a cumplir ese hito se debe a que en los últimos 25 años se han producido avances muy significativos en la red ferroviaria. Prueba de ello es la construcción de los corredores ferroviarios europeos, los túneles alpinos y la expansión del sistema ETCS de señalización interoperable, gracias a los que se ha conseguido cuadruplicar en Europa la existencia de la Alta Velocidad.
Respecto al rendimiento medioambiental y a la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero, se puede decir que se ha producido una gran transformación. Ahora debemos asumir el reto de la descarbonización para lo que la tecnología es nuestro gran aliado.
Ejemplo de ello son las tecnologías de señalización y supervisión, que aportan mejoras importantes al rendimiento medioambiental del ferrocarril al poder predecir y reducir al mínimo la circulación conflictiva y, de paso, optimizar los flujos de tráfico, contribuyendo a la eficiencia de los sistemas ferroviarios.
Por su parte, las tecnologías digitales innovadoras amplían la capacidad, mejoran el rendimiento y reducen las emisiones del ferrocarril. Y la digitalización permite explotar más las redes existentes, reduciendo así la creación de nuevas infraestructuras.
La señalización digital también ha supuesto un avance importante: gracias a las señales LED inteligentes y a la detección digital de trenes se ha reducido el consumo de energía y se ha generado una mayor fiabilidad. Adicionalmente, un mejor uso de las soluciones ETCS ha aportado un enorme potencial para aumentar el rendimiento operativo y la eficiencia energética.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo las tecnologías digitales ejercen de palanca para fomentar la movilidad sostenible y alcanzar el objetivo cero emisiones netas. La experiencia de Thales en Inteligencia Artificial, análisis de datos, conectividad y ciberseguridad facilitan el cumplimiento de este nuevo reto, sin olvidar la mejora de la experiencia de los pasajeros.