"El Hombre en Busca del Sentido"
Recomendación del Libro de la Semana:
Autor: Viktor Frankl
En este libro se unen dos áreas de investigación que a mi en lo personal me apasionan. 1. El comportamiento humano en sus diversas facetas, 2. La Segunda Guerra Mundial. En este libro el Dr. Frankl estudioso del comportamiento y creador de la Logoterapia nos comparte reflexiones muy profundas sobre que nos hace seres humanos, debilidades, miedos, sueños y actitudes mismos que el vivió en el infierno de los campos de concentración Nazi en la segunda guerra mundial.
Un psiquiatra en un campo de concentración.
Los campos de concentración Nazi han sido una de las mayores si no la mayor aberración humana de los tiempos modernos, las historias de terror vividas en estos campos donde 6 millones de Judíos murieron de forma inhumana son indescriptibles, pero hay algo que todos los seres humanos tenemos aun en los momentos más terribles que a varios prisioneros les permitió sobrellevar este infierno en vida, sobrevivir hasta el final de la guerra y regresar a reconstruir su vida. ¿Cómo incidía la vida diaria de un campo de concentración en la mente del prisionero medio?
Esta lectura tiene como objetivo, no describir los horrores de estos campos de concentración ya que de eso hay mucha literatura que ha salido a la luz a lo largo de estos últimos 60 años, sino entrar a la mente de un prisionero el n.° 119.104 (Dr. Viktor Frankl) que nos desnuda su alma y nos quiere enseñar el cómo el ser humano puede soportar tal inhumanidad y con lo cual el Dr. Frankl logró crear una escuela de psicoterapia que es de las más estudiadas e importantes a nivel actual: La Logoterapia.
Selección activa y pasiva
Cuando un prisionero era enviado a un campo de concentración el pensamiento inicial que lo mantenía con vida y procurando sobrevivir era mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos.
Por lo general, sólo se mantenían vivos aquellos prisioneros que tras varios años de dar tumbos de campo en campo, habían perdido todos sus escrúpulos en la lucha por la existencia; los que estaban dispuestos a recurrir a cualquier medio, fuera honrado o de otro tipo, incluidos la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse.
Debemos a la segunda guerra mundial el haber enriquecido nuestros conocimientos sobre la "psicopatología de las masas" (si puedo citar esta variante de la conocida frase que es el título de un libro de LeBon), al regalarnos la guerra de nervios y la vivencia única e inolvidable de los campos de concentración. Aquí la elección individual más importante, todos tenemos la libertad de elegir cómo vamos a reaccionar ante las circunstancias sean las que sean. Este libre albedrío permitió al Dr. Frankl sobrevivir y rehacer su vida después del infierno de los campos de concentración.
Primera Fase : Internamiento en el campo.
El doctor Frankl nos define claramente 3 fases que pudo observar detalladamente en los prisioneros que llegaban a los campos de concentración.
Nuestra única posesión: la existencia desnuda
Mientras esperábamos a ducharnos, nuestra desnudez se nos hizo patente: nada teníamos ya salvo nuestros cuerpos mondos y lirondos (incluso sin pelo); literalmente hablando, lo único que poseíamos era nuestra existencia desnuda.
Las ilusiones que algunos de nosotros conservábamos todavía las fuimos perdiendo una a una; entonces, casi inesperadamente, muchos de nosotros nos sentimos embargados por un humor macabro. Supimos que nada teníamos que perder como no fueran nuestras vidas tan ridículamente desnudas. Aparte de aquella extraña clase de humor, otra sensación se apoderó de nosotros: la curiosidad. Una fría curiosidad era lo que predominaba incluso en Auschwitz, algo que separaba la mente de todo lo que la rodeaba y la obligaba a contemplarlo todo con una especie de objetividad. Al llegar a este punto, cultivábamos este estado de ánimo como medida de protección. Estábamos ansiosos por saber lo que sucedería a continuación y qué consecuencias nos traería. A lo largo de los primeros días nos dimos cuenta de cuál era la resistencia que un ser humano puede tener en situaciones tan extremas.
Segunda Fase: La vida en el Campo.
La muerte de la humanidad interna.
El prisionero pasaba de la primera a la segunda fase, una fase de apatía relativa en la que llegaba a una especie de muerte emocional. Aparte de las emociones ya descritas, el prisionero recién llegado experimentaba las torturas de otras emociones más dolorosas, todas las cuales intentaba amortiguar. La primera de todas era la añoranza sin límites de su casa y de su familia. A veces era tan aguda que simplemente se consumía de nostalgia. Seguía después la repugnancia que le producía toda la fealdad que le rodeaba, incluso en las formas externas más simples.
Asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya. Los que sufrían, los enfermos, los agonizantes y los muertos eran cosas tan comunes para él tras unas pocas semanas en el campo que no le conmovían en absoluto. La máxima preocupación de los prisioneros se resumía en una pregunta:
¿Sobreviviremos al campo de concentración? De lo contrario, todos estos sufrimientos carecerían de sentido. La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era esta otra: ¿Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento. Una vida cuyo último y único sentido consistiera en superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida.
El modo en que un hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, la forma en que carga con su cruz, le da muchas oportunidades para añadir a su vida un sentido más profundo. Puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. Un renombrado investigador psicológico manifestó en cierta ocasión que la vida en un campo de concentración podría denominarse "existencia provisional". Nosotros completaríamos la definición diciendo que es "una existencia provisional cuya duración se desconoce".
Era imposible prever cuándo y cómo terminaría aquella existencia, caso de tener fin. El vocablo latino finis tiene dos significados: final y meta a alcanzar. El hombre que no podía ver el fin de su "existencia provisional", tampoco podía aspirar a una meta última en la vida. Cesaba de vivir para el futuro en contraste con el hombre normal. Por consiguiente cambiaba toda la estructura de su vida íntima.
El hombre que se dejaba vencer porque no podía ver ninguna meta futura, se ocupaba en pensamientos retrospectivos. Ese ver nuestra "existencia provisional" como algo irreal constituía un factor importante en el hecho de que los prisioneros perdieran su dominio de la vida; en cierto sentido todo parecería sin objeto. Claro está que sólo unos pocos son capaces de alcanzar cimas espirituales elevadas. El prisionero que perdía la fe en el futuro estaba condenado. Con la pérdida de la fe en el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se abandonaba y decaía y se convertía en el sujeto del aniquilamiento físico y mental.
La pregunta por el sentido de la vida
Vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo. "Vida" no significa algo vago, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único en cada caso. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino y cargar con su cruz.
El que conoce el "porqué" de su existencia,podrá soportar casi cualquier "cómo".
¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración. Dr. Viktor Frankl.
Tercera Fase: Después de la Liberación.
Con torpes pasos, los prisioneros nos arrastramos hasta las puertas del campo. Tímidamente miramos a nuestro derredor y nos mirábamos los unos a los otros Interrogándonos. Seguidamente, nos aventuramos a dar unos cuantos pasos fuera del campo y esta vez nadie nos impartía órdenes a gritos, ni teníamos que apresurarnos en evitación de un golpe o un puntapié. Caminábamos despacio por la carretera que partía del campo. "¡Somos libres!", nos decíamos una y otra vez y aún así no podíamos creerlo. Habíamos repetido tantas veces esta palabra durante los años que soñamos con ella, que ya había perdido su significado. Su realidad no penetraba en nuestra conciencia; no podíamos aprehender el hecho de que la libertad nos perteneciera.
Desde el punto de vista psicológico, lo que les sucedía a los prisioneros liberados podría denominarse "despersonalización". Todo parecía irreal, improbable, como un sueño. No podíamos creer que fuera verdad.
El hombre que ha sido liberado repentinamente de la presión espiritual puede sufrir daño en su salud psíquica. Durante esta fase psicológica se observaba que las personas de naturaleza más primitiva no podían escapar a las influencias de la brutalidad que les había rodeado mientras vivieron en el campo. Ahora, al verse libres, pensaban que podían hacer uso de su libertad licenciosamente y sin sujetarse a ninguna norma. Lo único que había cambiado para ellos era que en vez de ser oprimidos eran opresores.
“El peor pecado hacia nuestros semejantes no es el odiarlos, sino ser indiferente con ellos: esa es la esencia de la inhumanidad.” George Bernard Shaw
Sobre el Autor. Dr. Viktor Frankl.
Víctor Emil Frankl nació en Viena el 26 de marzo de 1905. En 1930, logró su doctorado en medicina y fue asignado a una sala dedicada al tratamiento de mujeres con intentos de suicidio. Al tiempo que los nazis llegaban al poder en 1938, Frankl adoptó el cargo de Jefe del Departamento de Neurología del Hospital Rothschild, el único hospital judío en los tempranos años del nazismo.
En 1942 él y sus padres fueron deportados a un campo de concentración cercano a Praga, el Theresienstadt . Frankl sobrevivió al Holocausto, incluso tras haber estado en cuatro campos de concentración nazis, incluyendo el de Auschwitz , desde 1942 a 1945; no ocurrió así con sus padres y otros familiares, los cuales murieron en estos campos. Durante su vida en los campos de concentración Frankl desarrolló un acercamiento revolucionario a la psicoterapia conocido como logoterapia.
Su vida Post campos de concentración.
Frankl retornó a Viena en 1945, e inmediatamente fue Jefe del Departamento de Neurología del Vienna Polyclinic Hospital, posición que mantendría durante 25 años. Fue profesor tanto de neurología como de psiquiatría.
Sus 32 libros sobre análisis existencial y logoterapia han sido traducidos a 26 idiomas y ha conseguido 29 doctorados honorarios en distintas universidades del mundo. A partir de 1961, Frankl mantuvo 5 puestos como profesor en los Estados Unidos en la Universidad de Harvard y de Stanford, así como en otras como la de Dallas, Pittsburg y San Diego.
Ganó el premio Oskar Pfister de la Sociedad Americana de Psiquiatría, así como otras distinciones de diferentes países europeos.
Frankl enseñó en la Universidad de Viena hasta los 85 años de edad de forma regular y fue siempre un gran escalador de montañas. También, a los 67 años, consiguió la licencia de piloto de aviación. Víctor E. Frankl murió de un fallo cardíaco el 3 de septiembre de 1997.**
** (Biografía adaptada del obituario en la página web AP (Viena, Austria), del 3 de septiembre de 1997.)
@@ Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia S.C. (SMAEL) Centro de formación en psicoterapia orientada al sentido.
Director General de Cosinfo
6 añosUn buen libro sin duda. Con una iniciación hacia la Logoterapia que bien puede salvar a unos cuántos de tener que ir al psicólogo.