El liderazgo es un camino que se diseña y se construye para que los demás puedan pasar sobre él y llegar a un destino común

Hay tantos escritos e investigaciones acerca del liderazgo, tantas teorías y supuestos que sería imposible tener un repositorio que concentrara una literatura tan extensa y en ocasiones divergente y contradictoria. Llevo toda mi vida profesional tratando de ser un mejor líder y procurando entender las teorías al respecto pero hace unos meses, uno de mis profesores de Stanford dijo algo que me ha provocado serias reflexiones alrededor del liderazgo. Dijo: "el liderazgo en realidad no existe, lo que existe es el poder; una persona con poder arrastrará masas y será seguida por los demás (...)" Al principio me vi sumamente contrariado por su hipótesis, pero en la medida en la que desarrollaba entendí que tiene mucha razón: un líder sin poder en realidad no ejerce ningún tipo de liderazgo. El poder no es bueno ni malo, es como el propio liderazgo: en sí no tiene bondad o malicia y más bien las intenciones son lo que cuentan.

Tratando entonces de entender la relación entre liderazgo y poder me he estado preguntando cómo es que se diseña, se genera y se produce el poder -y el liderazgo-. No creo que sea un tema meramente de actitudes o competencias personales, o de caerle bien a la gente para que nos hagan caso; no, me parece algo mucho más elaborado.

Recuerdo muy bien que Carlos Llano repetía en inumerables ocasiones que un líder o un jefe deben tener una vocación de servicio. Están para servir. Hace mucho sentido: un buen jefe o empresario que sirve de guía a su gente, les ayudará a lograr resultados que a su vez serán los propios resultados. Un líder que tiene vocación de servicio y se presta para ayudar a los demás será seguido de manera natural.

Entendiendo que un buen líder tiene espíritu de servicio, le ayuda a su gente a lograr sus resultados y además tiene la capacidad de diseñar su propio camino y el de los demás, entonces comprendo lo que decía mi profesor: claro que ese líder tendrá un poder que es muy difícil disminuir o quitar y que además si lo usa bien va a lograr grandes resultados. No hay mayor poder que tener a un montón de gente siguiéndote ciegamente; el asunto entonces está en cómo diseñar ese camino para evitar que sea hacia el fracaso individual y comunitario.

En teoría parece fácil: trazarse objetivos y buscar el cómo sí lograrlos todo el tiempo. En la realidad no es así: si bien el camino puede estar bien trazado siempre habrá obstáculos a superar y en ocasiones hay que cambiar de dirección para llegar al mismo objetivo. ¿Cómo tener entonces la visión que necesita el líder para no equivocarse en el diseño de su propio camino y el de los demás? Regresamos al poder: hay que usarlo y con mucha humildad. Usar el poder con humildad es escuchar a la gente que tenemos en el propio camino, en el campo de batalla, tomar decisiones en conjunto más que individuales, fortalecer y transparentar la comunicación. Entonces serán los mejores elementos para poder, continuamente, estar diseñando ese camino por el cual tendrá que andar el propio líder y su gente.

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