EL LOBIZÓN: LA MALDICIÓN DEL SÉPTIMO HIJO
Mitos y leyendas |
EL LOBIZÓN: LA MALDICIÓN DEL SÉPTIMO HIJO
En un rincón apartado de los montes chaqueños, donde la luna llena parecía más cercana y las noches se llenaban de murmullos del viento, existía una creencia tan antigua como el mismo pueblo: el séptimo hijo varón estaba condenado a cargar con una maldición. En cada luna llena, ese hijo se convertiría en el Lobizón, una criatura mitad hombre, mitad lobo, que vagaba en las sombras, con un aullido que helaba la sangre de cualquiera que lo escuchara.
La familia Peralta, como muchas en esas tierras, vivía de la cría de animales y del trabajo duro. Eran pobres, pero honrados. Cuando nació su séptimo hijo, Joaquín, la madre, doña Elena, sintió un frío inexplicable recorrerle la espalda. No era supersticiosa, pero el peso de las historias del pueblo no la dejaba tranquila. La gente murmuraba a sus espaldas: "Ese chico está marcado", "Es el séptimo... ¿y
A medida que Joaquín crecía, su madre intentaba protegerlo de las habladurías. Era un niño como cualquier otro, quizás más callado, con una mirada profunda que parecía ver más allá de lo visible. Pero al cumplir los 13 años, algo comenzó a cambiar. Joaquín se despertaba agitado en las noches, con sueños que no podía explicar. Decía sentir el llamado del bosque, un susurro que lo atraía hacia la espesura de los montes.
La noche en que apareció la primera luna llena después de su cumpleaños, Joaquín desapareció de su cama. Su madre, desesperada, lo buscó en el rancho y en los alrededores, pero no había señales. Al amanecer, lo encontraron en un claro del bosque, cubierto de tierra, desnudo y temblando. Sus manos estaban arañadas, y sus ojos tenían un brillo extraño, como si en ellos quedara un rastro.
Esa fue la primera vez, pero no la última. Cada mes, durante la luna llena, Joaquín desaparecía. Al principio, la familia intentó quedarse en casa, amarrándolo con cuerdas. Pero siempre lograba soltarse, y al regresar, sus ropas estaban hechas jirones y traía consigo un olor a bosque húmedo ys.
Los rumores en el pueblo crecieron. Los gallineros amanecían saqueados, y los perros aullaban toda la noche. Algunos vecinos decían haber visto una figura oscura corriendo entre los árboles, con el cuerpo de un hombre pero la velocidad y ferocidad de una bestia. Empezaron a llamarlo "el Lobizón".
Una noche, los hombres del pueblo decidieron cazar a la criatura. Armados con machetes, escopetas y antorchas, se internaron en el monte. La luna llenaba iluminaba su camino. Encontraron huellas que no podían explicar: parecían humanas, pero con las marcas profundas de garras. Los perros ladraban y luego callaban, como si algo los aterrara
En el corazón del monte, lo vieron. Era una figura encorvada, cubierta de un pelaje grisáceo. Sus ojos brillaban con un rojo intenso. Uno de los hombres levantó su mira, pero antes de disparar, la criatura soltó un grito desgarrador. Era un sonido que mezclaba el llanto humano con el aullido de un
Cuando se acercaron, descubrieron a Joaquín, desnudo y temblando en el suelo. Los hombres bajaron las armas. Uno de ellos, un anciano llamado don Anselmo, dijo en voz baja: "No es una bestia, es un alma condenada". La familia de Joaquín pidió ayuda al cura del pueblo, quien realizó una bendición y roció agua bendita sobre el joven. Sin embargo, no hubo solución. La maldición seguía
Al final, los Peralta abandonaron el pueblo. Se decía que habían ido hacia la ciudad, donde nadie conocía su historia. Pero los montes no olvidaron. Años después, los aullidos continuaban resonando en las noches de luna llena, y la gente seguía contando la historia del Lobizón, el séptimo hijo condenado a ser mitad hombre y mitad lobo, prisionero de un destino marcado.
MAEART
Análisis |
La leyenda del Lobizón refleja cómo las comunidades, especialmente en contextos rurales, pueden cargar a ciertas personas con las expectativas y temores derivados de sus creencias. Ser el "séptimo hijo" se convierte en una maldición, independientemente de los deseos o acciones del individuo. Esto simboliza cómo los prejuicios y las supersticiones pueden moldear las vidas de las personas, encerrándolas en roles o destinos que no eligieron.
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El Lobizón encarna lo desconocido y lo incomprensible, aquello que no se ajusta a las normas establecidas. Joaquín, el joven protagonista, es rechazado no por lo que hace, sino por lo que representa: una amenaza al orden. Este rechazo puede extrapolarse a cualquier persona que, en la sociedad, sea vista como "diferente" o "extraña". La historia denuncia el peligro de deshumanizar al otro basándose en miedos irracionales.
El Lobizón no es completamente humano ni completamente bestia. Esta dualidad simboliza la lucha interna que todos enfrentamos entre nuestras partes civilizadas y nuestras emociones más primarias. Joaquín no eligió ser el Lobizón; es víctima de una maldición que lo transforma en algo que no comprende. Esto nos recuerda que todos cargamos con conflictos internos y que no siempre somos responsables de aquello que nos atormenta.
El pueblo, temeroso y armado, busca destruir lo que no entiende. Esto refleja cómo las comunidades, en su afán de protegerse, pueden actuar de forma violenta e irracional. Es una advertencia sobre el peligro de las masas motivadas por el miedo, que a menudo olvidan la empatía y la razón entra en una distorsión explícita.
Joaquín y su familia se ven obligados a abandonar el pueblo, marcados por una condición que no pidieron. Esto pone de manifiesto cómo el rechazo social puede empujar a las personas al aislamiento, privándolas del apoyo y la comprensión de todos.
El cuento del Lobizón es más que una historia de terror: es una metáfora sobre la exclusión, el miedo a lo diferente y las cargas que la sociedad puede imponer a los individuos. Nos invita a cuestionar cómo reaccionamos ante lo desconocido y cómo nuestras creencias pueden influir en la vida de los demás. También nos recuerda que detrás de cada leyenda hay una verdad humana, y esa verdad.
Editor
Coach de Desarrollo Profesional |Periodista. Potencio y Acompaño a personas en su proceso de cambio de MindSet.
6 días@Marcelo muy buena historia 💡