El poder del consumidor.
Un mago observando un show de magia. Algo así se debe sentir el publicista que participa de un focus Group, es por eso que no es ético que los publicistas participemos de este tipo de técnicas de estudio. Se nos haría muy fácil detectar las verdaderas intenciones del moderador encargado de darle foco a la sesión y conociendo el gusto por la literalidad de la gran mayoría, tendríamos la ventaja de hacer comentarios que influyan en otros participantes. Ante este hecho, resulta inevitable no preguntarse ¿Entonces, qué tipo de marcas consume un publicista?, ¿Cuáles son esas marcas que persuaden al que persuade?, ¿Qué les dicen estas marcas a los publicistas para que se enamoren de ellas? ¿Cómo hacen para estar dentro de las conversaciones en la vida de estos publicistas?
Las preguntas anteriormente formuladas tendrían sentido si asumimos que una persona al convertirse en publicista, abandona su condición de consumidor. Pero sabemos que esa figura es un absurdo absoluto. Antes de ser publicistas, somos sobre todo consumidores. Racionalmente podemos inferir las estrategias detrás de los mensajes, sabemos cuáles son las técnicas y tácticas que usa la comunicación para generar preferencia, pero aún así no podemos escapar a nuestra condición humana de ser dominados por la emoción. Recibimos los mensajes de las marcas como un consumidor más. Puede ser que mas tarde tengamos la capacidad de analizar y racionalizar el mensaje, de dar nuestro punto de vista profesional al respecto, pero en los primeros segundos, nuestra emoción recibe y procesa el mensaje como lo haría cualquier otro consumidor.
Sí, en resumen somos consumidores. Pero no cualquier consumidor, sino uno con la sensibilidad suficiente para sacarse sus zapatos y luego ponerse en los del otro. Un consumidor que tiene la habilidad de diseñar mensajes para las marcas que generen lealtad en otros consumidores. ¿No debería ser preocupación de las marcas, ganarse el corazón y la mente de éstos consumidores en primer lugar?, ¿No deberían las marcas buscar una relación que vaya más allá de lo puramente transaccional con estos consumidores?, ¿Deberían las marcas esperar que estos consumidores consuman sus productos por el simple hecho de manejar su comunicación? Estas líneas escritas en un artículo de la revista Puromarketing sobre el consumidor en el año 2015, parecen tener la respuesta: “En el camino hacia establecer una relación emocional, las marcas tienen que tomar también otro camino y uno mucho más complicado. Tienen que ser íntegras, ser transparentes. Los consumidores no establecen relaciones emocionales (o al menos no relaciones emocionales positivas) con aquellos que los engañan, que les ocultan información o que manipulan el entorno en el que se mueven. Las marcas tienen que ser íntegras, tienen que hacer que la información fluya de forma sencilla y tienen que resultar cercanas al consumidor”