El Poder Judicial no pertenece ni a los jueces ni a los partidos políticos, sino al pueblo

El bloqueo del PP a la renovación del CGPJ conlleva graves consecuencias en el sistema democrático y en el funcionamiento de la Justicia.

Seguramente recordarás haber estudiado en el instituto o en la universidad aquello de que la democracia consiste, entre otras cuestiones, en el establecimiento de tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial. Seguramente habrás leído o escuchado en algún medio de comunicación que esos tres poderes emanan de la voluntad del pueblo. Esto quiere decir que deben representar de algún modo lo que la sociedad de un país haya expresado en las urnas.

Es precisamente eso lo que el PP quiere evitar, que la composición del Consejo General del Poder Judicial, órgano de gobierno de la Justicia, represente a la voluntad del pueblo español cada vez que el pueblo vota mayoritariamente a fuerzas progresistas. En Génova tratan de que el propio electorado sea un convidado de piedra en las elecciones a las que se le convoca. Es la norma, que no la ley, en el funcionamiento de la derecha de nuestro país. Es un ejemplo bien claro de cómo entiende el PP el Estado y las instituciones, un cortijo que les pertenece por derecho propio a ellos y no al pueblo español.

En resumen, el Gobierno no pertenece al presidente ni a los partidos políticos, sino al pueblo.

Con su bloqueo a la renovación de los vocales del CGPJ, el PP está impidiendo que se den algunos principios básicos de cualquier democracia. El primero de ellos, como se ha explicado es el de que todos los poderes del Estado emanan del pueblo. Pero también, otros. Es el caso del respeto a las mayorías. La mayoría absoluta de Rajoy en el Parlamento con la que se eligió a los vocales del CGPJ en aquella época, es hoy una minoría parlamentaria. Una minoría que está imponiendo su voluntad de mantener al frente a unos responsables de la Justicia con un mandato caduco.

Por otro lado, el PP está impidiendo también que se produzca la tan necesaria alternancia al frente de las instituciones democráticas. Sin esta posibilidad de alternancia, siempre estarán los mismos, pase lo que pase. Si siempre estarán los mismos, se le está impidiendo a alguien su legítimo derecho a ser elegido. Por otro lado, cabe preguntarse qué alicientes se tiene para trabajar de manera diligente y transparente si pase lo que pase, te mantendrás en el poder. Del mismo modo, si nada se puede hacer, qué incentivos tendrá la oposición para llevar a cabo su tan necesaria tarea en cualquier sistema democrático.

El descrédito al que el PP está llevando las instituciones judiciales de España en la Unión Europea no tiene precedentes tras la pérdida de tiempo a la que ha sometido a Bruselas con una negociación en la que no tenía ningún interés de desencallar la situación.

Además de estas, el bloqueo del PP a renovar el CGPJ conlleva otras graves consecuencias. La primera víctima de su comportamiento es la credibilidad del sistema judicial y de las decisiones que tome de cara a la ciudadanía. También tiene repercusión en el funcionamiento interno de la Justicia, con decenas de puestos de jueces vacantes. Pero también, en el ámbito internacional. El descrédito al que el PP está llevando las instituciones judiciales de España en la Unión Europea no tiene precedentes tras la pérdida de tiempo a la que ha sometido a Bruselas con una negociación en la que no tenía ningún interés de desencallar la situación.

La estrategia de bloqueo del CGPJ es habitual, como decimos, cada vez que la ciudadanía manda al PP a la oposición. Sin embargo, ningún líder de la derecha había llevado tan lejos este uso torticero de la Justica como lo ha llevado Feijóo. Son más de  una veintena de excusas, más de 2.000 días de bloqueo, más de cinco años sin renovar a los miembros del gobierno de la Justicia solo porque un ciudadano, Feijóo, o un grupo de ciudadanos, los dirigentes del PP, están imponiendo sus intereses personales y partidistas frente al interés general del conjunto de la ciudadanía.

En resumen, el Gobierno no pertenece al presidente ni a los partidos políticos, sino al pueblo. El Parlamento no pertenece a los parlamentarios ni a los partidos políticos, sino al pueblo. Y el Poder Judicial no pertenece a los jueces ni a los partidos políticos, sino al pueblo. Sería bueno que lo entendiera el PP para dejar de atacar con sus actos a la Justicia. Sería bueno que también lo entendiera la sociedad para defender su papel en la democracia: decidir quién está al frente de las instituciones democráticas.