El primer escalón en meditación
La cara del joven transmitía la felicidad y el cansancio, a la vez, tras una buena jornada de siembra.
Montaba el burro y junto a ellos, guiando con la rienda al animal, caminaba su padre.
En el camino vieron volvían que de frente se acercaban dos mujeres, volvían del mercado cargadas con las cestas vacías porque habían vendido todos los huevos.
No apartaban la vista de ellos. Miraban despectivamente al joven que viajaba a lomos del burro. Al cruzarse con ellas, escucharon cómo una le decía a la otra:
- ¡Vergüenza me daría a mí ir sobre el burro, siendo joven y fuerte, mientras veo a mi padre, viejo y cansado, andando! La juventud de hoy en día... ¡Mi padre jamás hubiera consentido algo así!
El hijo, al escuchar el comentario, pensó que las dos mujeres tenían razón y, avergonzado, desmontó del burro y le dijo a su padre:
- Papá, tú monta sobre el burro. Yo soy más joven y el trabajo me cansa menos, así que puedo andar hasta casa.
Al padre no le pareció mala idea y montó a lomos del burro. El hijo, tomó las riendas del animal y continuó el camino a pie.
Apenas habían andado un kilómetro, cuando se cruzaron con unos peregrinos. Al pasar por su lado, uno de ellos, miró al padre con severidad y comentó en voz alta:
- ¡Menudo padre! Él a lomos del burro y el pobre jovencito tiene que ir caminando. ¿Y a eso lo llaman ser padre?
Padre e hijo se miraron, y pensaron que para tener contento a todo el mundo, continuarían el camino montando los dos a lomos del burro.
Al poco, vieron a los lejos a un hombre que en medio del camino gesticulaba y parecía querer decirles algo. Cuando estuvieron cerca un grupo de gente, atraída por los gritos, había formado un corro y, al pasar junto a ellos, los increparon:
- ¿No os da vergüenza?, ¡Pobre animal! Vosotros montados sobre el pobre burro, bien cómodos, y el pobre reventado y con la lengua fuera.
Si no puede con su alma, ¿Cómo va a soportar el peso de los dos? ¡No hay derecho! ¡Eso es maltrato animal!
Padre e hijo, avergonzados por la acusación, desmontaron, le dieron hierba fresca y agua, y empezaron a andar junto al animal.
Por fin, llegaron a su pueblo andando uno a cada lado del burro.
Al pasar junto al Ayuntamiento, oyeron grandes carcajadas procedentes de un grupo de gente que los señalaba con el dedo y se burlaba de ellos diciendo:
- ¡Vaya par de tontos! ¿Quién es más burro de los tres?
- ¿A quién se le ocurre ir caminando teniendo un burro que puede llevarte cómodamente?
- A este burro le ha tocado el premio gordo, así anda él de ligero y feliz.
Esta fábula que se suele emplear como medio de potenciar la autoestima, me gusta aplicarla al mundo del diálogo interno,
Las creencias integradas en el subconsciente generan los pensamientos inconscientes, ese continuo diálogo interno sobre diferentes modos de sentirse o actuar ante una situación.
La parte que censura y la parte emocionalmente atacada que puede defenderse de diferentes maneras.
¿Hay algún modo de parar esa lucha interior?
Sí, desde luego, hay varios. Mi herramienta favorita es la meditación.
Cuando enseño a meditar, siempre empiezo por exponer a mis alumnos que lo que voy a compartir con ellos es mi manera de sentir y hacer meditación, el resultado de mi experiencia de décadas entrenando mi mente.
Y que el objetivo es que ellos encuentren su manera de sentir y experimentar el estado meditativo, para ello explico que, la imagen que tienen de la meditación no suele ser del todo correcta.
La típica imagen del yogui con la mente en blanco, durante horas, en la postura del loto.
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Ejem, ejem, ejem. Aquí, me gusta aclarar tres cosas
Hay prácticas (llamémoslas formales) que pueden durar horas o minutos y prácticas (llamémoslas informales para el día a día) que se pueden hacer durante un minuto. Además hay prácticas estáticas y hay prácticas en movimiento.
Dejar la mente en blanco no es una expresión correcta, si intentas no pensar ya estás pensando, más bien se trata de observar los pensamientos sin perseguirlos ni quedarse atrapado en ellos.
Bajar su volumen y permitirlos estar en segundo plano, como una suave melodía de fondo que te ayuda a relajarte.
Pillarse distraído y, con una sonrisa, volver a la meditación es crear el músculo de la meditación.
El estado meditativo no se busca, surge espontáneamente, él es quien te encuentra cuando estás concentrado de una manera particular, libre de expectativas y juicios.
Aunque llevo décadas meditando, hay muchas prácticas en las que solo tengo breves incursiones en el estado meditativo (si cuando me encuentra, me apego a seguir ahí se escapa).
Sin embargo, en prácticamente todas, entro en segundos en un estado de relax y bienestar absoluto que se alarga más allá de la practica.
Hay varios niveles o escalones de profundización de la mente, el primer escalón de todas las prácticas meditativas es desarrollar la concentración y estar en relax y bienestar.
Hoy te quiero compartir una práctica sencilla, de las que puedes realizar durante uno, dos o cinco minutos en cualquier momento del día y casi en cualquier lugar.
Es una práctica sencilla, que consiste en observar y sentir la energía en tus manos.
Al final somos energía vibrando, seamos conscientes de ello. Ya me dirás qué te parece.
Ponte un temporizador de dos o cinco minutos, lo que quieras.
Siéntate con la espalda recta y el mentón ligeramente inclinado hacia abajo. Los hombros y los brazos relajados con las manos apoyadas en tus muslos y las palmas hacia arriba.
La zona del cuello, pecho y hombros, lo más suelta posible.
- Inspira lenta y profundamente. Y al espirar, un poquito más despacio, lleva la linterna de tu atención a tus manos.
Observa tu mano derecha, toma consciencia de los dedos y la palma, de su forma... de su sensación.
Dirige la linterna de tu atención a la mano izquierda, y fíjate en los dedos y en la palma, en su forma y en su sensación.
- Vuelve a inspirar, y al espirar enfoca tu atención a las dos manos a la vez, y al espacio que hay entre ellas.
Ve acercando las dos manos, poco a poco, a golpecitos suaves, hasta que casi casi se junten.
- Ahí, empieza a jugar con tus manos, muévelas manteniendo la distancia hacia la derecha o hacia la izquierda.
Haz como si las frotaras suavemente, haz círculos como si amasaras miga de pan con ellas.
Luego sepáralas, poco a poco. Ve creando como una bola de energía imaginaria entre tus manos.
-Ten en cuenta que donde va tu atención, va la energía. Recuerda tener tu atención siempre puesta en el espacio entre tus manos.
Si te despistas persiguiendo a alguno de los pensamientos que surjan vas bien, desarrollas la concentración cada vez que te descubres y vuelves a poner tu atención al espacio entre tus manos.
Cuanto más mantengas el foco de tu atención en ese espacio, más notarás la energía.
-Cuando empieces a tener sensaciones en tus manos, ve separándolas manteniendo esa bola de energía que has creado…. Cuando acerques las manos sentirás más la energía como sensación de calor, o frio, u hormigueo.
-Si tardas en sentirla, ten paciencia, solo observa tus manos su forma su sensación. Poco a poco verás como empiezas a tener sensaciones.
Cuando suene el temporizador, toma una inspiración profunda y mientras espiras observa un segundo cómo te sientes.
La práctica ha terminado.
Hari Om Tat Sat
Enseño a comunicar a emprendedores para que hagan crecer su negocio tejiendo relaciones emocionantes con palabras | Copywriting | Consultoría 1:1 | Creadora de FresTopLinkedIn | Formadora | Copywriter emocional.
10 mesesPreciosa la fábula, preciosa la descripción de tu práctica de meditación. Lo que tú llamas meditación yo lo hago en el silencio de la oración. Porque la oración no es una repetición formal de cosas aprendidas, sino un diálogo interno con una Presencia más grande. Y para llegar a ese diálogo primero hay que pararse a sentirse uno mismo como describes. Sin esa meditación/silencio de la oración, es imposible afrontar bien el día y la vida. Precioso artículo, ¡gracias!
Terapeuta Medicina Alternativa Master Universidad Juan Carlos I (Naturopatía / Homeopatía/Medicina Natural/ Dietética y Nutrición
10 meses💯👍