El Ruiseñor en silencio
Juan Aya
1 de marzo de 2021
De La Paz al Cielo. Un viaje que realizó el Ruiseñor del Cesar desde el 31 de marzo 1949 hasta que su corazón no resistió más y se fue del mundo de los mortales el 28 de febrero de 2021.
Jorge Oñate, fue el "culpable" de que en mis años de bachillerato tejiera lazos indelebles y perdurables a través del tiempo con el folclor vallenato.
El Jilguero de América nunca se imaginó que con su magistral interpretación del canto Nido de amor, del inolvidable Octavio Daza, me enamoraría por siempre de la música de acordeón y que su voz serviría como punto de partida de un romance eterno, que permanece con los años.
Jorge Oñate hizo que sus dos más cercanos intérpretes también volaran con sus propias alas. En su conjunto con los hermanos López, Alfonso "Poncho" Zuleta fue guacharaquero y el gran
Diomedes Díaz "El Cacique de La Junta", era auxiliar y cargaba los instrumentos y los cables y luego sellaron con sus voces una gran parte de la historia del vallenato.
La grandeza de Jorge Oñate fue ser humilde y además darle oportunidad a muchos jóvenes acordeoneros que hicieron el kinder con el respaldo de la voz del Ruiseñor, entre ellos Juancho Rois, Julián Rojas, El Cocha Molina, Álvaro López, Cristian Camilo Peña y Fernando Rangel, entre otros.
Brilló con las notas de Miguel López, Colacho Mendoza, Raúl Martínez y Emiliano Zuleta Díaz.
Su voz, su estilo, su ternura para interpretar no pasarán de moda. Su voz como su legado es inmortal.
Muchos éxitos de grandes compositores tuvieron la distinción de su voz y de su inigualable interpretación. El Ruiseñor ya no estará en los escenarios pero sus cantos son eternos como su amor por los suyos y por su folclor. La canasta de ensueño, devuélveme mis sentimientos, calma mi melancolía, mujer marchita, corazón del valle, el invencible y muchas más hacen parte de su testamento en vida que nos queda luego de su triste y dolorosa partida.
Hoy duele el corazón, el alma no entiende y los ojos aguados dejan escapar lágrimas de tristeza por el viaje al Coro Celestial. El hombre que en las entrevistas decía con humor que los tres mejores y preferidos cantantes eran: Jorge Oñate, El Ruiseñor del Cesar y el Jilguero de América, se va, se va.
Se fue el dueño de una escuela, de un estilo y de una época de más de 50 años interpretando cantos del más bello folclor.
El dolor aumenta al ver a su familia en el homenaje póstumo y sentir que los compositores e intérpretes lloraban al cantarle al gran Jorge Oñate.
Su esposa Nancy Zuleta y sus hijos Juan Pablo, Delfina, Jorge y Jorge Luis, hoy son el testimonio del amor de un hombre que construyó su familia al lado de su larga carrera musical.
La música vallenata está de luto. Su muerte nos dejó sin Oñate y dejó al Ruiseñor en silencio.