El sastre de la felicidad

He cometido muchos errores a lo largo de mi vida, y de todos he aprendido.

El único error que no he cometido es amar intensamente, amarme a mí mismo y a los demás.

He roto todas las barreras del protocolo políticamente correcto, me he expuesto públicamente en mis ideas, en mis emociones, en mis quehaceres y muchos me dijeron que esa exposición pasa factura.

La única factura que nunca hubiera querido pagar es haberlo realizado esperando un rédito económico.

Soy un desastre en muchas coas, lo reconozco. Desde pequeño soy un “manos rotas”, todo se me cae de las manos, no puedo tener en casa objetos de decoración de alto valor porque se me rompen. No se poner una puntilla, y el bricolaje me parece una carrera más difícil que la física nuclear. Además, soy muy malo en recordar los nombres, aunque una cara jamás se me olvida. No he comenzado a practicar deporte hasta los 46 años por lo que me he perdido toda una infancia de juegos de equipo de testosterona adolescente y de rituales grupales.

Sí, soy un desastre, he de reconocerlo. Me he equivocado innumerables veces de estrategia empresarial, me he arruinado, comenzado desde cero varias veces, y vuelto a caer. En cada una de estas caídas al precipicio siempre he sido capaz de aterrizar gracias al paracaídas del amor y la amistad, a la sutil protección de mi resiliencia.

He dejado de buscar, si. Por fin, a los casi 50 ya no busco. Porque he encontrado. Desde pequeño me dijeron que había que buscar los sueños, que había que luchar por ellos. Durante muchos años me coloqué el uniforme del ejército de los “luchadores de sueño”. Ya no, he entregado las armas, el uniforme, firmado la paz conmigo mismo…Me he amnistiado. Ya no lucho, es innecesario.

El gran secreto es que no hay que buscar ni luchar, lo mejor está dentro de mí, y vivo mi presente, aquí y ahora con la máxima voluntad de disfrutar cada segundo compartiendo con los demás mi felicidad.

La felicidad que no se comparte no es una felicidad verdadera. El ser humano ha nacido para compartir su felicidad, para vivir en comunidad la compasión y dejar un legado de amor. Esto no lo enseñan en las escuelas de management, ni en muchos MBA de esos que te tienes que empeñar hasta tu casa para poder realizarlos. Toda la vida buscando Tener: tener dinero, tener éxito, tener reconocimiento, tener relaciones, tener clientes, tener seguidores, tener una buena casa, tener una cuenta corriente don 15 números…

Y lo único importante, lo único que realmente poseemos en nuestro SER: ser buena persona, ser tolerante, ser compasivo, ser amigo, ser amor, ser consciente, ser generoso, ser eficiente, ser proactivo, ser profesional, ser congruente….SER.

Nuestro cerebro está programado para generar estados emocionales de felicidad, tenemos cien mil millones de neuronas que se conectan a una velocidad increíble generando sinapsis para combatir el desaliento. Desde la felicidad, desde la sonrisa es imposible generar cortisol, catecolaminas, imposible.

Soy un desastre, pero también soy un sastre, he confeccionado mi propio traje emocional, entrenado mi cerebro para generar nuevos hábitos que han creado neuroconexiones facilitadoras del cambio, de la evolución, de la aparición de un nuevo estado de bienestar atemporal: Aquí y ahora soy feliz. Aquí y ahora deseo compartir. Aquí y ahora amo sin que me duela.

La vida es un viaje, una carrera de fondo…Deja de correr y luchar para alcanzar tus sueños. Disfrútalos desde ahora, y lo más importante: No busques en el exterior lo que ya posees en el interior.

Felices fiestas a todos mis seguidores.

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