El secreto de la paternidad

Para quienes les interese saber como me fue en la celebración de padre, les contaré que la síntesis del día fue cuando mi hijo me preguntó ¿papa te gustó pasar el día entero jugando conmigo?

Es una pregunta que entraña elementos muy complejos en su interior. Por ejemplo, cuando estaba recién casado, con mi esposa consideramos que no estábamos listos para ser padres, y nos asistía la razón.

Incluso cuando nació mi hijo aún no estaba preparado, y aunque desde entonces estudio, leo libros, asisto a terapia, recibo acompañamiento especializado, aún me sigue faltando mucho para ser el padre que quisiera.

Por eso cuando mi hijo pregunta si me he divertido a su lado, llega a mi una revelación maravillosa: mi hijo no tiene mecanismos para evaluar mi papel, solo tiene un padre que soy yo, y una sola vida que es esta. No hay forma de repetir o comparar, no es viable a sus 5 años hacer un benchmark de papás para evaluar si recibe el mejor servicio... es lo que hay y punto.

Así que por más que me esfuerce por hacerme un cada vez mejor ser humano, para desenvolverme mejor como padre (y más vale que siga tratando), no puedo perder de vista que lo realmente importante es estar ahí para mi hijo, para jugar, para enseñar, para aprender, incluso para reñir.

Es seguro que nunca alcanzaré la perfección paternal, y jamás iba a estar lo suficientemente preparado para ser padre, pero la vida me dio el regalo de serlo precisamente para recordarme que la belleza de la vida no está en la perfección sino en el amor genuino.

Un saludo a todos los padres que nunca estuvieron preparados y que a pesar de saberse imperfectos, se esmeran por dejar un mejor mundo para sus peques.

Posdata: hijo, si algún día lees esto, espero que también hayas disfrutado de jugar conmigo todo el día.