El sentido en el trabajo

Regreso de un viaje interior acompañado por Víctor Frankl por las páginas de su libro El hombre en busca del sentido. Vuelto recientemente comparto un pensamiento mínimo sobre un descubrimiento para mí interesante, al contraponer la lectura de su biografía con la navegación por LinkedIn.

Buscamos sentido en el trabajo (y la vida), sin dudas. Y esto es una indicación que nos diga para adónde ir. Lo sabemos, creo que todos lo sabemos. Pero muchas veces lamentablemente elegimos no escuchar. Voluntariamente decidimos separar (separarnos) en nuestro interior, por un lado lo que HAGO, por el otro lo que SOY. ¿Porque es más cómodo, fácil y llevadero? Tal vez.

Tarde o temprano nos encontramos con nosotros mismos o haciendo lo que hacemos o dejando de hacer lo que hacemos. Nos encontramos porque somos incansables, únicos, perseverantes, inconformistas… nos encontramos, no con lo de afuera que viene y va sino con lo de adentro que nos quema (bien) y nos llama.

A veces preguntamos por dónde ir porque estamos perdidos y otras veces por inseguridad. En ocasiones nos lanzamos y nos perdemos, y en alguna que otra oportunidad nos quedamos quietos. Mientras esto sucede, en LinkedIn nos informamos que tenemos 37hs por semana para buscar nuestros sueños, o eso leo por ahí. Las oportunidades que tenemos son pocas. El dinero no es la principal motivación para trabajar. Que el 80% del éxito se basa simplemente en insistir. Que sin datos soy solo otra persona con una opinión. Que un cambio mínimo puede ser un gran descubrimiento. Si alguien me da una oportunidad yo haré que valga la pena. No hace falta alguien que me complete sino que me acepte completamente. Podemos sufrir menos si nos hacemos responsables de nuestra propia mente… etcétera etcétera.

Y Frankl que susurra: “El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida”. Y luego: “El amor a sí mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia.”

Y veo, cada vez más, una disociación entre la mente y el cuerpo que trabajan y el espíritu que descansa de lunes a viernes de 9 a 18hs. Y noto que el fin de semana el espíritu se levanta para recordarnos que vive en nosotros pero volvemos a sedarlo una semana y otra y otra. Hasta que finalmente, ese espíritu un día se cansa (¿o es lo más profundo de nosotros mismos que busca unirse?), si es que nosotros no nos damos cuenta antes que la vida es corta. Mientras, nos gritan de afuera un coro de frases lindas que son como cientos de personas indicándonos el camino a la vez. Y las escuchamos, pero nos falta algo más.

Entonces el espíritu nos invita, no a dejar de hacer lo que HACEMOS, no a salir catapultados de donde estamos, no a no escuchar a nadie, no a volar por volar, no a buscar algo nuevo o distinto o imaginariamente mejor, sino a unir lo que SIENTO y SOY con lo que HAGO y PIENSO. Y entonces sí, la plenitud (estar lleno interiormente) brota y nuestra vida cambia sin cambiar lo que pienso y lo que hago sino que va llenándose de vida. Y entonces el trabajo cobra sentido.