Adaptarnos a la nueva comunicación o quedarnos afuera.
Estamos en la época del “ya no basta con…”. Nos encontramos en medio de un cambio vertiginoso de las estructuras de la comunicación.
El adverbio de tiempo: “YA” nos da la pauta de la inmediatez de los tiempos que vivimos. Si bien podría tratarse sólo de una sensación (y si decidiéramos desconectamos por un día no moriremos por ello) la vida cotidiana con sus responsabilidades se relaciona directamente con las nuevas tecnologías.
Les llamamos “nuevas” aunque internet en la Argentina irrumpió de lleno a mediados de los 90 y ya pasaron más de dos décadas. Pero “nuevas” también significa “en evolución constante”, y este es el desafío actual.
Me he pasado los últimos 30 años de mi vida en redacciones de medios de comunicación audiovisuales nacionales y también en algunos períodos en medios gráficos, y he visto pasar los diversos cambios y adaptaciones de los medios a las nuevas formas de comunicación.
Los diarios papel, hace no más de un lustro eran bienes preciados y motivo de pelea por su posesión en redacciones, estudios y también, claro, en los bares. Hoy están en un rincón y se resisten a desaparecer.
Dónde quedaron aquellas “transmisiones vía satélite” si hoy esta es la vía física de comunicación imperante por lejos? Y el cable coaxial? Y el fax?
En cuanto a las transformaciones en las plataformas para la generación de noticias primero ocurrió el salto de las ¨teletipos” a Internet.
Aquellos aparatos imprimían los “cables de noticias” que emitían las agencias a través justamente del sistema cablegráfico. Este servicio al que diarios, radios y canales estaban abonados (DyN, NA, Télam, UPI, AP, DPA, ANSA, Reuter, France Press, etc) mutó de la teletipo a la PC con una terminal impresora de formularios continuos. Luego, en poco tiempo, con la llegada de Internet, la transmisión de datos varió del cable a la web. Si bien durante un buen tiempo en las redacciones se les siguió llamando a los despachos de las agencias “cables”, estos ya no eran tales.
Llegó el tiempo de los “portales de noticias” y todo comenzó a simplificarse. Ejemplo de esto es que una noticia redactada en una página informativa es acompañada de una o más fotos. Antes de ello los servicios de agencias de noticias emitían el texto, y en forma diferenciada las “radio-fotos”, mediante el pago de un plus.
Por tanto, el teléfono era un auxiliar indispensable para poder recabar información. Teníamos que hacer llamadas para reunir datos de algún acontecimiento. Los mapas de la República Argentina, con sus rutas y el de la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores eran fundamentales; no existía Google Maps. Paleantología para los jóvenes de hoy.
Obtener una imagen para un noticiero de televisión dependía de tener un corresponsal en la región donde hubiera ocurrido el hecho y que éste, luego de trasladarse kilómetros (muchas veces cientos) registrara imágenes, fuera al aeropuerto más cercano y las enviara en el vuelo más próximo; o bien, que conectara la cassettera del camarógrafo al cable coaxial que podía encontrar (dependiendo del horario) en un local de la compañia telefónica. No existía WhatsApp ni el correo electrónico ni cosa que se le pareciera.
Hoy cualquier acontecimiento que ocurra en un punto del planeta puede ser registrado con el móvil de un particular y rastreado y bajado por nosotros por Twitter, colocando una palabra clave y seleccionando “fotos” o “video”, por citar sólo una de las posibilidades con las que contamos.
Estos nuevos medios de comunicación les pisan los talones a la radio e interactúan con conductores y oyentes en forma constante.
De más estaría que me explayara acerca de la industria del disco, captada hoy por Spotify y similares, o la industria cinematográfica esparcida a toda hora por streaming por Netflix o paginas más o menos “piratas”. Clases a distancia vía Skype?
Hace sólo unas tres décadas pensar en poder tomar una foto con un teléfono era ciencia ficción; hoy forma parte de uno de los actos más básicos y cotidianos de nuestra condición humana. Cuántas horas al día pasamos con los móviles en nuestras manos? Las posibilidades tecnológicas nos instalaron en una interacción en algunos momentos frenética con las redes sociales.
Las aplicaciones de mensajería instantánea dejaron atrás y casi como pieza de museo al SMS. WhatsApp es hoy el rey o la reina en este rubro, con la posibilidad de escribir, enviar fotos y video, transferir mensajes de voz, emitir en vivo como si se tratara de TV y expresar estados de ánimo a través de simbología ya incorporada al lenguaje como son los “Emojis”. Este último es todo un tema en sí mismo. Se reemplaza la expresión humana que hasta hace poco se describía con palabras por figuras que ya forman parte de las convenciones de comunicación generalmente aceptadas.
Debería referirme a las transacciones comerciales del E-Commerce y los trámites oficiales o particulares ".gob". Lo “on line” se impuso mucho antes de que pudiéramos percatarnos de la nueva realidad.
Se simplificó la vida en muchos aspectos pero en tanto y en cuanto tengamos un buen equipamiento tecnológico y conocimientos adecuados para poder operar.
Las nuevas generaciones se apodan “millennials”. Que este término los más grandes no lo utilicemos peyorativamente! En mi opinión debemos ubicarnos más cerca de ellos que de la añoranza de viejos sistemas de comunicación que ya no volverán.
Nos está faltando un tango al respecto.