EL TRÍO BOHEMIO
Pedro, Pablo y Paquito platicaban pausado en el patio de la casa de niña Berta.
Bastante brillantes y rimbombantes las burlas de aquellos bohemios de la cuadra.
Contaban historias y cantaban baladas, que cuantos amores conquistaban con cartitas y rosas espinadas.
Era exagerada la emoción que Pedro expresó al confesar su amor por Elenita, la de pecas tercas.
Todo tomaba sentido, Pablito un poco atrevido, contó un secreto que cuando pronunció tartamudeaba por nervios.
Nadie negó su impresión al escuchar semejante notición. ¡Al fin!
Fue lo que Paquito, al mismo tiempo que fruncía el ceño formulaba a sus amigos.
Hagamos ruido, aquejó el más antiguo y ambicioso del grupo.
Gritemos nuestros corazones al viento, proclamó el primero, y enorgullezcámonos por nuestras gracias y desgracias, sin lógica y sin razón.
Riamos, brindó el segundo, por nuestras realidades y ritmos de vida.
Vivamos, vaticinó el último, viendo nuestros vicios de tiempo consumirnos en verdades a medias.
Mérito de camarería fue el logro de tal algarabía en la casa de la esquina.
Aquella tarde, aquel trío tomó aquello que hacía más ruido y revivieron su espíritu una tarde más.