¿Empleabilidad o empleabilidades? Ser empleables en la era de la diversidad

¿Empleabilidad o empleabilidades? Ser empleables en la era de la diversidad

Cuando me acerque a mi problemática de tesis lo primero que construí fue la siguiente pregunta: ¿Cómo seleccionan los que seleccionan personal? No con el fin de construir un manual técnico, sino de analizar en profundidad qué tan receptivos se encuentran los selectores de personal a la diversidad del mercado de trabajo.

Leer bibliografía y darle marco a mi pregunta me acercó al concepto de “empleabilidad”. Para algunos quizás un concepto conocido o bastante escuchado en estos tiempos, para otros quizás un concepto nuevo.

La empleabilidad, conceptualmente, deviene de la habilidad de una persona de conseguir y permanecer en un empleo.

Haciendo una breve síntesis, los estudios sobre la empleabilidad nacen con la crisis del pleno empleo en los años ‘20 cuando el desempleo se volvía una problemática más visible y comenzaban a configurarse los cuestionamientos acerca de quién podía trabajar y quién no.

Los primeros análisis del concepto, limitaban esta categorización a:

  •  Los condicionamientos estructurales. Si eras pobre, vagabundo, mendigo, etc. 
  •  Los condicionamientos físicos y etarios. Si eras ancianos, si estabas enfermos, si eras una persona con capacidades diferentes, etc.
  • Los condicionamientos domésticos. Como era el caso de las mujeres que “debían” dedicarse al hogar y al cuidado de los hijos y ancianos.

Todos ellos eran “innempleables”.

Con el paso del tiempo la definición de empleabilidad tomó nuevas formas acercándose a lineamientos de requisitos técnicos, de formación y a continuación fueron las competencias (actitudes y aptitudes de una persona) - no muy diferente a lo que encontramos cuando leemos un aviso de búsqueda de trabajo.

Las definiciones mucho más integrales aportan un enfoque también de los determinantes de los contextos (desempleo estructural, crisis económicas) y de los cambios de paradigma que experimenta el mercado de trabajo (que deberían también abordar los espacios educativos) como es hoy en día la adaptación a la demanda en puestos de tecnología.

Hay un eje transversal que tiene que ver con esta lectura más integral del concepto y es que el concepto de “empleabilidad” mutó y fue tomando diversas formas en función también de los avances en la lectura de lo social.

Si volvemos al listado de los requisitos que hacían empleables o no a una persona nos damos cuenta que dichas categorías representan a grupos de alta vulnerabilidad a la hora de enfrentarse al empleo. Sin embargo, a lo largo de este último siglo se han reinventado categorías y prácticas para problematizar y trabajar por su integración laboral (no estoy afirmando que hayan dejado de ser vulnerables). El caso de las mujeres quizás sea el más significativo porque se vincula con un movimiento social de impacto como lo es el feminismo y la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo.

Dejando de lado este breve recorrido teórico, muchas veces comenté de qué trataba mi tesis en diferentes espacios y siempre que menciono el concepto de empleabilidad lo relacionan con algo externo, estático y determinado: con los criterios de selección que se leen en un perfil de puesto, con consejos de manual sobre cómo hacer un CV o sobre cómo presentarse a una entrevista de trabajo, con las cifras de un ministerio, etc.

Esta cuestión me motivo a pensar que, en realidad, el concepto de empleabilidad  está atado al concepto de diversidad, por eso sería siempre es más preciso hablar de “empleabilidades.

Así, hay tantas empleabilidades como personas en el mundo. 

La empleabilidad es nuestra identidad frente a los determinantes del mercado de trabajo. Nuestra empleabilidad es cambiante, no es rígida, es volátil, es diferente depende al ojo de quién la mire, es más rica para un tipo de puesto que para otro, para un tipo de empleador, para un tipo de empresa, para un tipo de mercado, para un momento socio-histórico.

Es por eso que hay que empoderarse por sobre nuestra empleabilidad; dejemos de ir a una entrevista de trabajo como si fuéramos una lista de requisitos. Nuestra empleabilidad es nuestra, no es de otro. No es de un selector, no es de un tipo que te dice cómo encontrar trabajo en tres pasos, tampoco es de nuestro empleador. Hay que ser analíticos de nuestras capacidades, de nuestras virtudes para ser precisos a la hora de “tomar acción” - ya sea buscar trabajo o cambiar de trabajo.

Otro día debatimos cómo nos seleccionan los que seleccionan pero mientras tanto pensemos que lo que nos diferencia de los demás es precisamente eso: Ser diferentes. Y en tiempos de innovación, ser y pensar diferente es un valor en alza.

Lic. Noelia Maizel

noemaizel@gmail.com


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