EMPLEO O AUTOMATIZACIÓN : DESCARTAR LA FALSA OPCION



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Nos encontramos en un momento de descubrimiento de competencias para un mundo en cambio.

Hasta ahora estuvimos inmersos en un mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), pero actualmente estamos en presencia de un nuevo paradigma RUPT (rápido, impredecible, paradójico y entrelazado) que llama a la acción; donde se pueden crear estrategias y tratar de predecir el futuro pero en un mundo de incertidumbre donde luego ocurre algo inesperado. Es como prepararse cuatro años para una Olimpíada sin saber en qué disciplina voy a participar hasta el día anterior del inicio de la competencia.

En referencia al impacto de la tecnología y la robotización en el mundo del trabajo nos encontramos con tres grupos: los negadores (esto es una moda y ya pasará), los apocalípticos (los humanoides dominarán el mundo y al hombre) y los racionales optimistas.

Estos últimos consideran que las habilidades humanas seguirán siendo requeridas a pesar de la automatización. La mitad de los puestos con sueldos de la actualidad desaparecerán en los próximos diez años. Pero no habrá escasez de trabajo; los puestos que se creen compensarán a los perdidos. La automatización es sinónimo de productividad y el mundo necesita de ello. La automatización conduce a acrecentar los niveles de actividad. Seguramente en tareas muy distintas a las conocidas hasta hoy. La historia demuestra que, revoluciones como éstas, se han vivido antes, aunque quizás no con tanta vertiginosidad.

Una clave es habilitar nuevos clientes; crear nuevos mercados. Por ejemplo el desarrollo del turismo y vacaciones en el exterior que ocupó a millones de ingenieros y trabajadores del entretenimiento. O bien oportunamente la irrupción de los cajeros automáticos en la actividad financiera: los empleados bancarios dejaron de expender dinero por ventanilla y pasaron a ser ejecutivos de cuenta, a la vez que se multiplicaron las sucursales.

La clave es la capacitación. Los alumnos que hoy están en la escuela trabajarán en labores que hoy todavía no se conocen. Se requerirán mayores y diferentes habilidades; y para ello hay que prepararse.

Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer o escribir, sino los que no puedan aprender, desaprender y reaprender.