IA: Gigantes con pies de barro
Me gusta llevar la contraria. No por fastidiar, sino por abrir debate. Me llevo la contraria a mí mismo. Es mi manera de tomar decisiones, sobre todo las difíciles. El conformismo puede ser cómodo, pero nunca te va a permitir encontrar mejores opciones. Llevar la contraria es una manera de explorar alternativas.
Así que con toda esta ola de fascinación irracional hacia las herramientas de IA generativas, tengo que plantarme y vindicar todo lo contrario, incluso aunque no esté del todo seguro de que esta sea la opción más correcta. De hecho, llevo alrededor de dos meses reescribiendo este artículo y aunque todavía no estoy contento, sí me encuentro lo suficientemente cansado como para publicarlo de una vez.
Y no lo hago porque haya quien afirma que mi profesión está en riesgo, ni porque no vea cierta utilidad en estas herramientas. Lo hago porque creo que estamos olvidando lo que de verdad importa: la finalidad.
Productividad al límite
Antes de hablar de eso, quiero detenerme en un par de aspectos que llaman mi atención: la productividad y la desaparición de profesiones.
Quien me conoce de verdad, sabe que recelo por sistema de la productividad como concepto industrial. Por mucho que estas varas de medir hayan sido muy útiles durante cierto tiempo, creo que ya deberíamos haberlas superado. Pero no quiero desviarme del tema. Yo empecé a usar las herramientas de OpenAI mucho antes de que se convirtieran en mainstream, y reconozco que el salto cualitativo de ChatGPT ha sido enorme. Como mencionó graham holden en esta breve pero reveladora reflexión, es capaz de ayudarte a plantear una solución que no tienes del todo clara, y puede responder a algunas cuestiones técnicas. Pero su nivel de acierto es bastante pobre cuando tocas asuntos de una mediana complejidad, lo que hace que no sea una herramienta del todo fiable. Por otra parte, no es demasiado capaz a la hora de desarrollar planteamientos complejos, y como no razona, se queda atascado con suma facilidad. (Y no, no es un problema mío por no saber preguntarle.) Así que cuando leo que tal o cual profesional ha duplicado o triplicado su productividad gracias a estas herramientas, no puedo más que pensar que o bien la productividad inicial era muy baja, o bien su trabajo es demasiado simple.
Profesiones en vías de extención
En segundo lugar está esa lista de profesiones que, según dicen, van a desaparecer a causa de estas herramientas generativas. Me cuesta mucho trabajo creer que alguien dándole instrucciones a un chat va a ser capaz de reemplazar a la mayoría de personas con las que interactúo a diario. El motivo principal es que a las personas nos gusta relacionarnos entre nosotros. Es algo que encontramos estimulante y positivo. Además, aportamos nuevos puntos de vista, algo que ninguna IA es capaz de hacer a día de hoy. Debo añadir que aunque escribo bastantes líneas de código al día, la parte más importante de mi trabajo no es codificar, sino resolver problemas, con todo lo que ello implica. Y en esa resolución de problemas, a ChatGPT todavía no se le espera, incluso con todo lo que va a ayudarnos a mejorar.
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Lo siento, no tengo respuestas
Volviendo al eje de este artículo, la finalidad, me pregunto: ¿Para qué sirven estas herramientas? ¿Cuál es su propósito? ¿Es este incrementar la productividad? ¿La productividad de quién? ¿De sus empresas? ¿Para qué les compre quién? ¿Todos aquellos profesionales que de pronto se han quedado en paro porque la IA los ha reemplazado? ¿Qué sentido tiene producir sin control cuando ya no hay nadie que lo necesite o lo pueda pagar? ¿Y qué decir del arte? ¿Acaso no contemplamos las obras de arte buscando las respuestas (o las preguntas) de la persona que las creó? ¿Qué sentido tiene indagar qué ha motivado a un algoritmo irracional?
¿No estaremos creando, quizá, gigantes con pies de barro?
Edit:
El actor Ethan Hawke sintetiza una parte de lo que quiero expresar mucho mejor que yo en este vídeo: