Emprendimiento e intraemprendimiento

Vaya por delante que no soy un emprendedor; prácticamente toda mi carrera se ha desarrollado entre Big Four e Ibex35. No obstante, durante buena parte de ella he tratado de aplicar en mi trabajo una mentalidad de startup, proponiendo proyectos que el cliente (mi jefe) quisiera comprar. Quizá el único proyecto con envergadura suficiente como para ser considerado (intra) emprendimiento es Connecting Energy, programa de incubación del que ahora celebramos la tercera edición. Aunque una única experiencia no sea suficiente para elaborar una lista de ‘mitos y realidades del intraemprendimiento’, esto es lo que he aprendido:

-  Comparte tu idea: la tentación a volar bajo el radar para evitar que te copien es muy alta. En la mayoría de los casos no va a suceder por distintos motivos: la mayoría de las personas son honestas. Puede parecer un pensamiento ingenuo, pero además de la explicación evolutiva, podemos aducir otras razones, como la carga de trabajo, falta de conocimiento profundo del tema o simplemente, preferir esperar a ver si tiene éxito o no…En mi caso, prefiero inclinarme por la honestidad: De dos docenas largas de personas, sólo una se vio ‘inspirada’ para proponer algo parecido. El resto, desde técnicos hasta directores generales, aportaron valiosos puntos de vista sobre cómo ejecutar, cómo alinear mejor con los intereses de la compañía, cómo vender internamente… En definitiva: los beneficios superan ampliamente los riesgos.

-  No vayas solo: “Si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos, ve acompañado” (proverbio africano). Todo proyecto acaba siendo una carrera de fondo. Incluso aunque en las fases iniciales una elevada velocidad sea conveniente, dicha etapa también es la más dura, y será necesaria una red de apoyo para no tirar la toalla. Y no solo familia y amigos, sino compañeros de trabajo que comprendan la idiosincrasia de tu empresa y por tanto puedan no solo prestar apoyo emocional, sino ayudar a ver luces entre tanta sombra. Recuerdo al menos nos conversaciones que fueron clave para no abandonar.

-  Copia y aprende: La estadística está en tu contra, es muy difícil que se te ocurra algo completamente nuevo. Pero no hay nada de malo, al fin y al cabo también es muy difícil encontrar recetas universales que valgan a todas las empresas por igual. Por lo tanto, adaptar ideas externas a otras situaciones particulares no tiene nada de malo. La idea de una incubadora corporativa no es nueva: De hecho, casi todo el Ibex35 tiene sistematizado algún tipo de relación con startups: desde concursos de ideas hasta CVC:

No se trata tanto de instigar el FOMO (que no suele funcionar en un entorno corporativo) sino de entender porqué los demás hacen lo que hacen, entender sus ventajas y como adaptar sus soluciones a nuestro propio modelo. Para ello, no sólo importa la idea (el ‘qué’) sino también las motivaciones o el encaje estratégico (el porqué y/o para qué) y el proceso para implementarlo (el ‘cómo’). Estas dos últimas resultan esenciales para vender tu idea. Y además, son la parte más difícil de copiar, donde verdaderamente se demuestra quien ha hecho os deberes.

-  ¿Sólo tengo un cliente? Rotundamente no. Aunque trabajemos para una corporación, clientes hay muchos. Potencialmente, tantos como. En la práctica no serán tantos. ¿Recuerdas el principio de esta lista? Contar con múltiples visiones te permitirá encontrar áreas donde pueda encajar tu proyecto, haciendo leves modificaciones. Cuanto más transversal sea un proyecto, más clientes potenciales tendrás.

-  El valor del ‘No’: Como en cualquier negociación (y la venta de un proyecto lo es), resulta difícil que nos reciban con los brazos abiertos y acepten nuestras propuestas a la primera. Lo más importante es no rendirse: “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo” (W. Churchill). Lo segundo más importante es indagar en los motivos que subyacen bajo cada ‘no’. Todas son oportunidades para refinar nuestra propuesta hacia una que tenga un mejor encaje en la organización. ¿Qué no es el momento? Identifica los factores que hacen que sea así y planifica tus tiempos para una fecha en que cambien. ¿Qué no hay presupuesto o es muy arriesgado? Planifica un proyecto por etapas en las que el nivel de compromiso crezca según vas cumpliendo hitos… aquí resulta muy útil pensar como un emprendedor y cómo planifica sus rondas. Recuerdo que uno de mis primeros ‘noes’ tenía que ver con la motivación de los empleados a prestar su tiempo a proyectos que les iban a exigir un esfuerzo extra. Tras investigar sobre proyectos similares en otras compañías, resultó que uno de los beneficios era precisamente incrementar la motivación de la plantilla.

-  ¡Ten paciencia! Sin duda, el emprendimiento es una carrera de fondo. Hacerlo dentro de una corporación, acostumbrada a otros tiempos, más. Por no mencionar que normalmente estaremos desarrollando nuestra propuesta en tiempo extra, sin desatender las obligaciones de nuestro puesto. En mi caso, fueron tres años desde el primer powerpoint hasta lograr un ‘¡adelante!’… y otro año más hasta hacerlo realidad. Y por el camino, una auténtica montaña rusa emocional. Y eso que contaba con la seguridad de una nómina… tras esta experiencia, mi respeto y admiración por los emprendedores de verdad no ha hecho sino crecer.

¡Espero que os sea útil!