Empresas del pueblo

                                            Por Álvaro Jordán

El Estado boliviano, mediante el Consejo Legislativo, ha terminado la discusión de una ley para el traspaso de empresas privadas a la condición de empresas sociales, aquellas que entren en estado de quiebra, en las que exista concurso de acreedores, liquidación, cierre o abandono injustificado de la empresa.

Se entiende como empresa social aquella empresa que contribuye de alguna forma a dar solución a problemas de la sociedad. En general toda empresa cumple algún fin social, aunque su objetivo central en el sistema capitalista es generar riquezas para el patrón, privado o estatal; por ejemplo: las cooperativas de servicios públicos, las instituciones de servicios y autárquicas, son reconocidas como empresas sociales, sin embargo, por el afán rentista y el abuso de poder se han convertido en simples administradoras de servicios en manos de camarillas internas en complicidad con dirigencias sindicales corruptas,  beneficiarias sin control de las utilidades de la empresa. Las actividades subsidiarias las han traspasado a empresas subcontratistas,  encargadas de bajar los costos sociales mediante el uso de todo subterfugio legal o ilegal, aprovechando la necesidad de trabajo, para pagar salarios mínimos a los trabajadores.

En el caso del Proyecto de Ley boliviano se plantea asegurar la preservación del empleo. Por supuesto, como toda empresa, también se plantea el objetivo de generar una producción rentable.

Si bien el “Contrato Social” impuesto por el Estado al pueblo reconoce al empresario el derecho de acumular riquezas a partir de la apropiación del valor agregado generado por el trabajador asalariado y de las riquezas naturales existentes en el territorio del pueblo, es evidente que en Bolivia este sistema productivo ha ingresado a una crisis irreversible como efecto de la crisis mundial del poder, como resultado de la exportación de materias primas baratas de parte de empresas transnacionales y nacionales, por la exportación de capitales a paraísos fiscales por parte de empresarios y políticos corruptos y, por la carencia de dirigencias comprometidas con los intereses del pueblo.

La “Empresa social” es la nueva forma, planteada por el gobierno actual, para aliviar la concentración de la riqueza en pocas manos y lograr una participación del sector trabajador en las empresas quebradas. Se debilita el sector empresarial privado y se fortalece el sector asalariado sindicalizado, El Estado queda como árbitro en las disputas del empresario privado y el trabajador sindicalizado. Por supuesto que los intereses de la burocracia partidaria del Estado se ven fortalecidos como sustento del Presidente, denunciado como dictador,  en ejercicio actual de la jefatura del Estado.

La gran mayoría del pueblo, (más del 70% de la población) la que no es asalariada, que no es empresario privado ni estatal y tampoco pertenece a la burocracia partidaria del Estado  queda completamente abandonada a los vaivenes que le deparen las migajas que le deje la disputa de los otros sectores reconocidos por el “nuevo contrato”.

Es evidente que el concepto de empresa social promovido por el Gobierno no es una solución a los graves problemas económicos sufridos por la mayoría de la población. Las riquezas existentes en el territorio pertenecen a todos los habitantes del País y no existe ningún argumento válido para dejarlo en manos de minorías abusivas (menos del 30% de la población) El excedente del trabajo apropiado por el empresario sólo tendrá un contenido humano si se reconoce como verdadero propietario al trabajador que lo genera directa e indirectamente. Las riquezas naturales, apropiadas abusivamente por el Estado y entregadas al beneficio del empresario, en realidad, por el derecho natural pertenecen al pueblo que ocupa el mismo territorio de ubicación de las riquezas, por lo tanto el pueblo debe ser el que decida sobre el uso de estas riquezas, hasta ahora puestas al servicio de los empresarios y la burocracia partidaria corrupta.

Ante la incapacidad del sector empresarial de manejar eficientemente estas riquezas y la imposibilidad del Estado de distribuirlas en forma equitativa, el pueblo en uso de su soberanía tiene todo el derecho de recuperar la posesión de estas riquezas y disponer la mejor forma que satisfaga los intereses del pueblo todo.

El movimiento del humanismo superior plantea dar solución a los problemas irresueltos por el sistema actual mediante la recuperación del derecho propietario natural de las riquezas generadas por el pueblo y de las existentes en su territorio, mediante organizaciones territoriales empoderadas por el dialogo constructivo de control de las bases para definir y hacer cumplir las políticas productivas, de distribución de las riquezas, para designar y controlar a los servidores públicos para la gestión legislativa y administrativa y vigilar su cumplimiento irrestricto.

El camino del humanismo superior es el único camino abierto para dar solución a los problemas de mayorías y minorías, que contempla y respeta la compleja diversidad del pueblo, capaz de generar un ambiente de paz y amor para fundar la felicidad del pueblo.


En las tierras del Libertador Grigotá

Mayo del 2018


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