En la búsqueda del valor agregado

El ingreso de internet a la vida y la cotidianeidad de millones de personas en el mundo ha modificado parámetros, formas de hacer, la aprehensión de conocimientos, percepción de nuestro alrededor y las maneras en las que nos movemos y pensamos. Los medios tradicionales se encuentran en encrucijadas sobre de qué manera pueden seguir siendo redituables y conseguir que sus seguidores se mantengan y aumenten. La educación se ha visto modificada en su pedagogía y los medios por los que se brindan los saberes. El día a día se encuentra manejado, y ayudado al mismo tiempo, por aplicaciones que nos indican el estado del tránsito, del clima y planifican nuestra agenda.

Lo anterior demuestra solo algunos cambios que se han visto en la sociedad actual gracias a los avances en tecnología que nos facilitan o mejoran la vida en tiempo real. Esos cambios introdujeron también necesidades que no creíamos que teníamos o que las creamos a partir de aplicaciones que poseemos en nuestro celular, tablet, computadora o similar. En este sentido es que más de uno no puede imaginarse sin tener en el teléfono una aplicación de mail, una de alguna red social y otras como agendas, notas, office, salud, entretenimiento, etc.

El acceso a la información, como así también en el caso de juegos, aplicaciones de agenda o similares  de modo gratuito, plantea como problema el cómo lograr que un usuario pague por un servicio o producto que puede conseguir sin abonar. Los medios para poder subsistir y brindar un servicio de calidad necesitan conseguir ingresos que ya no pueden obtenerse solo por publicidad. Tal como plantea el informe "Journalism That Stands Apart”del New York Times, es necesario realizar cambios que no solo tienen que ver con el modo en que se cuentan las noticias, sino con formas de trabajo, nuevas habilidades informáticas y, agrego, el quid de la cuestión: saber cuál será el/los valor/es agregados que un medio o periodista le dará al usuario para que el mismo pague por ese servicio.

Al analizar lo que plataformas como Netflix o Spotify brindan a sus usuarios, los cuales ya los consideran seguramente como servicios que no pueden dejar de utilizar, es que surge la necesidad de ver cuál es el valor agregado que yo como periodista o dueño de un medio de comunicación puedo darle al consumidor. La calidad del periodismo ya no es suficiente. En algún momento deberá haber algo más que ello: generar la necesidad, la conciencia en el ciudadano de la importancia de poder acceder a un servicio de información que no solo me de eso, sino que piense en mis necesidades específicas, de mis gustos e intereses y que la forma en que me lo cobren valga la pena porque es distinto a  otros. Aquello que lo diferencie del resto será ese valor agregado por el que el usuario decidirá dar parte de su dinero, descubrir  cuál es,  es el desafío que tenemos hoy en día. El reto demanda un trabajo de análisis, investigación y sobre todo de creatividad propia.


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