¿Enseñar o educar?
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¿Enseñar o educar?

Este año pienso comenzar una nueva etapa en mi vida utilizando parte de mi tiempo libre dando clases a nivel licenciatura. Esta idea me ha perseguido ya desde hace algunos años derivado de mi experiencia como estudiante y de mi experiencia como papá, ya que en ambas experiencias descubrí que ni me enseñaron como me hubiera gustado ni les han enseñado a mis hijos como me gustaría que les enseñaran; en términos generales no me refiero a los programas de estudio, los cuales están ahí nos gusten o no, sino a la utilidad de esos conocimientos en la vida real. Si bien, pagando miles de pesos se puede obtener una mejor educación en escuelas particulares (no voy a decir nombres) mi postura no tiene nada que ver con lo que los catedráticos enseñan, sino con la utilidad que se le puede dar a esos nuevos e invaluables conocimientos que uno adquiere durante los años de formación en el primer tercio de nuestra vida. 

¿Cuantos de nosotros no tuvimos compañeros en la Universidad que difícilmente sabían leer o escribir? o peor aún, ¿Cuántos de nosotros tenemos compañeros de trabajo con puestos importantes (incluso a nivel ejecutivo) que tampoco saben leer o escribir? (gracias Word) Y el problema, como menciono arriba, no son los programas de estudio sino en su gran mayoría los catedráticos. Recuerdo claramente que cuando fui estudiante de la Licenciatura en Sistemas, en una clase de economía, tuve un maestro que nos explicaba las teorías económicas de Adam Smith y “la mano misteriosa” de la economía, y después de su explicación, que técnicamente no estaba mal, nos dijo con toda la seguridad del mundo para que escribiéramos en nuestros cuadernos: “Sintisis compañeros” (SIC), si, “sintisis”. ¿Cómo puede un profesor de nivel Licenciatura tener tan pobre calidad en su lenguaje? Por supuesto que, aunque fuera yo a aprender mucha economía de este profesor, no quise arriesgarme a perder lo que había aprendido de gramática, ortografía y dicción, así que fui a poner una queja formal a la dirección de la carrera. Afortunadamente para mí (espero que mis compañeros lo hayan visto útil también) cambiaron al personaje.

Si bien hay una edad en la que no nos queda más remedio que aceptar lo que nos enseñan (y si no lo vemos útil simplemente “pasamos” la materia), hay otra edad en la que uno debe hacerse responsable de lo que aprende y allegarse de ese conocimiento que la “sintisis” no alcanza a darnos, pero ese es tema de otro ensayo, aquí escribiré solo de lo que los profesores nos pueden transmitir, y no todo es malo; así como tuve pésimos profesores y promedio, también tuve muy buenos y también los recuerdo bien, por ejemplo, en secundaria (y era una escuela pública, por lo que las escuelas públicas no son malas) tuve una maestra de literatura que realmente nos enseñaba con pasión y nos exigía pronunciar correctamente palabras o frases en otros idiomas y nos explicaba su significado, además por supuesto de asegurarse que nuestra escritura fuera impecable en español. Esta maestra, forma parte de ese selecto grupo de personas que influyeron positivamente en mi deseo de tener una educación INTEGRAL e inclusiva de diferentes temas en una clase, ya que me parece muy enriquecedor que un profesor de Literatura Española, nos enseñe frases en inglés y francés para complementar el conocimiento y para darle un mejor contexto a lo que se aprende.

En este orden de ideas y como lo menciono al final del párrafo anterior, creo que la clave de una buena educación es la enseñanza integral. Como profesionista de Tecnologías de la Información, podría pensar que la gramática y la ortografía no juegan un papel importante en esto (los lenguajes de programación no usan acentos…) pero es completamente falso. ¿Cómo se va a escribir un “product backlog” (documento de la metodología ágil Scrum que describe los requerimientos de los usuarios) si lo que escribimos no tiene pies y cabeza y nuestros lectores terminarán distraídos de la idea original por tratar de encontrarle sentido al documento? ¿Cómo podemos entonces escribir un contrato, si carecemos de las herramientas elementales tales como la ortografía, gramática, dicción y sobre todo vocabulario, para hacerlo? Y este es solo la mitad del problema… ¿para que enseñar gramática y ortografía si no se enseña a escribir contratos o documentación? Y si no sabemos escribirlos… ¿Cómo sabremos leerlos? 

Es evidente que los profesores deben aportar mucho más a su trabajo y no solo exigir, sino enseñar temas básicos en sus respectivas materias, de forma que cuando los estudiantes terminen su curso, realmente terminen más preparados y con una visión integral de lo que se supone acaban de aprender. Ese es mi objetivo; eso es lo que quiero aportar, de forma que, si de 10 profesores 1 hace el trabajo correctamente, no sólo ayudamos al estudiante a entender la materia que impartimos de mejor forma, sino de paso ayudamos a los otros 9 profesores a que sus alumnos busquen una utilidad en las cosas que aprenden para poderlo aplicar correctamente en la vida diaria y no solo en la vida profesional.

Aportemos lo que nos sea posible. Las generaciones futuras, nos lo agradecerán.

 

José Antonio Jiménez A.

“Cada quien es lo que hace, con lo que hicieron de él”, Jean-Paul Sarte.

Gilberto Camarillo Juárez

Consultor/Administrador en NCS S.A de C.V

8 años

Totalmente de acuerdo, ya recuerdo esa clase de economía !!!

Vicente Hernandez

IT, Especialista software Administrativo, ERP

8 años

Totalmente de acuerdo

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