Entre el Acuerdo Político y los Principios Fundamentales: amores, desencuentros y amnistías

Entre el Acuerdo Político y los Principios Fundamentales: amores, desencuentros y amnistías


Ante los históricos acontecimientos que se están viviendo en estos días en España, debo decir que no me gusta tomar opinión, sino simple sana crítica a cuanto se nos dice, pues la verdad es una incógnita. Es cierto que se nos cuenta un cuento, pensando que la ciudadanía es infantil. Algunos creen que a la gente solo le importan las tres C’s, la comida, la casa y el coche, porque es evidente que las clases medias cada vez tienen más difícil comprar la Comida, la Casa y el Coche, que pronto será sustituido por el patinete.

Mientras tanto, el reciente pacto anunciado entre el presidente del Gobierno español, Sánchez, y el líder independentista catalán Puigdemont, respecto a una propuesta de amnistía para los líderes catalanes condenados por su papel en el referéndum de independencia de 2017, ha desencadenado un intenso debate en el ámbito jurídico y político.

Como letrado me provoca analizar este pacto desde la perspectiva del derecho constitucional español, evaluando sus implicaciones a la luz de los principios fundamentales que sustentan la legalidad y la unidad de España, con lo del cuento que nos están contando. El cuento tiene partes de realidad indiscutible, esa parte verídica se llama Constitución española de 1978 , que establece los principios fundamentales de unidad, autonomía y participación en el gobierno. El artículo 2 consagra la "indisoluble unidad de la Nación española". Cualquier propuesta que busque modificar la unidad nacional debe abordarse en el marco de la legalidad y el respeto a la Constitución. La parte imaginativa del cuento, alcanzó su punto álgido con el referéndum de 2017 y la posterior declaración unilateral de independencia en Cataluña. La consecuencia de dicha fantasía , supuso que los líderes independentistas se enfrentaron a cargos judiciales y condenas, generando una crisis política y constitucional de gran envergadura. Desde entonces. Ahora que el cuento llega a su fin, los personajes se van quitando las máscaras para contarnos el cuento , nos hablan de lawfare, de amnistías, de abrazos y beneficios fantásticos para una supuesta convivencia, que más bien se asemeja a aquellos que se unen sentimentalmente por el suculento patrimonio de su consorte. Y vaya patrimonio, miles de millones, condonaciones de deudas, abrazos efusivos, cuanto cariño para seguir unos años más en los cómodos despachos y otras canonjías bien conocidas. El cuento se titula “Amnistía: Entre el Acuerdo Político y los Principios Fundamentales”.

La narración imaginativa de la amnistía propuesta plantea preguntas sobre su coherencia con el respeto a la legalidad. ¿Cómo puede reconciliarse una medida de este tipo con los principios constitucionales que consagran la unidad de España? Y me pregunto yo, si la participación ciudadana es esencial en una democracia. ¿Se ha considerado adecuadamente la opinión de la ciudadanía española, especialmente de aquellos que se oponen a la independencia catalana, en la negociación de este pacto? A los de las tres Cés, Comida, Casa, Coche, no se les ha explicado el verdadero relato del cuento, parece ser que eso tiene que ser secreto, no vaya a cambiar el final del cuento porque los sorprendidos ciudadanos conozcan claramente las condiciones y restricciones ¿Se han definido límites claros para evitar que la amnistía abarque conductas que van más allá del ámbito político? No es necesario, ya se ocupan los personajes del cuento de velar por nuestro interés y beneficio, no sé que decir, eso me recuerda al espíritu totalitario. Inútiles, parecen ahora, los años de estudio y práctica del Derecho, recuerdo o lo soñé, que Locke y Montesquieu, ya se planteaban la cuestión de la legitimidad y la separación de poderes. Y me pregunto ahora, por si alguien quiere contestarme la siguiente pregunta ¿Cómo garantizar la participación y autonomía sin amenazar la integridad constitucional? En la narración del cuento, algunos personajes van cambiando, y como no hay cuento más famoso para los de mi época que el de Caperucita Roja, diré que algunos salen disfrazados haciendo un doble papel, me refiero al lobo cuando se le aparece a Caperucita en el bosque y cuando está disfrazado de la abuela en la casa. Podremos pensar que alguno ha hecho el doble papel en el cuento de la Amnistía. Y por cierto, lo del “lawfare” es un buen truco, válgase que hace unos días celebramos el Halloween, sí digo, curioso truco o trato, resulta que la abuelita es el lobo feroz, o será lo contrario. Algunos personajes del cuento argumentan que ha habido acusaciones de lawfare en el contexto del conflicto catalán, según estos la influencia política ha afectado la independencia del poder judicial en relación con el conflicto catalán. Y pienso ¿de quién depende? Cada día se ve más clara dicha dependencia, es posible , o probable, que no es lo mismo. Ahora que los personajes del cuento nos narran la ficción de la búsqueda del diálogo dentro de los límites constitucionales, reflejando una preferencia por resolver el conflicto mediante procesos legales y constitucionales en lugar de la independencia unilateral. Me interesa saber, como a cualquier ciudadano cabal, de qué forma se va a sostener en los próximos años la separación de poderes como salvaguardia contra el abuso de autoridad. Algunos personajes del cuento insisten en desafíos independentistas que socavan a la estabilidad y el equilibrio, del que nos hablaba Montesquieu. Dicho lo cual, estamos aún en el medio de la narración del cuento, ahora debemos asistir con interés y en alerta, cuando van a aparecer los cazadores que salvan a la pobre Caperucita, a estas alturas todos sabrán que el personaje principal de este cuento es el pueblo español, cada una de las personas que forman parte de esta apasionante y apasionada sociedad, incluyendo a todas las provincias catalanas, vascas, gallegas, castellanas, canarias, extremeñas, riojanas, navarras, aragonesas, valencianas, murcianas, andaluzas, asturianas, leonesas, los de Madrid, Ceuta y Melilla también, y los que sufren la distancia en la diáspora. Como todo cuento tiene que acabar bien, algún día, sino será otro género en lugar de un cuento, un drama, una tragedia, o quizás una tragicomedia, en la que los personajes habrán de conducir la viabilidad constitucional de la amnistía propuesta, sin esquivar la consideración de los principios fundamentales de la Constitución española de 1978.

En última instancia, cualquier acuerdo debe respetar la legalidad, la participación ciudadana y los derechos fundamentales, equilibrando la búsqueda de soluciones políticas con el mantenimiento de la unidad y la integridad del Estado español.

España, al igual que Caperucita, no está para más sustos del lobo feroz, los personajes del cuento deberán salir de la ficción y entrar en la realidad de las tres Cés, la comida, la casa y el coche que tanto preocupan para asegurar que las decisiones políticas no comprometan los fundamentos jurídicos que sostienen nuestra democracia constitucional, base de todos ellos, el bienestar y la paz. Detrás del cuento, existe una historia real, se llama España. La noción de paz social, aunque no expresamente consagrada en la Constitución española, es un principio subyacente que busca garantizar la cohesión y armonía en la sociedad. La propuesta de "amnistía entre Sánchez y Puigdemont", aunque puede considerarse como un paso hacia la reconciliación política, requiere una crítica constructiva para asegurar que sus términos y condiciones no socaven los principios constitucionales que fundamentan la paz social. La participación ciudadana, la transparencia en las negociaciones y la definición clara de los límites de la amnistía son esenciales para preservar la coherencia con la legalidad y, por ende, con la paz social. La protección del bienestar emocional como un posible derecho constitucional emerge como un elemento intrínseco en esta discusión. No parecen estar los personajes del cuento, muy interesados con fomentar un ambiente pacífico, sino más bien, con ridiculizar a Caperucita, la del cuento. Es un recordatorio de que, en la búsqueda de soluciones políticas, no se deben perder de vista los principios fundamentales que sustentan una sociedad justa y equitativa, tanto a nivel nacional como en el contexto europeo más amplio. La paz social y el bienestar emocional, como objetivos constitucionales, requieren un equilibrio cuidadoso entre las demandas políticas y la preservación de los cimientos jurídicos que dan forma a nuestra convivencia.

Como final, solo cabe prepararse para lo peor, y esperar lo mejor. No esperemos milagros del “lobo feroz”.

Y hablando de cuentos, ¿que le dijo el escorpión a la rana?

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