Entre tragedias y mentiras: El futbol somos todos.

Entre tragedias y mentiras: El futbol somos todos.

El pasado 5 marzo quedará en la memoria colectiva como unos de los eventos más trágicos e indignantes del futbol mexicano y del mundo.

Se especulan muchas cosas horribles, si hubo o no premeditación, quien fue cómplice directa o indirectamente, como llegaron esa armas al interior del recinto, junto con los radios en posesión de la barra local para una impecable comunicación entre ellos, entre otras peores.

Como lo es la apestosa posibilidad de una cortina de humo para ocultar escándalos políticos, que como siempre, la casualidad es increíble, basta con ver las notas más vistas de la mañana del lamentable 5 de marzo pasado.

Entre la conmoción e impotencia con la que nos dejan las circunstancias, sumémosle la “peculiar” participación de los medios masivos de comunicación, tanto oficiales como privados y la narrativa que nos imponen, que al parecer nadie les ha avisado que la comunicación masiva ya no les pertenece exclusivamente a ellos. Hoy en día la noticia viaja más rápido de lo que ellos se pueden poner de acuerdo en que decir, mientras hacen su guion, ya vimos más información, fotografías y videos de los que ellos nos pueden mostrar y eso nos deja entre la espada y la pared. 

Sin entrar en particularidades, la discrepancia es abismal, por un lado, nos muestran lo apenas soportable, mientras que en las redes que dan algo de libertad vemos lo inimaginable, nos enteramos de una realidad que da asco, pero que ni la televisión ni nuestros líderes se atreven a aceptar.

A todo esto, existe una analogía que es de hecho la única intención de estos párrafos.

Sin aires de profeta, me atrevo a decir que para cuando la FMF, los directivos y dueños de los equipos, gobernadores y quien tenga que tomar responsabilidad y acciones ante lo sucedido, deliberen al respecto: no llegaran a una solución ni penitencia justa. Cuando esto pase, habrá muchos de nosotros que nos quedaremos con ganas de medidas más estrictas, no del típico chivo expiatorio a quien culpar, sino de repercusiones reales y acciones para regresar al futbol mexicano, a donde pertenece, a espacios seguros y libres de violencia.

Si esto significa filtros de seguridad dignos de un aeropuerto o una embajada o hasta la erradicación de “grupos de animación” AKA “Barras”, pues que así sea, lo importante es darnos cuenta de que no estamos a expensas de lo que decidan, no tenemos que conformarnos. De hecho es todo lo contrario, en nuestra espalada reside un poder inmensurable, nosotros no tenemos que alinearnos a sus medidas, es todo lo contrario, sabemos muy bien que es lo que los mueve, nuestra participación en el deporte por dinero.

No hay hilo negro que encontrar, con el simple hecho de no ir a los estadios, no sintonizar sus transmisiones, hasta que nos den lo que merecemos, son acciones de poco esfuerzo en lo personal, pero en conjunto, lo son todo.

Cualquiera que sea la ruta a tomar, lo único que resaltar es lo obvio, lo que en algún momento olvidamos por estar oculto en plena luz; es nuestro deporte y sin nosotros no existe, y si esto no es suficiente para intentar ponernos de acuerdo y ejercer el poder que tenemos en nuestras manos, agregaré la cereza al pastel.

Nadie quiere que algo parecido vuelva a pasar, desde el aficionado casual hasta el de hueso colorado, si todos queremos lo mismo y está en nosotros la posibilidad de cambiarlo, lo que depare el futuro está en nuestras manos y es nuestra responsabilidad.

Esto no les resta culpa en absoluto a los actuales líderes, organizadores e involucrados de alto nivel, tampoco a los que perpetuaron los crímenes, pero sabiendo esto, nos suma a todos un peso a futuro.

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