Era Vagabundo y Melómano.

En las vísceras de ese abandono,

quejumbrosas sombras,

avistan la cavidad de ese dolor;

y en el ocaso de ese soñar

el vagabundo merodea como una sentencia.



Que se propaga por el tiempo,

y acalla a los doctos,

su ciencia es el rumiar;

y su medicina la sospecha,

donde los cortesanos se jactan

de las uvas y su fermento.




¡ El vino de los portentosos ha sido derramado!

Sobre las efigies de los miserables,

y el paso del vagabundo se expande,

donde los cobardes ocultan

sus presunciones.




¡Dirás que este pordiosero es ignorante!

lejos de serlo,

su verborragia es erudita

su ingenio adusto;

su música atemporal

y su llama itinerante.



Trotamundos de viejas calles,

que adora los perfumes,

cada olor le recuerda a su infancia,

cada silencio a su desaire.




Y por último es un gran coleccionista,

atesora la metafísica de Bach,

la estética grácil de Mozart,

y el ahínco ígneo de Beethoven;

¡Conjuga un extraño arte!

Humedece su existencia con la fluidez

de su melancolía

recitando placenteras fístulas

y evocando dolorosas coplas de ardor,

Hedonista y espiritual

ceremonioso con su andar,

Físico de su melódica sonrisa,

cuando sus lágrimas

pincelan fantasías.



Maximiliano Hünicken Segura- 15/07/2020




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