Ese Hombre, Mi Padre, Mi Héroe
Dr. Carlos H. Campo.
Cuando hablamos de tener un padre, podemos decir que unos no lo han conocido, otros lo han tenido pero es como si no lo tuvieran, pues han ignorado a sus hijos estando presentes, hay que reconocer que muchos padres han sido comprometidos, demostrando su amor por sus hijos cada instante, valoran la oportunidad de ejercer la verdadera función de un padre que es amar a sus hijos y modelarles a Jesús para que hereden algo mas que una casa, un carro, una empresa o una finca, y es, que vivan la eternidad con Cristo.
Ese hombre.
En mi caso, mi padre quien murió en Octubre pasado, a los casi 102 años de edad, no fue lo que yo esperaba, y necesitaba en los primeros años de mi vida. Fue ese hombre que llevaba una vida dedicada al juego de azahar y aunque siempre trabajaba, no aportaba el sustento cotidiano, por lo cual a mi madre le tocaba una carga bastante pesada, trabajando de día y de noche para darnos lo que necesitábamos.
En muchas ocasiones, lo poco que teníamos mi padre lo vendía, y también lo jugaba para después perderlo todo, parecía una historia de nunca acabar. Al paso de los años sin ver un cambio significativo en él, traje a mi viejo a los Estados Unidos y de pronto un 24 de diciembre en el 2002 como a las 5 pm, cuando nos disponíamos a ir a celebrar la cena de navidad en companía de unas personas, mi padre se sintió mal de salud, lo llevé al hospital y de inmediato fue internado y sometido a una segunda cirugía de próstata por causa de una primera cirujía mal practicada, y sufriendo con mucho dolor. Dios me permitió en ese momento verlo con los ojos de amor de hijo, y aproveché la oportunidad de presentarle a Jesús y él lo aceptó como su Salvador personal.
Mi padre.
Por mucho tiempo mi padre fue simpatizante del cristianismo e incluso llegó a ser bautizado en las aguas, pero su vida no mostraba un verdadero arrepentimiento. Recuerdo que aquel día ambos llorando nos abrazamos, y puedo testificar que mi padre con ese gesto de arrepentimiento ante mi Padre celestial no necesitó pedirme perdón a mí; pues yo ví en él su cambio al instante y su deseo de servirle a Cristo.
A partir de aquel momento nuestra vida no fue la misma, y él se convirtió en el padre que cualquier hijo anhela tener, porque su cambio fue radical. Mi padre comenzó a orar, a componerle alabanzas al Señor y se la pasaba cantando y adorando con su tiple y armónica.
Mi héroe.
Hoy puedo sin lugar a equivocarme decirles que, él terminó siendo mi héroe, oraba y se interesaba por mí, por mi hermana Eunice, por mi esposa y mis hijos. Y con su cambio permitió que el pasado quedara cancelado, y que después de aquel día viviéramos en armonía. Ahora gracias a Dios mi hermana Eunice y yo podemos decir que tuvimos un padre en la tierra, diferente, transformado, fue un gran intercesor, un buen motivador constante y un profeta del Dios Altísimo.
Para usted amigo lector que seguramente como yo no ha recibido el mejor ejemplo de su padre, o quizás no ha podido tenerlo y disfrutarlo, aunque vive aún, quiero que a través de mi experiencia comience a orar e interceder por él.
Si usted es un padre que no ha estado presente en la vida de sus hijos por vergüenza, por sentirse culpable o fracasado y no ha tomado la responsabilidad de ser parte de la vida de ellos, reflexione y acérquese a sus hijos(as) manifestándoles su amor.
Conviértase en su héroe dándoles confianza y la seguridad que necesitan.
Ser un héroe no representa ser perfecto, pero sí estar presente en la vida de quienes lo aman y lo necesitan. Déjeles saber a menudo cuanto amor siente por ellos, pues así como nuestro Padre celestial vela por nosotros y provee todo cuanto necesitamos incluyendo su gran amor y misericordia cada mañana; también nosotros como padres tenemos ese privilegio de adorar a Dios por medio de nuestra función paternal.
Nunca es tarde para realizar cambios que beneficien a nuestros hijos, pero debemos recordar que cuando nos determinamos a ser transformados en nuestra mente por el Espíritu Santo, podemos a la vez conocer la voluntad de nuestro Padre celestial, que es buena, agradable y perfecta y reproducirla en nuestras próximas generaciones.
Bendigo a todos los padres del mundo y los animo a que se conviertan en héroes de sus hijos.