España progresa adecuadamente en I+D
Por Rubén G. López. Publicado el 29/11/2018 en EXPANSIÓN
La I+D española pretende recuperar el terreno perdido durante los años de la larga crisis económica. En 2017, la inversión nacional ascendió a 14.052 millones de euros, un 6% más, marcando el segundo ejercicio consecutivo de incremento en el gasto y situando el esfuerzo inversor en un 1,2% sobre el PIB.
Los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística también confirman otras tendencias que ya se habían apuntado el año anterior Por ejemplo, que el peso del gasto empresarial en el conjunto de la inversión en I+D sigue incrementándose -en 2017 mejoró un 8,3% y ya supone el 55% del total nacional-, como también lo hace el procedente de la enseñanza superior, que representa el 27% del esfuerzo global.
En el otro extremo se sitúa la inversión protagonizada por la Administración Pública, muy mermada por los recortes acometidos durante la recesión. Aunque ha empezado a recuperarse -el año pasado creció un 1,7%-, este gasto parece haber reducido definitivamente su protagonismo. De hecho, ya solo supone el 18% del total.
Datos que invitan al optimismo
En cuanto a la fuerza laboral dedicada a la innovación, España tenía al cierre de 2017 cerca de 216.000 profesionales realizando actividades de I+D, un 4,8% más, de los que 133.000 eran investigadores. Otro dato interesante es que el papel de las mujeres en este ámbito cada vez es más importante, al representar el 40% de quienes realizan tareas de innovación, con un peso incluso mayoritario (del 52%) en la Administración Pública.
Por ramas de actividad, los servicios y la industria se reparten el esfuerzo inversor en innovación a partes prácticamente iguales (49% frente a 48,5%). En cuanto al interés de los distintos sectores económicos por la innovación, las empresas farmacéuticas lideran la inversión, como es tradicional, seguidas por las tecnológicas, los fabricantes de automóviles y la construcción aeronáutica y espacial. Por último, cabe destacar que País Vasco, Navarra, Madrid y Cataluña son las regiones que se sitúan por encima de la media nacional en materia de esfuerzo inversor, aunque las que más han mejorado sus cifras en 2017 han sido Islas Baleares, Galicia y Asturias.
Los datos de 2017 son especialmente positivos si se tiene en cuenta la tendencia que ha dominado toda la década anterior. De hecho, va a ser necesario un esfuerzo extra para recuperar el tiempo perdido, tal como alertaba en su último informe sectorial la Fundación para la Innovación Cotec. Y eso pasa, en su opinión, por seguir incrementando el gasto realizado por las empresas y acabar con los bandazos protagonizados por el sector público, que un año aumenta la inversión y al siguiente, vuelve a frenarla.
A la espera de saber qué ocurrirá con el proyecto de Presupuestos Generales para el próximo año, los de 2018 recogían un incremento en la inversión en I+D del 8,4%, para situarla en algo más de 7.000 millones de euros -lo que suponía un 1,5% del conjunto de la inversión pública para 2018-. Hay que tener en cuenta que la innovación representó en 2008 el 2,7% de las cuentas estatales, superando los 9.400 millones de euros, y que la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) ha alertado de que el sistema español de I+D sufre una “desinversión” de 20.000 millones.
Este déficit ha sido asumido incluso por el actual titular de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, quien ha reconocido que la situación en España es “anómala” en comparación con el resto de la UE. Por esta razón, el ministro se ha comprometido a buscar “consensos” para elevar el nivel de gasto, asegurando que el proyecto presupuestario pactado por PSOE y Unidos Podemos -que aún debe aprobarse- ya recoge “subidas”. Duque también reconoce que hay otros aspectos a mejorar, como “la excesiva carga administrativa que soportan los investigadores” o la forma en que se gestionan “las ayudas y proyectos para el personal docente, técnico e investigador”.
Nuevos instrumentos
Una de las fórmulas que se ha empezado a utilizar para impulsar la I+D española es la compra pública de innovación, muy implantada en EEUU pero de reciente llegada a tierras europeas. Tal como explica José Ignacio Cases, presidente y socio de la consultora Novadays, “este modelo está sustituyendo a las tradicionales subvenciones a la innovación y ya ha servido para financiar un importante proyecto en Galicia”. Cases se refiere a la Civil UAVs Initiative, cuyo objetivo es potenciar la industria aeroespacial gallega a partir del uso de vehículos no tripulados. La Xunta ha previsto una inversión de 55 millones de euros hasta 2020 en este proyecto, en el que el sector público compra I+D a las grandes firmas aeronáuticas, que a cambio se ven obligadas a colaborar con otras compañías de menor tamaño.
En este sentido, Cases sostiene que “es importante que la pyme no dependa necesariamente de la gran empresa” y eso, en su opinión, pasa por transformar el actual modelo de I+D para facilitar la internacionalización de la pyme. Al fin y al cabo, añade, “estas empresas ya crean productos y servicios innovadores y lo que hace falta es mejorar la venta en el exterior de los mismos”.
Más solicitudes de patentes
La solicitud de patentes es otra de las variables que suele utilizarse para medir la calidad de la innovación de un país. Aquí España también ha mejorado en los últimos años, con un crecimiento cercano al 9% “que refleja la mayor eficiencia del sistema, ya que la inversión en el mismo periodo se ha reducido otro 9%”, tal como apunta un estudio elaborado por EAE Business School.
España registró en 2017 un total de 1.676 solicitudes de patentes europeas, un 7,4% más, siendo las entidades más activas el CSIC, Tecnalia, Laboratorios Esteve, la Universidad Autónoma de Barcelona, Telefónica y Repsol. Aunque el país ocupa un modesto decimosexto puesto en el ránking, cabe destacar que lleva en línea ascendente desde 2014.
Por otra parte, España se sitúa en el undécimo puesto a nivel mundial en términos de producción científica, lo que alude al número de documentos científicos de un país que se publican en las revistas especializadas. La situación española en este ámbito no es mala, pero Cotec recuerda que se han perdido dos posiciones a escala global desde 2006.
Donde España no aparece rezagada es en lo relativo al grado de digitalización de su tejido empresarial, tal como apuntan desde la consultora tecnológica IDC Research. De hecho, la Comisión Europea sitúa al país por encima de la media comunitaria en su Índice de Economía y Sociedad Digital, en el que España alcanza la décima posición tras haber registrado durante 2017 “avances significativos” en materia de adaptación al cambio digital.
Lejos de los alumnos más aventajados
La innovación española se sitúa por debajo de la posición que le correspondería al país por tamaño económico y demográfico. Según el Indicador de la Innovación Europea, España es un país “moderadamente innovador”, lo que no suena mal si no fuera porque significa que hay dos grupos de países que lo hacen mejor: los fuertemente innovadores y los líderes de la innovación.
De hecho, la I+D española se sitúa en ese ránking por debajo de la media europea y, si se tienen en cuenta las grandes economías del continente, solo supera a la italiana. Básicamente, porque obtiene puntuaciones bajas en apartados como la innovación en el segmento de la pyme, la vinculación entre el ámbito investigador y el empresarial o la capacidad para vender en el exterior los productos y servicios derivados de esa innovación.
Los ejemplos a seguir, según esta clasificación, son Suecia, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Reino Unido. Estos nombres lideran también el Índice Mundial de la Innovación (WIPO, por sus siglas en inglés), realizado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Este ránking sitúa a Suiza como el país más innovador del mundo, seguido de Holanda, Suecia y Reino Unido.
Más gasto y mayor implicación de las empresas
España ocupa la 28ª posición a escala global y se lleva varios reproches por parte de los autores del estudio. Sobre todo, lamentan que sea uno de los escasos países avanzados que todavía no ha regresado a los niveles de inversión previos a la crisis. De hecho, fue el segundo que más redujo el gasto durante ese periodo, solo superado por Polonia.
Éste es el principal motivo por el que la innovación nacional no sale bien parada en ningún ránking. Al fin y al cabo, España dedica un 1,2% de su PIB a la I+D, frente al 2% del conjunto de la UE. Se trata de un gasto de 285,5 euros por habitante, frente a los 590 euros de la media europea y los 1.511 euros que se invierten en Suecia, según indica un estudio de EAE Business School. Además, desde la Fundación para la Innovación Cotec lamentan que el nivel de gasto sigue siendo un 9% más bajo que el registrado en 2009, mientras que el conjunto de la UE ya destina un 27% más.
Otra peculiaridad española, que también explica sus malos resultados, es que el sector privado aporta el 55% de la inversión, mientras que la media de las compañías europeas es del 65%. Por ello, desde Cotec opinan que “no parece realista plantear como objetivo un esfuerzo español en I+D homologable con el de los países de nuestro entorno, si no se logra una implicación mucho mayor de nuestras empresas”.