Esperanza...
Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.”Alfred Tennyson
Espero poder tocar el tema de la esperanza, no aquella que paraliza sino aquella que nos da la certeza de que con nuestro trabajo y compromiso podemos lograr nuestros objetivos.
La esperanza siendo una de las virtudes Teologales se puede definir como el estado de ánimo en el cual se cree que aquello que uno desea o pretende es posible. Ya sea a partir de una base lógica o a la fe. Santo Tomás de Aquino, la define como la «virtud infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir la vida eterna y los medios, tanto sobrenaturales como naturales, necesarios para llegar a ella con ayuda de Dios».
Entristecer a la sociedad ha sido es una poderosa herramienta del populismo.
Dictaduras de la segunda mitad del siglo XX y las neodictaduras de los primeros 19 años del siglo XXI, la han utilizado. Consiste en destruir la idea misma de la esperanza especialmente en su dimensión colectiva, es decir la creencia de que la sociedad estableciendo lazos entre personas y grupos tiene: la posibilidad de conquistar espacios convirtiéndose en una fuerza transformadora, la posibilidad de contar con el otro, posibilidad de verse uno mismo como alguien con quien el otro puede contar.
Recordando la obra de Orwell 1984, Winston Smith es el último hombre, el último representante de una idea, de una forma de concebir la humanidad. Ese hombre muere (aun permaneciendo vivo) en el momento preciso en que, para evitar “lo peor”, o lo que para él era lo peor, termina traicionando a quien más quiere, a Julia. Dicha traición es doble, hacia el otro, pero también, hacia sí mismo. Winston sigue vivo después de pasar por la experiencia del dolor, pero es un cuerpo vacío. No puede contar con el otro. Nadie puede contar con él.
La novela coloca con extrema precisión las lógicas sobre las nuevas formas de control que hoy padecemos y que, sin embargo, se arropan con el nombre de democracia y libertad. En la novela, el lenguaje es el arma. El ministerio de la verdad organiza las mentiras. Se tortura en el ministerio del amor. El ministerio de la paz se encarga de la guerra. El ministerio de la abundancia administra la miseria.
Para que la esperanza sea efectiva hay que dotarla de un cuerpo. De un cuerpo social. Sin estridencias, todos los días, hombres y mujeres despliegan su poder de transformación en sus ámbitos de acción, pero no es suficiente hay que hacerlo de una manera consciente y metódica.
Afortunadamente 1984 es una novela, no existe Winston. No existe el último hombre. No todo es soledad, egoísmo, individualismo y supervivencia. La derrota no es “total”.
No tenemos por qué aceptar que millones de venezolanos se encuentren en la pobreza. No tenemos por qué aceptar que haya cada vez más gente sin hogar, más gente hurgando en la basura, más gente recibiendo las sobras que deja la corrupción por parte del Estado. Las cosas pueden cambiar, y cambiarán si no perdemos la esperanza de que con trabajo, disciplina y compromiso podemos lograrlo.
Renunciar al pesimismo, levantar nuestros ánimos colectivamente y ponernos a trabajar por el cambio. La historia no nos da más opciones. Veremos nacer una mejor Venezuela, justa, prospera, equitativa y democrática.
Damiano Del Vescovo R.
Twitter: @damianovescovo