¿Estás pensando demasiado?
Nuestros pensamientos se convierten en una tormenta constante cuando no somos conscientes de ellos.
Día a día tenemos diferentes pensamientos en nuestra cabeza sobre el trabajo, las cosas que hemos estado leyendo, las tareas del hogar, las finanzas, las preocupaciones sobre la gente cercana a nosotros, el mundo, los proyectos, etc. etc. etc.
Descansa tu cabeza cansada
Por “cabeza” me refiero a los aspectos cognitivos de la experiencia, como planificar, analizar, obsesionarse, considerar, preocuparse, hacer pequeños discursos mentales, repasar situaciones o conversaciones y tratar de entender las cosas.
“Cansada” significa estar fatigada debido a un esfuerzo o resistencia continua, a veces también con una sensación de estar consternado, incluso deprimido.
Cuando tus procesos de pensamiento están agotados, no te sientes bien.
No estás relajada/o, y probablemente estés estresada/o, lo que irá desgastando tu cuerpo y tu estado de ánimo. Y es más probable que cometas un error o una mala decisión.
Cuando la mente está rumiando, el contenido emocional suele ser negativo, molestias, amenazas, asuntos, problemas y conflictos, y eso no es bueno para ti. Tampoco es bueno para los demás que estés preocupada/o, tensa/o o agotada/o todo el tiempo.
Por otro lado, cuando descansas tu mente ocupada, dejas de desgastarla y empiezas a sanarla y repararla.
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¿Cómo evitar el agotamiento mental?
Muchas de las cosas a las cuales le damos vueltas en la mente constantemente son, francamente, una pérdida de tiempo.
No resuelven ningún problema, ni evitan que ocurra algo malo, ni nos llevan a la paz con los demás ni con nosotros mismos. Y es profundamente antinatural.
A medida que evolucionamos, nuestros antepasados probablemente experimentaron más agotamiento físico que mental en comparación a la mayoría de las personas que viven hoy en la era moderna. En consecuencia, nuestros cuerpos están adaptados al cansancio, pero nuestras mentes no.
Puede ser que durante un breve periodo de tiempo, la semana de los exámenes finales, un mes intenso en el trabajo, un año exigente con un nuevo bebé, o una enfermedad imprevista, a veces tenemos que poner la mente a tope y resistir. Pero como forma de vida, esto es inhumano.
Tenemos que oponernos a la ajetreada actividad mental que se ha convertido en la nueva normalidad en la vida humana moderna.
Nos bombardean con cosas por todos lados en las que pensamos durante todo el día, nos inundan con palabras e imágenes que tenemos que procesar y nos obligan a hacer malabares con complejidades sin precedentes.
Nuestras mentes están siendo arrastradas por una cultura sin límite de ajetreo, impaciencia, logros y metas, pero el cuerpo y el cerebro humano tienen un límite, una capacidad natural de carga, y cuando la superamos siempre hay un precio alto que pagar.
Recuerda, cada vez que te apartas del ajetreo mental, es un acto de libertad, bondad y sabiduría. Es un acto de amor propio.