Estados Unidos como Superpotencia Energética
Podríamos enumerar dos momentos clave en el desarrollo energético de la primera economía del mundo. El primero fue la guerra del Yom Kippur en que Estados Unidos se posicionó, sin intervenir, del lado israelita, y que genero la respuesta posterior de los principales países exportadores de petróleo liderados por Arabia Saudita. La respuesta fue reducir dramáticamente la oferta de crudo en los mercados internacionales y que desembocó en las crisis energéticas inflacionarias de los 70. Estados Unidos, dependiente por aquel entonces del petróleo del golfo pérsico adoptó una política pragmática a largo plazo de conseguir la autosuficiencia energética y dejar de depender de los señores de los carteles petrolíferos. Lo ha conseguido. El segundo momento importante ha sido la invasión rusa de Ucrania que ha puesto de manifiesto, en este caso para Europa, y en particular para Alemania, el riesgo de depender de la energía rusa para el viejo continente. Este segundo evento ha sido y será de vital importancia para los Estados Unidos, ya que ha generado el giro de Europa a comprar, por ejemplo gas natural licuado, al proveedor yanqui, mucho más fiable por ser su histórico socio atlántico y que comparte los valores de las democracias liberales occidentales. Resulta, además, que este gran cliente europeo tiene una gran sensibilidad a las energías limpias.
Iniciativas de la administración Biden para fomentar las energías limpias
Con la llegada de la Administración Biden, se han aprobado tres importantes iniciativas legislativas para fomentar las energías limpias: la ley para el desarrollo de semiconductores (ley CHIPS), la ley para la reducción de la inflación (ley IRA) y la ley para el desarrollo de las infraestructuras (ley BIL). Estas tres leyes combinadas fomentaran el foco en el riesgo climático y tendrán un impacto crucial en el desarrollo de las energías limpias. Desde la Casa Blanca se destaca que la inversion en este tipo de energías ha superado sus proyecciones más optimistas. Las compañías han anunciado inversiones por $200 mil millones, $65 mil millones solo desde la firma de la ley IRA, en todo el elenco posible, desde baterías y vehículos eléctricos hasta hidrogeno y renovables. Pongamos como ejemplo ilustrativo la iniciativa de la empresa Plug Power, pionera en tecnología energética, que está construyendo una de las mayores plantas del mundo para obtener hidrogeno líquido en Estados Unidos. Bajo la ley IRA la dotación es de $369 mil millones para créditos fiscales y otras inversiones directas del gobierno durante la próxima década. Además los créditos fiscales para algunos aspectos relacionados con las energías limpias no están limitados por arriba, así el gasto público de la ley IRA podría llegar a los $800 mil millones y que, junto al capital privado, podría alcanzar el doble: $1.6 billones (ver gráfico 1).
En cualquier caso, el planteamiento yanqui es muy pragmático y ya vimos durante la invasión rusa de Ucrania en 2022 que la administración Biden no dudó ni un instante en pedir a las grandes petroleras de hacer un esfuerzo adicional para incrementar la producción de crudo y así atajar los riesgos de falta de energía por el corte de suministro ruso. Por otro lado estas leyes buscan ir más allá de la descarbonización solo con subsidios a la tecnología eólica y solar sino que busca mejorar la tecnología de captura de carbón y producción de hidrogeno desde las energías fósiles. Es decir, no veta la energía fósil de las petroleras tradicionales sino que les pide limpiar útilmente después su actividad (captura de carbón o de hidrogeno de sus procesos). Basta ver esta idea del gobierno con la aprobación del proyecto Willow de energías fósiles en Alaska el pasado mes de marzo.
Aun sabiendo que los Estados Unidos consiguieron el pasado año que la energía obtenida de las renovables superara por primera vez a la obtenida del carbón (ver gráfico 2) y que todas estas leyes recientemente aprobadas intensificaran esta tendencia, todo ello no significa que dejen de ser pragmáticos y desmantelen los yacimientos de energías fósiles. Quizá sea esta la gran diferencia con Europa donde la presión contra las energías fósiles es total pero aún no tenemos la alternativa segura de las energías limpias y por consiguiente dependamos de terceros países, con el riesgo comprobado que ello conlleva. En Estados Unidos, aun siendo autosuficientes energéticamente no van a desmantelar drásticamente las fósiles, sino que intentaran, como decía líneas más arriba, que contaminen cada vez menos y que obtengamos segundas utilidades de energía limpia a partir de ellas.