¡Fallar no es una opción, cero defectos! Frases cargadas de buena intención y un efecto colateral
Voy a iniciar por contarles una anécdota personal sobre el perfeccionismo y de cómo en cierta etapa de mi vida me causo tantos conflictos. Después de platicar con amigos cercanos que han sobresalido en el mundo corporativo y algunos siendo ya empresarios me hacen pensar que este problema pudiera tener algún tipo de origen generacional ya que he podido identificar que mucho de lo que yo viví y sentí muchos otros lo estaban experimentando también, razón por la cual considero que es un tema al cual debemos de ponerle su adecuado nivel de atención.
Gran parte de mi crecimiento profesional creo atribuírselo en haber sido extremadamente atento al detalle, por no decir perfeccionista y cuando digo perfeccionista me refiero en todos los aspectos y situaciones ya sean profesionales, personales, familiares, etc. Era el típico personaje que en lo laboral una presentación de power point me fijaba en los acentos, colores, contenido. El presupuesto era cuadrado con milésimas, los correos los revisaba 2 o 3 veces antes de enviarlos y era de los primeros en contestarlos, en fin…
En esencia podría decirse que es algo bueno y que en parte fue lo que me llevo a lograr muchas cosas, sin embargo, el abusar tal vez de esta habilidad me llevo a descubrir y darme cuenta que tuvo también uno que otro efecto colateral primero que nada en mí, ya que aunque pudiera ser percibido como alguien exitoso la realidad es que me sentía con una gran responsabilidad y carga la cual era muy desgastante y difícil de mantener, por otro lado tenía la tendencia de ser alguien bastante exigente con el trabajo que se me entregaba al generarme yo mismo altas expectativas de los demás; por último mi nivel de toma de riesgos en varias ocasiones era bajo, lo cual era fácilmente “justificado” a través de las frases o creencias que a veces nuestra misma cultura o jefes pudieran llegar a usar tales como: Fallar no es una opción, si vas a ser barrendero está bien pero deberás de ser el mejor barrendero, la perfección te pide tiempo y trabajo duro, cero defectos, en fin…
Gracias a esta área de oportunidad que logre identificar y hacerle frente fue lo que me llevo a investigar mucho más sobre el tema, entender como esto pudiera afectar nuestros niveles de productividad y liderazgo. Para sorpresa mía, este problema afecta a más personas de las que pudiéramos imaginarnos y tu pudieras ser una de ellas.
Matt Plummer de la universidad de Yale considera que el perfeccionismo tiene varias causas, sin embargo, hay dos que son las más comunes el miedo y la inseguridad, muchas de estas personas tienden a pensar que si dejan de ser perfeccionistas su desempeño y nivel se pudieran venir abajo, cuando la realidad es muy diferente “Si genuinamente deseas ser un gran triunfador, tendrás que llevar a cabo algunas cosas de manera imperfecta”, al final del día el objetivo es que logres quitarte de encima algo de esa presión.
Te comparto algunas ideas que pueden servirte para lograrlo,
· Asegúrate de ver el panorama completo, el poner demasiada atención al detalle pudiera estar causándote problemas de productividad ya que requiere inversión de energía y tiempo. Puedes invertir 3 horas en tener una presentación perfecta, sin embargo, ¿esto va realmente a causar un impacto significativo en tu cliente? Tienes que cambiar tu mentalidad al pensar si lo que estás haciendo realmente maximiza el impacto de tu trabajo y estás haciendo uso adecuado de tu tiempo. Yo lo resumo en ¡aprender a escoger tus batallas!
· Calibra tus estándares, la mejor forma de calibrar tus estándares es compartir aquel trabajo en proceso que para ti es importante con algún compañero o supervisor, en un “borrador” así que se valiente y hazlo. Esto podrá darte la perspectiva de ser lo suficientemente bueno y si hay retroalimentación pues esto te va ayudar también a mejorarlo.
· Haz un checklist, lo más absurdo de la perfección es que nunca sabemos a dónde queremos llegar, es decir ¿cómo podemos saber cuándo algo ya es perfecto?, al hacer un checklist de lo que debes de revisar te va ayudar a visualizar y darte cuenta cuando ya algo pudiera estar lo suficientemente bien, una vez que hayas completado el checklist simple y sencillamente dalo por hecho.
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· Rompe el ciclo de “reflexión”, deja de darle vuelta a las cosas sin llegar a una resolución y toma la decisión, asegúrate de no caer en parálisis por análisis. Trata de identificar que situaciones detonan el que caigas en este tipo de parálisis, date el tiempo de entender la razón de porque sucede esto.
· Ayúdate a tener otras perspectivas, siempre es bueno acercarse con alguien que te ayude a tener una perspectiva diferente, puede ser tú mismo jefe, un amigo, tu esposa. Asegúrate de ser abierto y honesto, diles que deseas mejorar. Puedes suavizar el tema mencionándoles que les das permiso de que te digan cuando te perciban demasiado meticuloso o exigente.
· Monitorea tu progreso, tu objetivo principal es moderar tus tendencias perfeccionistas así que puedes hacer una revisión personal semanal de tus avances, algunas preguntas que puedes hacerte para tener esta reflexión son ¿Hubo algo que no hice esta semana por miedo a cometer errores? ¿Hubo alguna ocasión en la que mi perfeccionismo no agrego valor? ¿Cuántas veces esta semana tome acción en cosas que no tenía toda la certeza para seguir adelante? Para hacerlo fácil mi recomendación principal aquí es: “ARRIESGATE”, te puede sonar extraño, pero en mi caso personal me puse el objetivo de crearme oportunidades para fracasar!
En lugar de buscar la perfección mejor busca la excelencia. La excelencia te reta a ser mejor a través del aprendizaje y la mejora continua al tener la firme convicción de que lo que estás haciendo, lo estás haciendo de la mejor forma posible.
Knight R. (2019), How to manage your perfectionism, Harvard Business Review.
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