FRAGMENTO DEL LIBRO AL FINAL DEL ARCOIRIS, CONTRAESPIONAJE Y MECANISMO DEL PODER EN CUBA

El Gran hermano te está vigilando 

George Orwell

Para entender la represión en Cuba se requiere despojarse de teorías sobre los movimientos sociales, comparación con otras dictaduras o hacer conjeturas abstractas. El régimen de Castro es mecanismo selectivo y frío. No es represión policial en su totalidad, a menos que se tomen acciones en su contra. Tampoco "lavado de cerebro", pues aunque la manipulación socio-psicológica es una de sus variables, el pensamiento real de los cubanos no ha podido ser mecánicamente moldeado.

No es docilidad de la ciudadanía, porque durante una década las fuerzas castristas fueron combatidas con las armas en la mano por grupos en oposición al castro-comunismo, en montañas como en ciudades; sin contar la Brigada 2506, desembarcada en plena beligerancia por la Bahía de Cochinos (Playa Girón) en 1961.

Aunque el terror invade a la ciudadanía hasta la medula de los huesos, ese sentimiento ha ido declinando paulatinamente en la sociedad. Sin embargo, la génesis del terror en Cuba no se origina en la represión policial, con su secuela de cárcel y maltratos. El terror en Cuba se origina “en lo que viene después”. Ese criterio es crucial para entender la inoperancia de las masas en Cuba. Los hechos derivados a posteriori del acto represivo, aún con agresión física, son peores que la represión misma.

El castrismo constituye un fenómeno sui generis, único en la historia. Es sutil coyunda que obliga a coartar la conducta para evitar males aniquiladores, conduciendo al individuo a buscar, por sí mismo y en alguna medida de un modo inconsciente, el ajuste ante la situación. Es decir, no es manipulación de la mente, sino de la conducta.

El demiurgo del inmovilismo de la población cubana hacia el régimen establecido, comienza con la legitimidad de esa revolución, al margen de quienes la han dirigido. A diferencia de los países donde el cambio hacia el socialismo o comunismo ha sido impuesto, los cambios en Cuba condujeron a significativa porción de su población, dados los factores actuantes en su inicio, a ejercer el protagonismo de los hechos que acontecían. Estas circunstancias propiciaron la absorción de la nación por el nuevo Estado gobernante, y por ende la pérdida de individualidad en los miembros de esa sociedad.

La pérdida de la individualidad, y la fusión de la ciudadanía al Estado, condujo a la inoculación del germen de la revolución en los miembros de la sociedad, incluso en algunos que odiaban el régimen desde el inicio. Con el paso del tiempo, agudización de los antagonismos, y comprensión de su realidad, la población se ha desprendido paulatinamente de esa coyunda mental y creciendo la fuerza opositora. Pero de cualquier manera, aún con odio al régimen, el lastre inoculado mantiene su efecto.   

Bajo estas condiciones se fue estructurando el poder en Cuba, expresado a través de refinada matriz de variables interrelacionadas, la cual conforma una estructura piramidal donde la represión pasa a través de la manipulación mental; a menos que el régimen afronte abierta oposición.

Esta pirámide posee como base la expectativa de la infalibilidad en la población con respecto al cabecilla del gobierno. Por encima de esto se erigen los diferentes factores que la componen, hasta llegar a la cúspide, la disgregación social. Por supuesto el eje central de esta estructura es el liderazgo de Castro.

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