FREELANCE NO ES IGUAL A LLANERO SOLITARIO
Ser freelance para muchos es sinónimo de tierra prometida. No encierro en la oficina, no horarios fijos, no ataduras.
Pero no olvidemos que la libertad, queridos amigos, conlleva una enorme responsabilidad.
Hoy en día se habla de empleos nómades y en nuestro rubro, marketing y comunicación digital, se fantasea mucho con la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio. Y esto verdaderamente es posible.
Ahora uno debería preguntarse, si estoy de viaje en Tailandia, París o haciendo trekking en cualquier montaña cercana, en serio, tengo ganas de trabajar, de llevarme una mochila repleta de clientes y sus demandas?
Por más devoción que podamos sentir por nuestra vocación, tener estos paréntesis para despejar la mente son necesarios y si seguimos trabajando, que sea por elección y no porque no nos queda otra. Ni hablar de las situaciones que requieren que posterguemos nuestras labores inmediatas en pos de una nueva prioridad como podría ser, por ejemplo, la maternidad.
Cómo sigue un freelance sin” licencias pagas”? Cómo responde a las necesidades de los clientes? Cómo sostiene un proyecto o sus propios gastos personales?
Y ese es el punto al que quiero referirme. Es imposible para mi la figura del freelance como llanero solitario.
Es fundamental poder tejer redes, estructuras que nos permitan planificar, descansar, incorporar nuevos proyectos sin perdernos en el camino.
Poder contar con una estructura que nos respalde en esas curvas de la vida. En mi caso contar con una socia, me permitió viajar, tener a mi bebé y avanzar en otros ámbitos de la vida sin sentir que se iba a explotar el mundo.
Es importante contar con colegas, aliados y establecer relación de partnership con gente del rubro o que nos complemente, que nos dé la posibilidad de ampliar, profesionalizar nuestro servicio y, por sobretodo, continuarlo más allá de las vicisitudes. Creo que esa es la columna vertebral de todo emprendedor.