Futbol: pasión y lenguaje

“Pronto aprendí que el balón nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga y eso me sirvió mucho en la vida”.

-Albert Camus

He hablado de la pasión en innumerables ocasiones, pero realmente la comprendí cuando una tarde del año 2020 miré a mi hija sentada frente a la televisión viendo el partido entre Cruz Azul y Pumas. En ese partido se decidiría quién iría a la final así que, ella se preparó la noche previa como lo hace un corredor que deja lista su ropa para una carrera a la mañana siguiente o como para ir a un baile de gala. Recuerdo verla extender sus diferentes playeras sobre la cama para poder elegir la que le daría la suerte a su equipo, estar atenta de la convocatoria, revisar los análisis en redes sociales, comentar con su papá los pronósticos para el partido, maquillarse, hacer una comida ligera y seleccionar su botana preferida. Se puso de acuerdo con su mejor amigo (aficionado al igual que ella al Cruz Azul) para no escribirse nada hasta que terminara el partido, pero si pasaba lo que menos querían que pasara, respetarían su duelo y no se hablarían hasta que la tristeza se sintiera menos. Cuando el árbitro pitó el inicio del partido, se le dibujó en el rostro una sonrisa que disfrazó su angustia y en sus ojos se reflejó la pasión celeste. 

El futbol no es sólo un deporte, es una de las expresiones culturales más poderosas que existe y con la que incluso podemos entender los cambios en nuestra sociedad. Su poder de influencia ha llegado hasta a nuestro propio lenguaje, adoptando a nuestra comunicación cotidiana expresiones como ponerte la camiseta, estar fuera de lugar, o ser un crack, por mencionar algunas. Un partido de futbol puede influir en el ánimo de las personas de forma positiva o negativa dependiendo del marcador y hasta las agendas profesionales se modifican por partidos importantes como todos los que se juegan en un mundial. Hay una anécdota muy conocida del escritor uruguayo Eduardo Galeano, amante del futbol que en su oficina cada cuatro años ponía un anuncio que decía: “CERRADO POR FUTBOL” y precisamente así se llama su libro en donde se reúnen todos sus escritos relacionados a este deporte.

Los jugadores de futbol se convierten en personajes y a veces, en héroes y en fuente de inspiración. En sus piernas se depositan la esperanza y el deseo de éxito, si anotan un gol es como si lo hubiera anotado toda su afición y el estadio arde, la piel se nos eriza, besamos a los que tenemos a un lado, levantamos los brazos y queremos más y más porque esa sensación de ganador es alucinante y nunca es suficiente.

“A pesar de las cosas que envilecen al futbol actual, como corrupción explotación económica, dopaje, racismo y xenofobia, el futbol ha podido mantener y renovar la capacidad de asombrarnos”.

-Juan Villoro

El amor a un equipo de futbol suele ser heredado y se tatúa en el corazón y en el alma. Representa la infancia, los momentos inolvidables, los recuerdos y las posibilidades. El amor a la camiseta de nuestro país es un imán que nos une a casi todos los mexicanos en un solo grito de apoyo y la portamos con orgullo, aunque sepamos que quizá no ganemos este mundial, ni el que sigue y quien sabe cuándo suceda, pero la pasión no pone condición. 

Por otro lado, tampoco queda duda de que el futbol es una maquinaria inmensa para hacer dinero porque es un negocio y como tal, en sus entrañas hay cosas muy oscuras que sólo muy pocos manejan y en donde los billetes fluyen como el agua de los mares. Sin embargo, aún hay miles de personas que aman este deporte al desnudo, sin importarles los tratos sucios ni lo negociado a puertas cerradas. Para los verdaderos amantes de este deporte, el futbol va mucho más allá de todo esto.

Desafortunadamente la FIFA es una asociación que ha tenido una administración y manejo cuestionable a lo largo de su historia y ahora más que nunca al haber negociado con personajes muy poderosos de un país que viola descaradamente los derechos humanos y que es el impresentable anfitrión del mundial de futbol de este año.

El futbol es magia que nos hace soñar, pero también es corrupción y mafia. El futbol es la nostalgia y la euforia, pero también la desilusión. Hoy el futbol se viste para ir a una fiesta a una casa que no le agrada, en donde no podrá moverse con libertad, pero va cargado de deseos en las piernas y los corazones de los dignos o quizá no tanto, representantes de cada país que se ganaron un lugar para dejarlo todo en la cancha. 

Sin embargo, no hay que confundir nunca al futbol con quienes lo manejan, el futbol fue, es y seguirá siendo con o sin ellos, no depende de unos hombres vestido de traje moviendo los hilos, depende de las personas que verdaderamente amamos este deporte y de las nuevas generaciones que serán las encargadas de espero, cambiar el color de las turbulentas aguas en las que hoy han sumergido al futbol.

El domingo es la inauguración y desde el minuto uno estaremos registrando este evento que quedará marcado en nuestra historia y del que seguramente hablaremos durante mucho tiempo en las mesas del mundo entero. 

Finalmente, les termino de contar la anécdota de mi hija: el Cruz Azul fue goleado por Pumas y quedamos fuera de esa final, las lágrimas le brotaron desde el fondo de su corazón y no hubo poder humano que le borrara la tristeza y el enojo durante esa noche y la mañana siguiente. Pero ese sentimiento se transformó en una alegría desbordada cuando la noche del 30 de mayo del 2021, Cruz Azul, después de 23 años, 5 meses y 23 días, se coronó campeón de la Liga MX. Todo lo que pueda decirles de esa noche, no será suficiente para expresarles la emoción desbordada que había en el Estadio Azteca, en las calles, en las casas, negocios, etc. Todo fue una verdadera fiesta y claro está, que allí estábamos toda mi familia incluyendo a mi golden retriever también con su playera. Las banderas ondeaban en las ventanas abiertas de los coches, los cláxones sonaban como en una sinfonía, las luces convirtieron la oscuridad de la noche en un día soleado en donde todos fuimos por un instante, viejos conocidos que se reencontraron en las calles.