Gestión del riesgo y resiliencia en los sistemas agroalimentarios
Por: Gabriela Villouta , co-fundadora y CEO de BioProc SpA
El cambio climático, junto con la inestabilidad económica y los eventos geopolíticos, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas agroalimentarios a nivel global. En este contexto, la gestión del riesgo y la resiliencia se han convertido en componentes fundamentales para garantizar la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. En países como Chile, donde la agricultura es un pilar económico clave, es esencial adoptar estrategias que permitan no solo resistir, sino también prosperar ante estos desafíos.
Uno de los principales problemas que enfrenta la agricultura chilena es la alteración de los patrones climáticos. Las sequías prolongadas y las olas de calor están afectando los cultivos, lo que obliga a los agricultores a buscar soluciones más eficientes y resilientes. Una de las estrategias más efectivas es la diversificación de cultivos y la adopción de prácticas agrícolas regenerativas. Éstas no solo mejoran la salud del suelo, sino que también permiten a los productores reducir su dependencia de un único producto, disminuyendo el riesgo en caso de fallas en los cultivos.
La tecnología también juega un papel crucial en la gestión del riesgo. Herramientas como los sistemas de monitoreo climático y el uso de drones han transformado la forma en que los agricultores manejan sus operaciones. Estas tecnologías permiten un análisis en tiempo real de las condiciones del suelo y del clima, facilitando decisiones más informadas y, por ende, reduciendo pérdidas. En Chile, el uso de satélites para monitorear la humedad del suelo es un ejemplo claro de cómo la innovación tecnológica puede fortalecer la resiliencia del sector agrícola.
Recomendado por LinkedIn
Además de las soluciones técnicas, las políticas públicas tienen un rol fundamental en la promoción de la resiliencia. Programas de capacitación y acceso a seguros agrícolas, por ejemplo, brindan a los agricultores las herramientas necesarias para adaptarse y mitigar los riesgos. La cooperación entre el gobierno y el sector privado también es esencial para implementar estas soluciones a gran escala.
Finalmente, la adopción de principios de la economía circular y la agroecología está transformando la agricultura chilena. Estas prácticas buscan maximizar el uso eficiente de los recursos naturales y reducir la dependencia de insumos externos, promoviendo un ciclo de producción sostenible. La reutilización de residuos y el compostaje son ejemplos de cómo estas prácticas están ayudando a crear sistemas más resilientes.
En conclusión, los sistemas agroalimentarios deben evolucionar para enfrentar los desafíos del cambio climático y la incertidumbre económica. En Chile, las estrategias de resiliencia, apoyadas por la tecnología, la diversificación de cultivos y políticas públicas efectivas, están sentando las bases para un futuro agrícola más sostenible. La gestión del riesgo ya no es una opción, sino una necesidad urgente para asegurar la estabilidad de nuestro suministro de alimentos.