Hablar "hasta por los codos", un rasgo de inseguridad.

Hablar "hasta por los codos", un rasgo de inseguridad.

La inseguridad es engañosa por definición, y así como en algunas oportunidades puede ponerse de manifiesto abiertamente, en otras adquiere formas un tanto solapadas.

Una de estas variantes es el hablar de más. Podría pensarse que una persona que tiene la capacidad de llenar el espacio completamente con palabras es alguien a quien le sobra seguridad; pero no siempre es así.

Hay personas que no paran de hablar. Muchas veces lo hacen para que el otro no tenga posibilidad de pensar, que no pueda detectar aquello que no quieren mostrar.

Generalmente se trata de cuestiones que jamás estarían a la vista, ni en la imaginación del interlocutor, pero que por mecanismos del inconsciente, estos individuos deben tapar de cualquier manera.

En un diálogo, para este tipo de personas lo mejor es no dejar hablar al otro, o que piense o analice lo menos posible.

Mientras esto se de en el marco de una conversación trivial no habrá mayores riesgos, pero los problemas comienzan cuando el verborrágico/ca transporta su incontinencia verbal al plano de lo profesional.

La imprudencia puede ser catastrófica en un diálogo, en un discurso, en una exposición, etc.

Aparece aquí el tan utilizado axioma: "Uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras".

Cuanto más hablemos de lo que no estamos seguros más riesgos de caer en el error tendremos. No hace falta ni nadie pide que llenemos el espacio con palabras más allá de lo que nuestro mensaje específico requiere. El resto queda "a gusto del consumidor".

Si tu problema es este u otro relacionado con la comunicación podés consultarme, con mucho gusto veré qué podemos hacer para mejorarlo. hasta la próxima.


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