Hablemos sin saber
Me confieso fanático de este sketch, en el que un grupo de humoristas, liderados por José Guridi (más conocido como Yayo), recrea un programa de panelistas que opinan prácticamente de cualquier tema, sin tapujos ni conocimiento alguno.
Quizás sea esa capacidad de improvisación que demuestran o la frescura con la que abordan temas espinosos. También me resulta atractiva esa visión irónica del “panelismo”, ese mal que nos aqueja y nos obliga a tener siempre una respuesta para todo. Qué difícil resulta a veces simplemente decir “no sé”.
Pensaba que esto me sucede muy a menudo en mis clases o cursos que dicto. Ese miedo a no saber, a defraudar a los alumnos, a quedarme en blanco, sin respuestas. Y la tentación a responder cualquier cosa, antes que dudar.
Afortunadamente, esto me sucede cada vez menos. No por el hecho de tener un conocimiento vasto de los temas, sino porque comprendí cuál es mi rol como docente/capacitador.
Mi contribución, al menos desde mi perspectiva, es el de ayudarlos a pensar, ser simplemente un facilitador.
En esta era, la de la información y el conocimiento, el saber se ha democratizado. Más personas acceden a fuentes de información de escala planetaria. Seguramente, mis alumnos no necesitan que les vaya a contar “lo que dicen los libros” (frase que una vez me dijo una antigua jefa con tono lapidario).
Si estoy allí, parado frente a ellos en ese dispositivo llamado “aula” (muy vapuleado últimamente), es para invitarlos a viajar. Cada uno elegirá en qué parada quiere bajarse, si quiere o no llegar a destino, si desea hacer otro viaje. Les serviré de guía en algunos lugares, en otros, ellos me enseñarán cosas que nunca imaginé.
Ante alguna pregunta inquisidora, me permito contestar simplemente “no sé”. No me avergüenzo, por el contrario, sé que mi valor no está en tener todas las respuestas.
Alguna vez creo que me animaré a tomar un examen en el que los alumnos, más que responder, sean ellos quienes formulen las preguntas.
La próxima vez que tengas que dar una clase, un curso, hablar en público y demás, acordate del sketch, ese en el que cuatro actores simulan dominar un tema y en el que toda la audiencia es cómplice de su “ignorancia”.
Hablemos sin saber.