Hidrógeno verde como punto de partida

Las enormes proyecciones de consumo de hidrógeno verde (H2V) a nivel global en el marco del Net-Zero han creado oportunidades para la producción y exportación del gas por parte de países con gran potencial y disponibilidad de energías renovables. Este es el caso de América Latina y el Caribe (ALC). Las expectativas son que la región jugará un papel protagónico en este mercado, con promesas de prosperidad, empleo y riqueza. La euforia ha sido alimentada por países fuera de la región que necesitan mucho del H2V para descarbonizar sus propias economías.

De hecho, la región tiene condiciones especialmente atractivas para la producción de energía solar, eólica, biomasa, hidráulica y geotérmica. Varios países ya tienen matrices eléctricas verdes o mayoritariamente verdes, que están alrededor de 30 años adelante de las matrices de la OCDE en términos de emisiones. Algunos países están expandiendo rápidamente la capacidad de producción de renovables, lo que reafirmará el liderazgo de la región.

Los vastos y diversos recursos energéticos crean condiciones para que la ALC avance en diferentes rutas tecnológicas para la producción de H2V y algunos analistas incluso prevén que pronto será posible producir H2V a precios aún más competitivos que los del hidrógeno de origen fósil. Dado que el costo de la energía representa dos tercios o más del costo de producción de H2V, la ALC, con la matriz eléctrica que ya tiene, se sitúa en condiciones altamente competitivas en términos de costos y plazos.

Pero, ¿es la exportación de H2V el camino más prometedor que traerá la prosperidad esperada, o será otro canto de sirena? Es demasiado pronto para una respuesta definitiva, pero algunas evidencias pueden ser útiles para informar el análisis. El H2V es una materia prima y la región ya ha adoptado en ocasiones anteriores el modelo de participación en la economía global como proveedor de productos primarios, sin mayores éxitos en términos de prosperidad, empleo y productividad. Después de todo, las plantas de hidrógeno tienen cadenas de valor cortas, emplean relativamente poco y deberían tener impactos locales limitados. Considerando las ventajas comparativas y competitivas únicas de la región en reservas de agua dulce y matriz eléctrica, la emergencia climática, el cumplimiento ambiental y la crisis energética otorgan a la ALC un poder de negociación sin precedentes para buscar sus intereses.

Una alternativa a la exportación es usar el H2V como punto de partida, y no de llegada, es decir, como un instrumento para atraer plantas industriales intensivas en hidrógeno que necesitan descarbonizar y asegurar el acceso a la energía en condiciones seguras y económicas. Esto es el powershoring. Esto incluye el sector metalúrgico, fertilizantes, productos químicos, e-metanol, queroseno de aviación sintético, entre otros.

El potencial económico del hidrógeno debe ser adecuadamente calificado para la toma de decisiones y varios aspectos deben ser considerados, incluyendo los siguientes. Las pérdidas inherentes al proceso industrial de exportación y la logística del H2V pueden ser sustanciales si consideramos el power-to-power y el transporte transatlántico. Además, habría una gran necesidad de energía verde en el puerto de destino para la conversión de amoníaco en hidrógeno y para mantener la característica de bajas emisiones, lo que parece no estar ocurriendo en estos momentos en los países más interesados en el H2V. Además, los costos logísticos y las largas distancias exponen a la región a la competencia con zonas de producción de energía verde más cercanas, como el norte de África, por ejemplo, en el caso de Europa.

 Desafíos como los anteriores sugieren que podría ser más ventajoso producir bienes intensivos en hidrógeno cerca de las fuentes de agua y energía verde para luego exportar H2V "embarcado" en productos industriales. Además de ser más eficiente y menos arriesgado, implica una emisión total mucho menor por unidad de valor agregado. Además, los impactos en las cadenas locales y regionales de producción serían mucho mayores y contribuirían mucho a la agenda social y a una participación más calificada de la región en la economía global.

También se deben tener en cuenta aspectos asociados con el uso final del H2V. Desde una perspectiva más amplia, el gas podría tener al menos cinco direcciones: satisfacer la enorme demanda de producción de fertilizantes para consumo local; satisfacer los sistemas nacionales de energía para reducir la dependencia de las plantas de energía térmica, haciendo que los sistemas sean más confiables y menos costosos; descarbonizar la producción local de acero, cemento y otros sectores industriales altamente contaminantes; satisfacer el powershoring; y satisfacer la exportación de gas. Por lo tanto, el propósito debe evaluarse adecuadamente en función de las necesidades y prioridades de cada país.

Finalmente, hay otros temas que deberían considerarse. Solo una pequeña fracción de los proyectos anunciados a nivel mundial están saliendo del papel y las razones son múltiples. Estas incluyen el alto valor de las inversiones, el alto costo de financiamiento en estos momentos, la falta de garantías de adquisición de hidrógeno, temas ambientales y de licencia, riesgos de cambios tecnológicos, entre otros. Muchos de los proyectos que están avanzando en Estados Unidos, Europa y China se están viabilizando mediante una amplia gama de subsidios, proteccionismo, discriminación y otras formas de apoyo público.

Cuando se tiene en cuenta el alto costo del capital en la ALC, las limitaciones fiscales, las limitaciones de infraestructura y la seguridad jurídica y regulatoria, se ve que el avance de las plantas de H2V en la región podría enfrentar desafíos. Una manera probadamente prometedora de mitigar estos riesgos es que la planta de H2V ya esté diseñada como parte de cadenas locales o regionales de valor intensivas en gas, lo que tiende a tener importantes implicaciones positivas en la evaluación de riesgos y en el acceso y condiciones de financiamiento.

No hay dudas de que el H2V tiene un enorme potencial para promover el desarrollo económico y social y puede contribuir a la descarbonización global. La cuestión no es apostar por el H2V o no, sino qué hacer con él. La exportación es solo una opción, entre otras. Las políticas en la región deberían desarrollarse cuidadosamente para potenciar los beneficios del H2V y evitar generar expectativas que puedan no cumplirse.

Jorge Arbache es vicepresidente del sector privado del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y profesor de economía en la Universidad de Brasilia.

Columna originalmente publicada en el periódico Valor Económico el 16 de mayo de 2024.