Ideología y Comunicación Política
La comunicación política está en crisis, ya no aporta nada, carece de ideología, y valores.
El problema de la comunicación política de nuestros tiempos es que le falta ideología, al no tener ésta como raíz de toda la acción y comunicación se vuelve estéril, frívola y prefabricada, hoy tenemos todas las herramientas para comunicar de una forma adecuada y llegar a todas las personas, el punto es, que, en el fondo, no tenemos que comunicar.
Las actuales campañas políticas y gubernamentales son muestra de una comunicación vacía, prefabricada, fría, a veces ridícula y manipuladora hasta un punto qué raya en lo perverso.
Los ideales, las causas, la defensa de la verdad, no se ven por ningún lado en las campañas modernas. Afortunadamente este tipo de comunicación política ha dejado de funcionar.
La imagen perfecta del candidato; sus características de bondad, humildad y hasta pobreza; las promesas de cambio; los spots de grandes producciones; y en general todos los esfuerzos por construir una persona que no existe, también dejaron de funcionar.
La gente está cansada de escuchar mentiras, los jóvenes no se convencen fácilmente con un discurso que no empata con su realidad, la ciudadanía ya no cree en los políticos, las personas mayores están decepcionadas del partido que alguna vez les causo orgullo y dignidad. Literalmente la gente está harta de los políticos y la política.
Los seres humanos nos asociamos psicológica, cultural, económica y políticamente en organizaciones, los partidos políticos eran estos entes que incluían cada una de estas variables en su filosofía, y ello, daba paso a la afiliación ideológica partidista y a su vez a la acción y movilización política por voluntad propia.
Las personas se adhieren a causas e ideales, los partidos políticos deben articular esos ideales en una propuesta de gobierno que ofrezca a la ciudadanía la posibilidad de una mejor calidad de vida.
En la historia de México encontramos ejemplos de grandes políticos ideólogos como Porfirio Díaz quien impulsó como nadie la literatura, Benito Juárez y sus aportaciones a la educación y la ideología liberar de su tiempo, Ignacio Manuel Altamirano que también fue diplomático o Justo Sierra quien retomó a partir de la educación la idea del nacionalismo mexicano.
También encontramos innumerables artistas, intelectuales y pensadores que tomaban posición política y plasmaban en sus obras ideologías político-culturales, entre ellos, los muralistas José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera quienes hacían en su obra la denuncia de los conflictos sociales del momento.
Y qué decir de José Vasconcelos, que, como secretario de educación pública, apoyó a los artistas para hacer arte partidista con un sentido mexicanista revolucionario. Casos recientes como Octavio Paz y su activismo político o Carlos Fuentes, todos ellos, entremezclaba las ideas, la política, la cultura y el arte. Estos hombres compartían una característica, aportaron ideología política para trascenderla e implantarla en la vida social del País.
La política actual carece de ideas superiores que se basen en los valores de las personas, no recoge el sentir ciudadano para convertirlo en una propuesta de transformación o desarrollo, así entonces, si la propia política no tiene valor su comunicación tampoco lo tendrá.
No es la comunicación lo que hay que cambiar, es la política en sí, son las ideologías. Los partidos políticos actuales no ofrecen una ideología, sus estatutos son anacrónicos, carentes de un lenguaje ciudadano, y distan mucho de ser la línea para la toma de decisiones, las filosofías partidarias están disociadas de los programas, planes y estrategias políticas.
La izquierda y la derecha se dividen por una línea casi imperceptible. Hoy cambiar de ideología, es tan fácil como cambiar de partido, de grupo de interés, o hasta de lugar de residencia.
Los políticos traidores a sus partidos son recibidos y premiados en otros partidos según su capital político, sin consecuencias para su reputación o dignidad, porque los valores como la lealtad, la confianza, y la ideología, no son importantes en la percepción política de México.
Las sociedades crean sus símbolos a través de la historia, lo simbólico es lo que da identidad a los pueblos: las palabras, las imágenes, los significados, la cultura popular, la artesanía, las leyendas, la educación.
Los hechos mismos significan algo, el significado de los hechos es la verdad, y hoy más que nunca se encuentra expuesta y a la vista de todas las personas.
Las redes sociales ponen en evidencia no sólo las cuestiones más simples como el comportamiento de las personas, el enriquecimiento ilícito y la corrupción, sino también, las más profundas en términos de comunicación, como la falta de ideas, de contenidos de valores.
Millones de pesos son malgastados cada temporada electoral en propaganda carente de valor con un uso exagerado e indiscriminado de la persuasión, la mentira, la manipulación y la mercadotécnica. En muchos casos son las ocurrencias de algún convidado a la campaña.
Cuesta trabajo identificar entre las propuestas políticas actuales una ideología, coherencia, y convicción de llevar las ideas hasta sus últimas consecuencias.
Todas las herramientas modernas y tradicionales para hacer política deben estar al servicio de una causa común, de un sueño y una aspiración social, de una lucha por mejorar las condiciones del País.
¿Dónde están los hombres con discursos llenos de idealismo y emotividad? Los discursos más elocuentes de la historia son un reflejo de los ideales de los hombres que los expusieron, tampoco el discurso en sí es lo que hace la realidad, sino la coherencia de las ideas y el actuar de quienes los dictan, las personas conectan con personas que muestran ideologías sólidas, lealtad a sus causas y constancia en sus luchas, entre ellos, Martin Luther King y su famoso discurso “I Have a Dream”, o Luis Donaldo Colosio y “Yo veo un México”. Ambos cobardemente asesinados.
Eva Perón y su propuesta de esperanza social para construir un mundo mejor, Barack Obama y el “Yes We Can”, Salvador Allende y su discurso el día del golpe de Estado, lo que concluyó con su suicidio. Abraham Lincoln y su discurso de Gettysburg, Winston Churchill y su famoso Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.
Actualmente no hay propuestas en la comunicación política porque no hay ideales. Las personas antes de querer ser políticos o funcionarios públicos, debe ser buenos seres humanos, buenos padres, esposos, hijos, vecinos, y sobre todo buenos ciudadanos. Pero todo su actuar debe estar determinado por sus ideas.
Hay que volver al humanismo retomar los cimientos de las causas sociales. En política antes que las redes, las técnicas, las estrategias y la comunicación… está la ideología.