Impacto de la actividad extractiva de recursos y los monocultivos intensivos.
El uso de recursos naturales y la extracción se ha triplicado durante los últimos 50 años debido a los elevados niveles de consumo de materiales a nivel mundial sobre todo en países de ingreso alto y medio-alto. Además, se prevé que la extracción de materiales se incremente en 60% hasta el 2060 y esto agrave los problemas de la llamada "triple crisis planetaria" del cambio climático, contaminación y pérdida de biodiversidad y no sólo estos sino también los relacionados con el bienestar humano y prosperidad económica, de acuerdo al PNUMA en su informe "Panorama de los Recursos Globales 2024".
Buscar formas, caminos o métodos que nos ayuden a reorientar nuestras actividades de tal forma que generemos menos impactos socioambientales debería ser nuestra meta.
La agricultura intensiva y extractiva genera más del 72% del estrés hídrico, pérdida de biodiversidad relacionadas con el cambio en el uso de la tierra, y es responsable de una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero por su impacto en el uso de fertilizantes sintéticos de base nitrogenada y el deterioro del contenido orgánico de los suelos y microbiota, además de la alteración de la flora circundante, y el uso de herbicidas y plaguicidas sintéticos entre otros. Existen alternativas a estas prácticas tradicionales, que ayudaran a un desarrollo más sostenible.
Como muchos países, Guatemala coincide con un incremento en el uso de la tierra para actividades agroindustriales de monocultivos que generan ciertos beneficios para la economía impactando favorablemente en el PIB y la generación de empleos. En otro sentido, también impactan en otros aspectos socioambientales, de acuerdo al informe presentado por la Asociación Centroamericana Centro Humboldt ACCH.
Algunos de los asuntos importantes que se mencionan es la reducción de las áreas para cultivo de granos básicos, la alteración de la dinámica familiar y comunitaria, una mayor dependencia de la importación de alimentos, afectando la seguridad alimentaria rural y un mayor riesgo de ser afectados por la enfermedad renal crónica (ERC) debido a la deshidratación por exceso de calor e irradiación solar para los obreros en campo.
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A continuación, un gráfico que resume el % de cambio en el uso de la tierra para diversas actividades desde 2015 hasta 2022. Se destaca un marcado crecimiento en el uso para cultivos perennes de más de un 28% con respecto al 2015 (actividad agrícola exportadora que participa con el 31.93% del uso de la tierra) y también un crecimiento para cultivos anuales (cuyo principal rubro de producción es el maíz) de más de un 40%. Correspondientemente es notable un decrecimiento en el uso de la tierra para bosques mixtos de más de un 20% respecto a 2015 y similarmente un decrecimiento de los bosques latifoliados de más de un 14%, reduciendo su participación en el uso de la tierra al 2022, el cual es comparativamente bajo.