Influencers sin idea y gurús del vacío
En lugar de enfrentarse a las pequeñas tragedias del acné o las interminables clases de matemáticas, los adolescentes de hoy deben luchar contra un enemigo mucho más escurridizo: la desinformación en Internet. Según un estudio reciente, un 75% de los jóvenes entre 14 y 16 años carece de formación crítica para navegar en la jungla digital. ¡Qué sorpresa! Pero no nos equivoquemos: la culpa no es del chaval que se pasa horas en TikTok viendo a su influencer favorito bailando con un filtro de perrito. No, no, aquí hay más responsables.
Lo más alarmante no es que los adolescentes, que no reciben educación financiera, ni emocional, ni saben cómo poner un enchufe o arreglar cosas en casa, sean incapaces de distinguir una noticia falsa de una verdadera. Al fin y al cabo, si apenas pueden discernir entre una camiseta y un crop top, ¿cómo les vamos a pedir que diferencien entre un bulo y un hecho verificado? Lo grave es que ni siquiera los adultos están preparados. ¿Como podemos pretender que los adolescentes tengan pensamiento crítico si sus padres pasan de todo y no lo tienen?. Y es que en esta tragedia griega en la que nos ha tocado vivir, resulta que estamos educando a una generación digital con profesores que, en el mejor de los casos, apenas saben cómo guardar un documento en la nube. Vamos, que la cosa no pinta bien.
Y aquí no acaba la comedia. Resulta que, de acuerdo con los datos del estudio, solo un mísero 22,5% de los adolescentes ha recibido formación sobre pensamiento crítico en Internet. Sin embargo, ¡ojo! Un 76,7% sabe perfectamente cómo hacer presentaciones en PowerPoint. ¡Qué alivio! No sabrán identificar fake news, pero podrán hacer una diapositiva con efectos de sonido y transiciones de barrido. Si eso no es educación de calidad, que baje Sócrates y lo vea.
Mientras tanto, las instituciones educativas, a medio gas, siguen formando a nuestros futuros adultos digitales en lo más irrelevante posible. Por supuesto, no todo es culpa del sistema. Los padres tampoco están sacando matrícula de honor en este campo. Según los datos, el 83% de los adolescentes cree que tiene mucha más habilidad en el manejo de dispositivos que sus propios padres. Y claro, los chavales se ven abandonados en ese limbo digital, donde la única guía fiable parece ser su grupo de amigos, esos seres igualmente despistados que, entre memes y filtros de Instagram, intentan dar sentido a un mundo que se mueve más rápido que su capacidad de procesamiento.
Luego está el tema de los influencers, esos nuevos dioses del Olimpo digital, que han sustituido a los periodistas y a las figuras públicas de antaño. Hoy en día, para un adolescente promedio, la opinión de cualquier periodista serio es menos relevante que la de un tipo cualquiera con más de un millón de seguidores en Instagram. ¡La razón y la lógica han muerto y han sido reemplazadas por los filtros y los likes! Es como si el futuro de nuestra sociedad dependiera de quién tiene más seguidores, no de quién tiene más conocimientos.
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Y claro, en medio de todo esto, la ministra de Educación suelta lo que parece ser la solución mágica: “Hay que potenciar la educación en valores para hacer un buen uso de las infinitas posibilidades de Internet”. Pues nada, problema resuelto. A partir de ahora, entre ecuaciones y redacciones sobre “Mis vacaciones de verano”, se enseñarán valores. ¡Bingo! Lo malo es que mientras se potencia todo esto, los adolescentes siguen viendo a influencers que les venden relojes caros y dietas milagro, y los padres se quedan atónitos intentando entender qué demonios es un "challenge" de TikTok.
La verdad, si no fuera tan trágico, esto podría ser la trama de una sátira digna de Orwell. Pero aquí estamos, con un 50% de los estudiantes incapaces de diferenciar entre una noticia verdadera y una falsa. Eso sí, si se trata de diferenciar entre el último modelo de zapatillas de Nike y el de Adidas, ahí no fallan. Prioridades, supongo.
Y mientras tanto, la desinformación sigue fluyendo, como el vino barato en una fiesta de fin de curso. Los adolescentes, a falta de un sistema educativo que realmente les enseñe algo útil, y sin el apoyo necesario de sus mayores, siguen confiando en influencers que, en el mejor de los casos, son gente con buenos abdominales y en el peor, unos charlatanes con acceso a WiFi.
Pero...oyess, al menos saben hacer una buena presentación en PowerPoint.
Cuídense ahí afuera...
Abogado en Asesoria Integral Abogados
4 mesesAy Javier es doloroso reconocer la razón que tienes