El autoengaño es la manera de no progresar. Hace ya unos años (2006) me invitaron a dar la conferencia de inicio de curso a una de las entidades de mi universidad. Hablé del déficit en innovación que había en nuestro país, mostrando múltiples datos. El rector, que habló después, hizo lo posible para desautorizarme, con el único argumento de que en las universidades teníamos una gran producción científica [1]. Quedó claro que no entendía la diferencia entre la innovación y la producción científica académica. Pues bien, diez años después, España está igual o peor. Nos podemos seguir mirando el ombligo, pero debemos entender que para hacer un país innovador las islas de excelencia son imprescindibles, pero no son suficientes. + en Avances en Gestión Clínica