Innovación en tiempos de innovación

Innovación en tiempos de innovación

Innovación en tiempos de innovación

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de innovación para el desarrollo?

Hablar de innovación está de moda hoy en día. La innovación como slogan está presente en el discurso actual de industrias, gobiernos, empresas, instituciones, organismos internacionales, ONGs, universidades, escuelas, think tanks, etc. Una definición rápida diría que se refiere al uso de tecnología en cualquier campo del saber, la industria o la sociedad. Una definición un poco más amplia diría que se relaciona a la cuarta revolución industrial y a la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, que irrumpen a escala global en la sociedad modificando todos los aspectos de la misma, desde la manera como nos relacionamos hasta la manera como se producen y comercializan bienes y servicios. Ambas son acertadas.

 

¿Pero, ocurre lo mismo cuando hablamos de innovación para el desarrollo? La respuesta es sí, pero esa es sólo una parte de la ecuación. La innovación en el marco del desarrollo no es una acción, es un paradigma[1]. Un paradigma entendido como una nueva manera de pensar el desarrollo en el siglo XXI desde la búsqueda de soluciones eficientes, multidimensionales y sostenibles a problemáticas complejas en contextos particulares. Bajo esta premisa, la tecnología es indudablemente el principal agente disruptivo, pero la innovación, en sentido amplio, es un paradigma que permite visualizar e implementar nuevas soluciones sostenibles y adaptadas que respondan de una manera más efectiva a los desafíos que enfrentan los gobiernos, las instituciones públicas y las sociedades.

 

Por tanto, es un espacio donde convergen métodos, prácticas, herramientas y enfoques que brindan soluciones efectivas a varios niveles. La consultora británica Nesta -pionera en innovación pública a nivel mundial- publicó en 2018 el panorama de la innovación en el cual identificó un completo número de herramientas y propuso una categorización en cuatro niveles que permitió visualizar el amplio número de espacios que componen el término innovación aplicado al desarrollo. Estos son: innovación como espacio de Inteligencia, Innovación como espacio de soluciones, innovación como espacio tecnológico e innovación como espacio de talento.

 

 

La innovación como espacio de inteligencia se enfoca principalmente en la comprensión de la realidad y de la complejidad social. Este enfoque, de corte más académico cuenta con herramientas como, el diseño crítico, las políticas basadas en evidencia, la visualización de datos, el sensemaking, el análisis prospectivo, los ensayos aleatorios de control, los sistemas de pensamiento, entre otros.

 

La innovación como espacio de soluciones se centra en métodos que ayudan a probar y desarrollar soluciones. En otras palabras, se enfoca en dar forma a la realidad, por lo que podría decirse que es el espacio para el emprendimiento. Entre sus enfoques y herramientas se encuentra: el prototipado, el financiamiento alternativo, la inversión de impacto, el financiamiento colectivo, los hackatones, los espacios de innovación, el producto mínimo viable (PMV), los challenge prizes, entre otros.

 

La innovación como espacio tecnológico incluye el uso de tecnologías que facilitan la acción y el cambio. Por tanto, abarcan herramientas digitales y métodos relacionados con el uso de datos masivos como: las cripto monedas, el internet de las cosas, el blockchain, la inteligencia artificial, la realidad virtual, la realidad aumentada, la gobernanza algorítmica, entre otros.

 

La innovación como espacio de talento se enfoca en cómo movilizar competencias y desarrollar habilidades para generar cambios institucionales a través del empoderamiento de las personas. Entre sus metodologías se encuentra: la gestión del talento, el liderazgo experimental, el diseño organizaciones, los sistemas de liderazgo, entre otros.

 

Pero también se encuentran espacios de convergencia en los cuales una metodología o enfoque abarca múltiples espacios. Por citar algunos ejemplos, en el espacio de las soluciones y la inteligencia convergen metodologías como el design thinking, el diseño centrado en el ser humano, los sistemas de pensamiento, los laboratorios públicos de innovación, y el behavioural insights. En el espacio de la tecnología y las soluciones se ubica el uso de las criptemonedas, los laboratorios de innovación digital, las ciudades inteligentes, entre otros. En los espacios de talento e inteligencia convergen la innovación abierta, la inteligencia colectiva, el positive deviance.

 

Este panorama permite comprender que hablar de innovación para el desarrollo significa también ampliar la comprensión de las dimensiones que lo componen y en consecuencia, explorar la multiplicidad de herramientas que facilitan la provisión de soluciones para pensar y hacer desarrollo en siglo XXI.

 

Innovación y agenda 2030

La relación entre la innovación y la agenda para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es indiscutible. Más allá de constituir la guía de objetivos globales trazados hasta el 2030, está ejemplifica el cambio en la manera de concebir el desarrollo en los próximos años. Por tanto, cuando se lee entre líneas, se encuentra que lo que plantea es que la complejidad de los desafíos globales es y será la constante en el siglo XXI. Por ello, no solo se plantea -entre otros- la eliminación de la pobreza en todas sus formas sino también se busca asegurar que las personas no recaigan de nuevo en ella, reduciendo inequidades entre y dentro de los países, descabonizando las economías, cambiando la manera de producción y consumo, así como construyendo sociedades más inclusivas y pacíficas En otras palabras, demanda soluciones multidimensionales, prácticas y sostenibles adaptadas a cada contexto. Dicho de otro modo, la agenda 2030 comprende que la complejidad será el nuevo normal del desarrollo y que, en consecuencia, no solo debemos abrazar esa complejidad sino prepararnos para entenderla y responder de manera eficiente a la misma si queremos obtener impactos significativos y sostenibles. Allí entra la innovación, pero no como un fin en sí mismo, sino como un paradigma, un modelo para pensar y hacer el desarrollo en el siglo XXI;

 

En ese escenario, la agenda es fundamentalmente un llamado a la acción. No solo para los gobiernos, sino también para las agencias internacionales, las firmas, los inversores y los sectores privados, a quienes busca convocar a través de acciones que conduzcan a escenarios más deseables. Sin embargo, la movilización de estas sociedades hacia futuros más sostenibles sin dejar a nadie atrás es una tarea compleja que implica trabajar en un amplio número de factores claves tales como el desempleo juvenil, la disrupción tecnológica, la aceleración de la urbanización y la inmigración, así como el crecimiento de los conflictos y del extremismo. Que no pueden ser abordados como problemas aislados, sino abiertamente interconectados y complejos.

 

En consecuencia, la agenda 2030 no puede ser alcanzada a través de acciones aisladas, discretas e incrementales. Debe abordarse de manera novedosa, compleja y disruptiva. Metafóricamente hablando, el business-as-usual (la normalidad del trabajo en desarrollo) podría conducirnos a producir más automóviles pero también a generar muchos más embotellamientos. Enfocarnos, por tanto, en las soluciones significa preguntarnos ¿cómo podemos alcanzar estos objetivos de una manera más rápida, segura y económica? Por tanto, necesitamos cambiar los sistemas, modificarlos, generar nuevos enfoques de trabajo, superar la idea de las balas mágicas. En otras palabras, crear un nuevo “sistema operativo” que abrace la complejidad y soporte las soluciones sostenibles que nos demanda el abordaje del desarrollo en el siglo XXI y para ello la comprensión amplia de la innovación jugará un papel fundamental.

 

Finalmente, lo que esto significa, es que tenemos una oportunidad emocionante para transformar nuestro enfoque colectivo de trabajo mediante la introducción de nuevas herramientas, respaldadas en evidencia que permitan acelerar el ensayo y la difusión de soluciones dentro y entre los países, tanto a nivel público y de gobierno como a nivel privado, empresarial e individual. La comprensión de este cambio de enfoque y la interiorización del paradigma que implica hablar de innovación ayudará a enfocar esfuerzos colectivos de manera más eficiente obteniendo resultados más sostenibles a corto y mediano plazo.



[1] La palabra Paradigma proviene del griego Paradigma y el latín paradigma, cuyo significado es ejemplo o modelo. Es empleado para indicar un patrón, modelo, ejemplo o arquetipo. alude aquellos aspectos relevantes de una situación que pueden ser tomados como un ejemplo. En otras palabras, nos referimos a la innovación como el modelo para hacer y pensar el desarrollo en el siglo XXI




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