INNOVACION EMPRESARIAL: EL CANTO DEL CISNE
Marcial Bellido Muñoz.
Fundador del Instituto de Práctica Empresarial (IPE)
Cuenta la leyenda que el cisne permanece en silencio a lo largo de su vida y solo cuando ve de cerca la muerte se dedica a cantar una bella canción.
Posiblemente oiremos muchos cantos de cisne en las próximas fechas.
En un reciente informe de KPMG, en colaboración con la CEOE, se pone de manifiesto como las perspectivas de la clase empresarial son más pesimistas respecto al futuro inmediato, y las mismas se traducen en unos cantos de cisne que curiosamente suenan a INNOVACION Empresarial.
Analizando el resultado que se alcanza, después de haber entrevistado a más de 1.000 dirigentes empresariales, se llega a la conclusión de que las empresas españolas van a emplear sus disponibilidades (liquidas o de endeudamiento) en:
Al observar el anterior cuadro- respuesta nos encontramos con que el 56% pretende mejorar los procesos y prácticamente igual, para un 55%, la clave es la transformación digital.
¿Que podemos deducir de este comportamiento?. Sinceramente, del análisis realizado por IPE a lo largo de los años, deduzco que, fundamentalmente, es una reducción de costes y de plantillas fijas lo que se anda buscando. Parecería como si en este momento nada fuera tan importante como reducir las plantillas a cero o de lograr otra forma de hacer que permita que los costes sean, en gran medida, variables. El resultado es desolador (en la misma medida que buscamos esa ecuación, el personal, busca alternativas que le permitan alcanzar los umbrales que anda buscando) pues los sentimientos pueden estar encontrados y en momentos como el que vivimos, pueden ser nefastos.
Mejorar los procesos o llevar a cabo la transformación digital, suena a cosas muy a largo plazo. Sin embargo, insisto, en la mayoría de los casos, lo que viene a significar es una lucha por lograr mejorar los resultados y hacerlo, a través de la eliminación de los gastos.
Se trata de transformar, solo a través del uso de las palabras, una necesidad cierta, la de innovar, por otra cuál es la de reducir al mínimo la capacidad de gastar. Esta dicotomía, posiblemente justificada, mata a muchas empresas, pues la obsesión por el resultado vía costes (gestión interna vs. gestión externa) es la antesala de un “canto” que huele a difunto.
Efectivamente, cuando se descubre el gasto y se observa que se puede hacer variable, a eso nos apuntamos. Sin embargo la traducción es clara: o se tiene miedo al talento y mantenerle una forma de pago y/o se tiene la soberbia de que con uno basta.
He dicho en repetidas ocasiones, a lo largo de estos veintitantos años de la historia de IPE, que si todos piensan igual en la empresa sobran todos menos uno. Obsérvese que el liderazgo que salva empresas es verdaderamente disruptivo y cuando los demás van ese liderazgo viene. Disruptivo, para que se me entienda, significa tener oscilaciones por encima de la media. Pues bien, también lo he dicho siempre, la empresa que tiene buenos resultados esta condena a crecer, de lo contrario la competencia será la que aproveche ese dato, innovando.
Esa es la clave para ser grande y sobre todo para retrasar al máximo el canto del cisne del que vengo hablando.
Claro que es bueno quitarse lo superfluo, la grasa sobrante. Se trata de ser rápido (especialmente si no se es grande) y solo eso se consigue si vamos al límite del músculo. Al límite no significa ir sólo, insisto, pues no se tiene el don de la obicuidad y por tanto, en algún sitio, algo está faltando y la competencia lo está anotando.
Por eso en situaciones como esta de nuevo se empieza a oír cantar al cisne. Ya no vale cualquier cosa y es a la verdad a lo que nos enfrentamos. Las empresas se han visto desprovistas de plantillas y al cortar toneladas de grasa improductivas nos hemos quedado (posiblemente sin quererlo) sin algunos kilos de carne magra. Estamos sin estrategia o no tenemos equipo (plantilla) a quien trasladarla. Empieza el canto…