Invernar
No, no lo escribí mal
Hace poco terminé de leer el libro Invernando de Katherine May, en el cual describe el proceso de invernar como una forma de afrontar los momentos desafiantes de la vida.
Invernar es lo que ocurre en la naturaleza durante los meses de invierno. Algunos animales hibernan, las plantas se marchitan. Todo parece estático, sin movimiento, sin “crecimiento.”
Y postula algo loquísimo: ¡los humanos somos parte de la naturaleza!
Qué divague, ¿no? 🙄
Los seres humanos nos regimos bajo las mismas leyes cíclicas de expansión-contracción-expansión. A veces por situaciones externas: crisis, enfermedades, separaciones. A veces por situaciones internas: la vida misma.
Pero no tenemos el lenguaje apropiado para explicar cómo invernar puede ser beneficioso para nuestro crecimiento.
Digo apropiado, porque solemos creer que cualquier cosa que sea pausar o ralentizar la vorágine diaria implica la apatía o, peor aún, la desidia del “no estar haciendo”. No estar mostrando lo que estamos haciendo.
Digo puede ser, porque invernar no es lo mismo que tomarse un descanso o hacer la plancha. Puede ser que no elijamos invernar, pero sí podamos elegir cómo.
Invernar es un compromiso activo con la introspección, la reflexión y el aprendizaje. Es un verbo, es activo. Requiere un hacer. Solo que la expansión no es hacia afuera, sino hacia adentro.
“Dibujá un iceberg y anotá todo lo que estas haciendo para adentro, que no se ve, que no se muestra afuera”- me sugirió mi amiga Clari.
Creamos una cultura de vergüenza alrededor de los “wintering periods”, como los llama May. Nos pone incomodos hablar del tema, nos cerramos, nos ‘metemos para adentro’, y queremos que se pase lo más rápido posible.
“Bueno, ya está, ya va a pasar” “Resistí, todo pasa” - nos dicen/decimos.
Ugg 😪
Invernar no es algo que nos pasa porque hicimos algo mal y necesitamos “repararnos”. No estamos rotos.
No le damos el crédito que merece al hecho de ser lo suficientemente valientes como para detenernos y adentrarnos en las profundidades de nuestra vulnerabilidad.
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Todos queremos ser valientes, pero ¿vulnerables? No, gracias.
Y eso, lamento comunicar (en realidad no lo lamento), es una paradoja:
La vulnerabilidad ES la medida del coraje
Preguntas invernando.
✍️Recomiendo mucho hacer journaling de ellas.
¿Qué es lo que verdaderamente me nutre?
¿Dónde encuentro enraizamiento y anclaje?
¿En dónde/con quienes puedo habitar mi vulnerabilidad?
¿De qué maneras necesito trasplantarme de lugar o de entorno?
¿Qué o quién en mi vida me ayuda a podar las ramas secas?
¿Qué hojas necesito dejar caer?
¿Qué esta listo para florecer?
Deseo que hagamos más espacio para abrazar la invernación, y sobre todo, compartirla.
Hasta la próxima.