INVERSORES IRRACIONALES

INVERSORES IRRACIONALES

“Pienso luego existo”. No tan rápido.

"Pienso luego existo". No tan rápido. Es cierto que el ser humano es fundamentalmente, y en la mayoría de los casos, racional. Pero existen momentos, actividades, donde el ser humano es racionalmente irracional. Previsiblemente irracionales, que diría Dan Ariely.

“Wherever there is uncertainty there has got to be judgment, and wherever there is judgment there is an opportunity for human fallibility.” (Don Redelmeier).

Y una de esas actividades es la inversión, actividad compleja, difícil, técnica, donde en cada decisión ponemos en riesgo algo tan sensible como es el dinero, nuestros ahorros posiblemente. Y aunque es precisamente entonces cuando deberíamos comportarnos de la manera más racional, sucede en muchas ocasiones lo contrario. Miedo y esperanza entran en juego, contradicciones individuales y presión del comportamiento de masas. Y por tanto, y aunque no podemos eliminar gran parte de nuestros comportamientos, como seres humanos que somos, sí merece la pena conocer y reconocer nuestras debilidades para tratar de limitar sus efectos.

El peso del comportamiento en el mundo de las inversiones es elevadísimo, y probablemente una de las causas principales del fracaso de la teoría de los mercados eficientes (a pesar de que las escuelas de negocios de medio mundo sigan enseñándola en sus programas MBA).

Por ello, repasemos de manera somera las principales debilidades y sesgos que tendremos que enfrentar a la hora de tomar decisiones de inversión. Siendo conscientes de las mismas, podremos, al menos, cuestionarnos, si estamos cayendo en alguna de ellas.

Entre las más importantes se encuentran las siguientes:

  • Sesgo de Confirmación: Tendemos a elegir la información que nos conviene, la que confirma nuestras tesis de inversión, y rechazamos la que las contradicen. Y además, no se sabe cómo, somos capaces de encontrar más noticias favorables o que nos afectan de manera positiva, que contrarias. ¿Verdad que cuando una/o se queda embarazada/o (los padres también disfrutan/sufren el embarazo) no paramos de ver gente embarazada por la calle? Pues no, no es que ahora todo el mundo haya decidido tener hijos. Una derivada de este sesgo es rodearnos, hablar, comentar, nuestras inversiones, posiciones, con las personas que comparten nuestras tesis. Estamos más cómodos invirtiendo con la masa, estando de acuerdo y en sintonía con ella.
  • La falacia del jugador. Cuando en la ruleta, en un determinado momento, ha salido rojo 5 veces seguidas, tendemos a pensar que las probabilidades de que salga negro en la próxima tirada, aumentan sustancialmente, ¿verdad?. O si la acción X lleva 5 días seguidos subiendo con fuerza, en algún momento tiene que corregir, ¿cierto? Tendemos a poner demasiado énfasis en el pasado reciente, ya sea para confirmarlo o negarlo. En la mayoría de los casos, estimamos que lo reciente se repetirá en el futuro, que la tendencia continuará. Los estudios realizados demuestran que la realidad es bien distinta. Por ejemplo, los fondos que recientemente lo han hecho bien, tienden a hacerlo peor, en el corto plazo, que aquellos que tienen un pasado reciente decepcionante. Todos los gestores sufren reveses, y cuando lo hacen mal, sus partícipes abandonan el barco. Por el contrario cuando lo hacen bien, quieren subirse al tren. Esta es una de las razones por las que existen fondos con un track record impecable durante muchos años, y sin embargo, la rentabilidad de sus partícipes es mucho peor. Se subían y bajaban del tren a destiempo. El peso del pasado reciente nos juega malas pasadas. Ya saben eso de rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras, pero no le prestamos demasiada atención....
  • Exceso de confianza. En muchos casos nos creemos infalibles, sobre todo, si en la tarea de que se trate, hemos tenido éxito con anterioridad. Este hecho hace que bajemos la guardia y descuidemos los criterios y procesos que nos llevaron al triunfo en el pasado. Y para agravar la situación, nos creemos que somos más hábiles que el resto…. Eso es normalmente imposible, y en cuestión de inversiones, más si cabe. La humildad en el mercado es escasa.
  • Sesgo de Retrospectiva: Consiste en la propensión que tenemos a creer, una vez que un hecho ha ocurrido, que lo habíamos previsto con anterioridad. ¡Claro que sabíamos que había burbuja de internet, y la inmobiliaria, incluso que el Banco Central iba a bajar tipos después! Como decía un amigo, ¡la quiniela se acierta fácilmente los lunes!
  • Auto-atribución: Es la propensión a atribuir nuestros aciertos a la habilidad que poseemos, y a justificar nuestros fracasos con variados motivos, ajenos a nuestra responsabilidad. Nuestro análisis de la acción X sigue siendo válido, sigue estando bien construido, si no ha funcionado habrá sido por Trump, o el Banco Central Europeo, o incluso por el mal tiempo. ¡La culpa del mal resultado es siempre de los demás!
  • Sesgo de Anclaje y Ajuste. Tendemos a poner mucha importancia en eventos singulare,s y tomar decisiones en función de ellos. Solemos acordarnos perfectamente de las acciones donde ganamos mucho dinero y de alguna manera establecemos una relación, un anclaje a ese valor (independientemente de cómo se esté comportando la acción).
  • Sesgo de Disponibilidad e Inobservancia del caso base: Utilizamos mucho más la información que tenemos disponible fácilmente en nuestro cerebro. Información que hemos leído recientemente, que nos ha impactado, etc. y esa información nos influye claramente en la toma de decisiones, descuidando un análisis racional de probabilidades. Cuando alguien muere por el ataque de un tiburón o por un accidente de avión, nos afecta sobremanera y nos condiciona cuando vamos la próxima vez a la playa o volvemos a montarnos en un avión. E ignoramos las escasas probabilidades de que ese suceso ocurra. Estudios demuestran que en los hospitales, los enfermos tienen muchísimas más posibilidades contraer una infección a través de los botones de los ascensores que en el quirófano. ¿Pero verdad que nunca hemos leído nada de un enfermo que terminó muriendo por apretar el botón del hospital?. Pongamos otro ejemplo: Si les digo que a Juan le gusta la música, tiene una colección de CDs inmensa, va todos los años a Viena por año nuevo y toca el piano cada día al menos 2 horas, es tranquilo y no le gustan los deportes de riesgo, ¿qué es Juan, pianista o abogado?. Asemejamos la personalidad y actividades de Juan a la de un músico, obviando que las probabilidades de que sea abogado son muchísimo mayores.
  • Presentación de la información: Tomamos decisiones en función de cómo se nos presentan las opciones. Cuando a un enfermo de cáncer se le da la opción de optar por un tratamiento experimental, decide en función de cómo se le presentan las probabilidades de éxito o de fracaso. Le podemos decir que hay una probabilidad de supervivencia y éxito del 10% o le podemos decir que en el 90% de los casos no funcionará y el paciente morirá. La decisión será diferente, aunque en el fondo sea exactamente igual. No respondemos igual ante probabilidades de ganar dinero que a las de perderlo. La famosa aversión al riesgo, a perder dinero. Numerosos estudios demuestran que ante la opción por ejemplo de ganar 500 euros con seguridad o la opción de ganar 1000 con un 50% de probabilidad, la mayoría de los sujetos de los estudios eligieron la opción de los 500 euros seguros (Más vale pájaro en mano….). Sin embargo si las opciones son perder 500 euros con seguridad o perder 1000 con un 50% de probabilidad, los participantes en esos estudios prefirieron tomar el riesgo. El valor esperado en ambas opciones es el mismo, pero la disposición es diferente en función de si lo que está en juego son ganancias o pérdidas. En este sentido, tampoco arriesgamos de manera igual cuando el dinero está en nuestra cuenta corriente, en nuestro bolsillo, que cuando son ganancias no realizadas en acciones cuyo precio se encuentra por encima de nuestro nivel de compra. La realidad es que en ambos casos, es dinero nuestro, pero en el primero, parece que es más nuestro, o así lo percibimos.
  • Sesgo de Propiedad. Es la predisposición a asignar más valor a lo que tenemos, simplemente porque es nuestro. Y viene explicado también por el sesgo de status quo y de aversión al riesgo, es decir la propensión a mantener la situación tal y como está y a evitar la realización de pérdidas. Por esa razón y a pesar de que el precio de una de nuestras acciones esté cayendo ostensiblemente, nos negamos a venderlas, hasta que ya es demasiado tarde.

Y por último, la negación a reconocer que cada uno de nosotros está sujeto, al menos, a algunos de los sesgos anteriormente mencionados. Ya saben, …"eso le ocurre a los demás, no a mí".

Los estudios lo demuestran, los seres humanos no somos muy habilidosos a la hora de tomar decisiones. Los sesgos (biases) antes mencionados afloran sobre todo en momentos de tensión, stress, incertidumbre, y/o cuando está en juego algo que percibimos como sensible. Es en estos momentos cuando nuestras debilidades causan sus efectos más negativos.

La mejor manera de enfrentarse a ellos es reconociéndolos, y después, tratando de establecer los procesos y procedimientos necesarios y apropiados para minimizarlos.

Nota: El último libro de Michael Lewis, The Undoing Project, habla del nacimiento del Behavioral Finance y de todo lo que hemos mencionado en este post. Y narra de una manera muy amena la historia de amistad y desencuentro de los dos protagonistas, Amos Tversky y Daniel Kahneman. ¡Recomendable lectura!

 Irrational Investors


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