La Comunicación efectiva.

Hace varios meses atrás, estábamos de trabajo en una obra.

Había que hacer una extensión, a una hermosa casa en el barrio Valentí, un barrio que está creciendo de forma geométrica.

La dueña del lugar, una mujer muy amable, venía y siempre dejaba algo para el almuerzo, agradable, cálida, Martillera de profesión, conoce al dedillo el arte de la venta de tierras.

El calor en la zona norte de Córdoba y las provincias del noroeste argentino, es muy intensa en verano. Es decir se levantan temperaturas que pueden llegar facílmente a los 40 e incluso 50 grados centígrados. Imaginen eso al mediodía.

Por regla general cortábamos al mediodía y volvíamos después de las tres o cuatro de la tarde, lo que nos decia el jefe, el señor bejarano.

El lugar presentaba el clásico desorden de una obra: bolsas de cal, de cemento, piedras, trompito, chistes verdes, mucho cuarteto y botellas de Manaos cortadas a la mitad.

Un día, en uno de esos días raros, llegó el arquitecto, el nuevo arquitecto, un hombre joven, recién recibido quizás.

Bueno, la cosa es que se puso a charlar con el jefe Bejarano, y no entiendo como ni cuando, arrancaron a elevar la voz.

Por lo que pudimos oir todos, era por unas cosas que figuraban en el plano.

La cosa es que el arquitecto elevaba cada vez más la voz, nuestro mini contratista se quedó helado.

Sin embargo, reaccionó bastante rápido,

El señor Bejarano, era un hombre de pocas pulgas pero muy competente en su trabajo y sabía hacerse respetar, entre tantos borrachos, a pesar de ser alto como un zócalo.

“Oime una cosa boliviano de m####, el plano dice esto y punto”

“No estaba pautado con lo que habíamos charlado con la dueña, y vos de donde m#### saliste?

Y comentarios por el estilo que no vale la pena mencionar por simple pudor.

La cosa es que nuestro arquitecto siguió insultándo un poco mas, de paso nos pegó un reto a todos los que estábamos ahí, que mirábamos con los ojos abiertos y medio pasmados, luego patéo una bolsa, nos trató de vagos borrachos  y se fue.

Todos los que estábamos ahí, nos encogimos de hombros, volvimos con las bolsas de cemento, la cal, las palas, el cuarteto a todo lo que daba y las botellas de plástico cortadas a la mitad.

Cuando volvía a casa, ese día, medio detonado del trabajo, charlaba con Félix sobre este país, tomaba mate y prendía el ventilador.

Mientras tanto, recordaba las palabras extraordinarias de Robin Sharma sobre el liderazgo y la conducción, cuando domines tus pensamientos, cuando lideres tu propia vida y te vuelvas un líder sin cargo, quizás puedas  construir autoridad en los demás. 

Que gran, gran dificultad, debe ser la de generar autoridad efectiva en un grupo humano. Es muy fácil criticar a un jefe, es mucho más difícil estar a cargo de un grupo de personas y que todos trabajen en pos de una meta.

Es decir, muchas veces, no importa si tenemos razón o no, sino más bien qué herramientas disponemos para generar una autoridad obediente que nos permita resolver problemas de forma efectiva, sea cual sea. Podemos ver el mismo grado de dificultad en que un niño de dos años cumpla una orden como lo haga un grupo de veinte personas adultas.

Por eso es tán importante la forma en que administramos la comunicación diaria, el campo del PNL (programación neurolinguistica) desarrollado por Richard Bandler, un matemático y John Grinder, un psicólogo, en la década del setenta, se ha vuelto el ABC, no solo de las organizaciones económicas, sino de las instituciones en general. Incluso estas herramientas se han vuelto útiles para la vida diaria del hombre común, de a pie.

¿Usted qué cree?

Muy buenas noches.