La Crónica de hoy/ "No me gusta ver películas por televisión ni por computadora" Marcos Daniel Aguilar y Norma Salazar
“No me gusta ver películas por televisión ni por computadora”
Me gusta entrar a una sala oscura, añade la escritora y ensayista Nedda G. de Anhalt. “Mi gurú crítico de cabecera es y seguirá siendo el genial Guillermo Cabrera Infante”.
El cine que más veía en Cuba, era el mexicano, explica Nedda G. de Anhalt.
Nedda G. de Anhalt encontró su vocación a corta edad en su natal Cuba. Esta cuentista, ensayista y crítica de cine y literaria nació en La Habana, pero desde 1967 es ciudadana mexicana. Egresada de la Universidad de La Habana, de Sarah Lawrence College, en Nueva York, y de la Universidad de las Américas, Nedda ha ejercido la crítica cinematográfica y la entrevista con diversos personajes de este arte que también es industria por largos años. No hace mucho tiempo publicó una recopilación de ensayos y entrevistas bajo el título de Un deseo llamado cine (Universidad de Ciencia y Tecnología Descartes) sobre el cual conversamos con ella.
— ¿Cómo recuerdas el cine y las salas de cine de tu infancia?
— La recuerdo como una época de gloriosa libertad en donde una Cuba, de sólo cinco millones de habitantes, poseía más salas de cine que París y Nueva York. Recuerdo que iba sola al cine o con mis amigas, caminando. Las películas favoritas eran las mexicanas, era un cine pasional pero sobre todo porque en un momento dado, siempre había una secuencia musical con parejas en un cabaret bailando. O alguien como Jorge Negrete sobre un caballo, cantando. Él, María Félix, Gloria Marín, Emma Roldán fueron ídolos para el público cubano. La primera vez que fui al cine fue esa primera ida con mis padres de noche, a un cine en el barrio Santo Suárez, en La Habana, no la puedo olvidar. Me dejó la impresión que el cine era algo prohibido para mí. El filme fue Dr. Jekyll and Mr. Hyde, no apta para menores y no me permitían la entrada. Mi padre discutía con el taquillero y mi madre fue la ganadora: “yo me encargo de que la niña se duerma”. Entramos a la sala oscura. Me encantó. De súbito la pantalla se iluminó y mis ojos se nutrieron de asombro.
— En México escribes sobre cine en diarios como unomásuno, en el suplemento cultural Sábado, ¿por cuánto tiempo escribiste tu columna?
— El 31 de agosto de 1985 publiqué en el suplemento Sábado del unomásuno mi ensayo sobre La rosa púrpura del Cairo de Woody Allen, relacionándolo con Side Effects (Complicaciones), un libro de cuentos del cineasta donde resalté el juego de la ficción y la realidad que Allen sostiene. En especial, con uno de los cuentos: “El episodio de Kugelmass”, que obtuvo en 1977 el premio O’HENRY. Cine y Literatura se fusionaron en ese ensayo. Fue la única vez que publiqué sobre cine en Sábado. Antes y después aparecieron reseñas en “Butaca” del mismo diario, pero lo escrito sobre Allen me valió que Huberto Batis me adjudicara, de fijo, mi columna “Cine por venir”. Por eso, consideré que había nacido una crítica de forma oficial. Este ensayo junto a 59 reseñas cinematográficas, apareció en el libro de mi autoría Cine. La gran seducción, con portada y prólogo de José Luis Cuevas y editado por la Universidad Veracruzana.
— Cuéntanos sobre tu libro Un deseo llamado cine. ¿Qué va a encontrar el lector en este libro de tu autoría y qué sorpresas nos enseñas?
— Ha gustado y tenido aceptación. Incluye más de 130 fotos a color de artistas y directores del cine mundial. El escritor Manuel C. Díaz en el Nuevo Herald, el 16 de febrero 2020, le dedicó una amplia crítica titulada “Un deseo llamado cine, permite a los amantes del séptimo arte conocer magníficos filmes”. Es curioso, pensé que el libro que más tiempo me había llevado, doce años, era ¿Por qué Dreyfus?, es verdad; sin embargo, Un deseo llamado cine a pesar que algunos textos estaban publicados previamente en diversos medios más los inéditos, tardé once años en que viera la luz.
— Nedda, ¿cómo observas la crítica de cine actual a comparación con la de otros años?
— No observo ni la actual ni la antigua. Mi gurú crítico de cabecera es y seguirá siendo el genial Caín (Guillermo Cabrera Infante), más los diversos libros de crítica que voy adquiriendo. Para cualquier interesado, en la bibliografía de mi libro Un deseo llamado cine, compartí los títulos de estas obras.
— ¿Cómo observas el cine en este confinamiento por el COVID-19?
— No me gusta ver películas por televisión ni por computadora. A veces, lo he tenido que hacer por necesidad. A mí me gusta entrar a una sala oscura. Además, en estos tiempos no difíciles sino peligrosísimos con nuestro México recluido y paralizado; tenemos un panorama muy triste. También por televisión estoy viendo la segunda guerra civil de los Estados “Desunidos” de Norteamérica. Las imágenes son aterradoras y prefiero refugiarme en las palabras. Y sí, en estos tiempos del virus chino de Wuhan que eufemístico y elegantemente han llamado COVID-19, he estado leyendo los sonetos amorosos de Shakespeare, revisando poemas de Paz y de Aridjis. Es extraño, pero yo, que solía ir con mi esposo y veíamos cinco películas al día, ahora no siento esa necesidad de hacerlo.
—¿Qué nos puedes adelantar de tu libro Cubanos, próximo a publicarse?
— Cubanos es un libro de verdades sorprendentes de mis 17 entrevistados. La portada lleva una imagen marítima. En la contraportada aparece una escultura de Alan Glass, gran artista vivo del surrealismo, que se titula “Nedda y el cine”; la fotografía de ésta es del cineasta Tufic Maklouf. La poeta Catalina Miranda, mi editora, me comunicó que el libro ya está impreso, pero con el inicio de la pandemia se paralizó su seguimiento. Les recuerdo que a este libro le anteceden, Rojo y naranja sobre rojo y Dile que pienso en ella, sobre el mismo tema: escritores en el exilio cubanoLa Crónica