La creatividad no es jugar con papelitos de colores...

Hace algunos años, cuando estudiaba pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, tenía una compañera a la que admiraba mucho por lo extraordinariamente brillante que siempre fue, y entre las cosas más interesantes que ella mencionó alguna vez en clase, fue su preocupación porque la educación inicial en México confundía el desarrollo de la creatividad en los niños con la estimulación temprana y el desarrollo motriz, es decir, las educadoras en ocasiones creían que para que los niños fueran más creativos era necesario que dibujaran con muchos colores, recortaran diversas figuras, etc., y ella inteligente y sabia como supongo que todavía debe ser hoy, mencionaba que por ejemplo, cuando los matemáticos conciben y descubren nuevos modelos y fórmulas para probar teorías y analizar datos estaban siendo creativos, al igual que los físicos y los oficiales que realizan labores manuales como los albañiles al construir casas, o los chefs, etc., pero este tipo de creatividad más tendiente a la combinación entre lo abstracto y lo concreto no era desarrollada en los niños en los jardines escolares.

Cuando llegué a casa ese día y le comenté esta experiencia a mi madre, que es una educadora en retiro experta en su campo (en aquel entonces sí ejercía), ella completó la idea diciendo que efectivamente la educación inicial adolece en la actualidad no sólo de fomentar en los niños la creatividad de tipo abstracta y tiene una tendencia muy marcada hacia lo concreto, sino que además existe una visión completamente distinta entre la educación pública, (refiriéndonos a los jardines de niños oficiales), en que el enfoque es completamente hacia los cantos, los juegos y el desarrollo motriz, y la educación inicial privada, en la que los niños pasan horas sentados aprendiendo a leer, escribir, sumar y restar, a pesar de que los estudios de los grandes pedagogos y educadores indican que su cerebro aun no está listo para comprender la lecto-escritura, por lo que sólo memorizan y pierden tiempo que deberían dedicar a desarrollar otras habilidades olvidadas tanto por la educación pública como la privada, como el correcto desarrollo del lenguaje en varios idiomas, la socialización, la reversibilidad, los juegos de roles, etc.

A todo esto sólo quiero cerrar a manera de conclusión resaltando la importancia de la educación inicial en el desarrollo de las personas, así como de la necesidad de su reforma para ofrecer a los niños una educación más centrada en lo que ellos necesitan y merecen y que sea más acorde a su edad sin importar si se trata de enseñanza pública o privada.