La deuda de la evolución tecnológica con la educación

En este momento me encuentro desarrollando un plan de negocio sobre una herramienta de aprendizaje dirigida al sector educativo. El plan implica a los centros en un programa colaborativo para la mejora del rendimiento en la lectura, y supone la aplicación intensiva de tecnología al ciclo de vida completo de los procesos de aprendizaje, con el objetivo de potenciar aspectos que favorecen la adquisición de competencias lectoras en estudiantes de Primaria, ESO y Bachillerato.

El desarrollo de competencias lectoras se encuentra identificado en el informe PISA como uno de los mayores problemas de los sistemas educativos en los países de la OCDE, que, entre otras cosas, afecta a la capacidad de aprendizaje futuro de los y las estudiantes. Este informe asegura que un 20% del alumnado de los centros analizados no llega a adquirir las competencias lectoras consideradas básicas, y en este capítulo España se encuentra en la media.

Vale la pena prestar atención a las oportunidades que brinda el desarrollo tecnológico en el sector de la educación, entre otras cosas, porque son muchas las voces que señalan a su atractivo y a su facilidad de acceso, como uno de los responsables de las elevadas tasas de fracaso escolar que padecen los sistemas educativos occidentales. De alguna manera, el sector de TI debería sentirse en deuda con la educación, por lo menos en el aprovechamiento de las experiencias gamificadas cuyo poder de atracción, basado en la emoción, se encuentra sobradamente probado en los grupos de población más jóvenes, generando ingentes beneficios económicos a las empresas que producen videojuegos. En el estado actual de las cosas, la batalla por la atención del tiempo de la juventud entre El Lazarillo de Tormes vs Pokemon parece perdida.

Es preciso dedicar recursos a explotar los beneficios potenciales de la mejor adaptación de los contenidos educativos que consumen los estudiantes hacia formatos más atractivos y adecuados a su realidad, y realizar un esfuerzo por reducir la brecha con el poder de convocatoria de otros poderosos estímulos, poniendo en valor de la misma manera la palabra y la lectura como forma de conocimiento.

Una vez conseguida la motivación desde los contenidos, la tecnología también ofrece nuevas oportunidades de conocimiento que permiten avanzar hacia modelos de personalización de los procesos, lo que, hasta hace pocos años, resultaba un desafío utópico, pero hoy permite introducir nuevas variables de observación a disposición del profesorado sobre el proceso de aprendizaje individual. Por su parte, la capacidad actual de digitalización de procesos ofrece un mayor control en la programación, desarrollo y evaluación de múltiples procesos, y aporta la deslocalización selectiva de partes significativas de distintas actividades escolares. También, los llamados servicios en la nube proporcionan un canal de distribución de contenidos y procesos más eficiente y barato que las alternativas tradicionales.

Pero no sólo estudiantes, centros educativos, y responsables (tutores) deberían encontrar ganancias en este desarrollo tecnológico. Aparte de los beneficios sociales a largo plazo en la productividad (que acompañan a las mejoras en la calidad de los servicios de los sistemas educativos), también se facilita una forma de producción y distribución de contenidos que limita las oportunidades de prácticas monopolísticas u oligopólicas, lo que, sin duda, también debería abaratar los costes globales del sistema.

Con esta vocación, hemos desarrollado una fórmula que propone un resultado completo desde un modelo de colaboración inter-centros, que garantiza el retorno de los recursos aportados para aquellos centros que decidan sumarse a nuestra iniciativa, ofreciendo indudables mejoras sobre los aspectos comentados, relacionados con el rendimiento académico; se trata de nuevas oportunidades para los centros, que afectan directamente a la productividad de todos los agentes que participan en sus procesos.

Me siento satisfecho de poder aportar algo en el pago de mi deuda contraída en veinte años en primera línea del desarrollo empresarial de soluciones tecnológicas, y no encuentro una manera mejor de hacerlo que poner al servicio de la educación mi experiencia en la configuración de soluciones innovadoras para destinarla a la mejora del rendimiento escolar.

Quiero quitarme el sombrero por el oficio de los centros educativos que estoy conociendo a través de esta experiencia, con el acceso de primera mano a la intensidad del esfuerzo que dedican para adaptarse a las exigencias que les impone un desarrollo tecnológico feroz, que no impide que sigan logrando captar la atención sobre lo que intentan transmitir, para producir uno de los mayores activos que posee la humanidad, que no es otra cosa que la humanidad en sí misma.

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