"La educación técnico profesional es el huérfano de la educación chilena"
Con una amplia experiencia como docente y asesora educacional, Virginia Maray es una convencida del potencial que tienen las metodologías activas para desarrollar la adquisición de habilidades, la clave para enfrentar un mundo laboral cambiante, diverso y complejo.
Virginia Maray se define a sí misma como una optimista. En sus años de trabajo como docente y consultora en diversos establecimientos educacionales, ha podido adquirir una mirada amplia e integral de la educación en Chile.
A pesar de las brechas que persisten, en materia de infraestructura, conectividad y calidad, es positiva respecto del futuro, pues cree que un periodo muy corto de tiempo, –de no más de 50 años– el país logró dar saltos muy importantes en su cobertura.
“Tenemos mucho potencial”, dice Maray, y asegura que si no hubiera existido un mayor acceso a la educación “no tendríamos generaciones mucho más empoderadas para expresar y hacer valer sus ideas, como hemos visto en el último tiempo”.
Como asesora educacional y presidenta de la Corporación Educacional Focoescuela, Maray se ha dedicado a promover la adopción de metodologías de aprendizaje activas en el aula. Este es un enfoque que surgió con fuerza en los años ‘90 y concibe que los estudiantes son activos protagonistas de su aprendizaje, no seres pasivos que reciben información.
“Los estudiantes no tienen la cabeza vacía donde tú les metes cosas”, ejemplifica Maray. “Estos tienen aprendizajes y experiencias propias anteriores, y los docentes tenemos que tomar esas vivencias para que el aprendizaje de los estudiantes sea más significativo. Si algo no se relaciona con tu experiencia, es difícil que lo aprendas, que lo integres, y que lo apliques a otras cosas”.
Junto con poner al estudiante en el centro, este enfoque educativo también busca darle una mayor relevancia a la adquisición de habilidades, más que la memorización de conceptos y acontecimientos. “La adquisición de habilidades tienen que ver con prepararte para un mundo cambiante, diverso, complejo, donde memorizar fechas o hechos no te va a servir de mucho. Va a servir que aprendas a analizar, comparar, abstraer y comprender”, dice.
“Hace 50 años, con que el estudiante supiera las cuatro operaciones y leer, estaba bastante preparado para entrar al mundo laboral. Hoy eso no basta, porque no vas a entrar a un trabajo y estar 30 años, vas a tener diversos trabajos, donde te vas a tener que adaptar. Para eso necesitas haber desarrollado ciertas habilidades que te permitan adaptarte mejor, y esto se aprende con metodologías activas orientadas a la formación de habilidades”.
A pesar de que las nuevas generaciones están adoptando este enfoque, Maray dice que aún estamos en un proceso de transición: “Cuando visito escuelas y observo clases, noto una diferencia en las generaciones más jóvenes, sobre todo las de 30 para abajo”, dice Virginia Maray. “También hay una disposición distinta del cuerpo docente hacia su práctica pedagógica, de hacerla más cooperativa, más activa, y con algún tipo de evaluación dentro del proceso de aprendizaje. Se ha ido moviendo un poco. Soy una optimista”.
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Oportunidades
Cree que la educación técnico profesional es el huérfano de la educación chilena y que allí existe una gran oportunidad de crecimiento para el país. “La política pública en educación ha sido bastante continua en temas de cobertura, pero falta conectar a los estudiantes de la educación técnico profesional mejor con el mundo productivo actual”, dice Maray.
A modo de referencia cuenta que en muchas de esas escuelas se siguen impartiendo oficios o profesiones que no están totalmente vinculadas al mundo productivo: “Por eso ha habido un esfuerzo por acercar la industria hacia el mundo técnico profesional”, añade la docente. No obstante, cree que aún falta impulsar una transformación más profunda, que promueva la adquisición de habilidades transversales y específicas para el trabajo por sobre conocimientos técnicos.
“No se ha hecho ese ajuste curricular, todavía no se ha logrado”, dice Maray. “Va lento, en camino, pero todavía no se ha logrado. Yo creo que el aspecto más cognitivo, propio de cada especialidad, se puede hacer en la empresa, porque las empresas y las tecnologías cambian”, dice Maray. “Pero hay un cierto tipo de habilidades que tienen que ver con cómo me desempeño en un trabajo, cómo me expreso y comprendo, donde hay que hincar el diente. Falta avanzar en el desarrollo de habilidades más blandas que les permitan a los estudiantes técnico-profesionales insertarse en las empresas. Allí hay un gran potencial”.
“Desde mi quehacer trato de aportar en lo posible a ir haciendo realidad esta mirada curricular, y tratar de descubrir qué hay detrás de él para que los docentes puedan generar mejores prácticas y profesionalizarse también, reflexionar sobre nuestro quehacer”.
En Academia.Holtec estamos comprometidos con aportar al crecimiento y desarrollo de la formación técnico–profesional en Chile, aplicando metodologías activas y un enfoque centrado en las necesidades de los estudiantes. Nuestro objetivo es crear un currículo orientado en la adquisición de habilidades técnicas y transversales, que permitan a los estudiantes actualizarse permanentemente y avanzar en sus carreras. Y, para las empresas, atraer, gestionar y retener talento escaso, pero esencial para su sustentabilidad.