El “core business” de la educación
Es un lugar común que al proponernos erigir nuevas instituciones educativas o hacer cambios sustanciales en las mismas, solemos ocuparnos de los aspectos legales (licencias, autorizaciones de funcionamiento, certificado de defensa civil, ministerio de trabajo, etc.), infraestructura y equipamiento (planos, normas, presupuestos, mobiliario, equipos, etc.), pedagogía (plan de estudios, carteles de contenidos, proyecto curricular, diversificación, sílabos, útiles escolares, materiales, etc.), finanzas (costos de inversión, costos de funcionamiento, flujo de caja, punto de equilibrio, fuentes de financiamiento, etc.), administración (matrículas, pensiones, contratos, planillas, impuestos, procedimientos, registros, actas de notas, constancias, etc.)
Parece sr que definiendo estos asuntos, el proyecto está completo y solamente faltaría tener la gente y los recursos para llevarlo a cabo. Sin embargo, quisiera proponer dos cuestiones: ¿tenemos clara cuál es la esencia de la actividad educativa? o, con otras palabras, ¿cuál es el core business de este sector económico? Y además, ¿por qué los padres de familia matricularían a sus hijos en este colegio y no en otro? Ciertamente hay diversas respuestas, como diversas son las instituciones educativas; no obstante, me permito ofrecer una reflexión al respecto.
En cuanto a la primera pregunta está claro que la educación como institución social responde a la necesidad que los padres presentan para que se les ayude con el desarrollo de sus hijos ya que mientras están bajo su cuidado se les tiene que preparar para insertarse en la vida adulta de forma satisfactoria (estudios superiores y empleo). A esta necesidad responde la escuela y se ocupa de atenderla a través de la enseñanza. Con relación a la segunda interrogante, se suele contar con el llamado “valor agregado” o “diferencia competitiva” por la cual una escuela puede capturar la preferencia de sus clientes (educación en valores, deportes, enseñanza pre- universitaria, etc.)
En ambos casos estoy refiriendo respuestas tipo, aunque no respuestas satisfactorias. Me explico: el llamado core business de la educación escolar tiene que ver con la enseñanza, sí pero ¿esta se refiere a un asunto exclusivamente intelectual o académico? Se suele completar esta dimensión con lo que llamamos “educación integral” o “educación en valores” a través de la cual se intenta formar las demás dimensiones de la persona del educando. Sin embargo, me parece que en esta consideración de lo esencial de la educación se echan en falta por lo menos dos pilares clave que inciden activa y continuamente en las acciones educativas: la familia y la convivencia.
Para nuestros alumnos, el punto de partida y de referencia en todo momento son sus padres o tutores. Las decisiones que toman cotidianamente al interior de sus hogares influyen directamente en el desempeño de cada estudiante ya que crean hábitos y sugieren actitudes. Cualquier educador experimentado conoce muy bien cuando la familia influye positiva o negativamente en sus aprendices. En este sentido, es muy pertinente averiguar: nuestra oferta educativa ¿incluye mecanismos o medios concretos que se ocupen del aprovechamiento formativo de esta relación? O, ¿la escuela solo ha previsto una relación económico- contractual con las familias de los alumnos?
El otro pilar que acontece en la escuela es la convivencia que implica a los estudiantes en tanto personas en todas sus dimensiones. El vivir- con es una fuente de aprendizajes y desarrollo personal, más para personas que están en crecimiento. Su concurso es muy relevante para el educador no solo debido a la facticidad que deriva de la presencia simultánea de los menores en la escuela sino más bien debido a que evidencia el dinamismo que poseen los educandos ya que ellos construyen activamente relaciones con las demás personas. Las facultades que poseen nuestros alumnos se presentan vívidamente en todo momento de su permanencia en la escuela (y fuera de ella, obviamente) y entablan relaciones con sus pares, con sus maestros y con su aprendizaje de tal manera que se podría decir que es un torrente de energía que si está encauzado adecuadamente contribuye a la mejora de cada uno, de la comunidad educativa y de la sociedad a la que pertenece. Por ello, pregunto: ¿incluimos la convivencia como parte componente de la educación de los estudiantes?, ¿disponemos canales que recojan todo el potencial que la convivencia contiene?, ¿somos conscientes que con los medios adecuados los alumnos pueden conformar una convivencia armoniosa que sea favorable al aprendizaje?
Estos dos elementos me urgen a cuestionar si acaso los estamos atendiendo expresamente -y no de forma marginal o accesoria- bajo un enfoque corporativo que los recoja como parte sustancial de la labor educativa. En el caso que no tuviésemos previsto su tratamiento explícito y estructural en nuestro plan de negocios y proyectos subsecuentes, ¿con qué fundamento podríamos asumir que comprendemos el core business de la acción educativa y que estamos en condiciones de hacernos cargo de él?
La derivación negativa del olvido de ambas variables pasa por el mercantilismo (el servicio ofrecido se restringe principalmente a lo cuantificable: contratos, pensiones, clases/ talleres dictados, notas) o el asistencialismo que no toma en cuenta la capacidad de toma de decisiones que los alumnos, en diversa medida, poseen y por la cual podrían dar lugar a un clima escolar fraterno.
En síntesis, creo que la riqueza del proyecto educativo se puede notar en la medida y manera en que ambos factores son incorporadas activamente en los procesos educativos (hay más elementos, por supuesto). Desconocerlos sería una amputación del core business que la educación de calidad significa ya que implican a la estructura de la organización y requieren medios (presupuesto).